Ian Gibson: «Mi vocación es la del biógrafo, es ahí donde me encuentro»

Por Juan MG Morán · 19 mayo, 2015

Autor de Luis Buñuel, la forja de un cineasta universal, Premio Muñoz Suay 2014

Siete años de trabajo e inmersión total en la investigación se pasó Ian Gibson, ahora con 76 recién cumplidos, volcado en Buñuel, Calanda, el surrealismo y lo onírico. “Hay que ser un loco para hacer este tipo de libros”, dice el hispanista que recibió el Premio Muñoz Suay 2014 por su magnánima obra Luis Buñuel, la forja de un cineasta universal. “Hay que tener una entrega total, es una cuestión diaria e implica el trabajo del subsconciente”. Lo dice completamente convencido pues ha llegado a soñar y saltar de la cama en medio de la noche por no haber comprobado un dato –“La búsqueda es una sublimación de la caza, el instinto cinegético”–. ¿El resultado? Más de 900 páginas que dibujan un perfil inédito del “cineasta de la increíble Generación del 27”.

 

¿Dónde está el epicentro de Ian Gibson?
Nunca estuve a gusto donde nací, nadie elige a sus padres. Nací en Dublín, que está bien, pero no en el seno de una familia católica, sino en el de una familia protestante bastante puritana. Me salvó de todo eso Rubén Darío, y mis estudios de español, la poesía, la literatura…

Encontró su norte.
Mi epicentro está en mi trabajo, en lo que hago. Mi vocación es la del biógrafo, es ahí donde yo me encuentro: en la hemeroteca con la adrenalina funcionando en pos de un dato, un trabajo bastante detectivesco. He tenido la suerte de encontrar esta vocación que me ha ayudado a seguir viviendo con el deseo de hacer algo positivo en esta vida tan breve que tenemos.

Llegó a Buñuel a través de Lorca y Dalí…
Entré muy joven en ellos y no he podido salir. Son hombres profundos y complejos, cualquier pequeño dato nuevo puede arrojar una luz inesperada sobre algún aspecto de sus obras, de sus vidas. En cualquier momento puede aflorar algo nuevo en el sitio más inesperado: México, Argentina, la misma Calanda, Fuentevaqueros…

Su obra le ha despejado dudas sobre el aragonés.
Hay que buscarle en sus películas. Era un individuo muy complejo que se disfrazaba continuamente, un ser fascinante que no hablaba de lo que él era realmente. No era hombre de suspiros, no se lo permitía, y tenía un gran problema con lo homosexual como macho aragonés que era. Fue un rebelde sonriente, al que no se le puede entender ni lo más mínimo sin tener en cuenta su inmenso sentido del humor. Estaba en contra de todo y era un irónico. Ya dijo él al final de su vida aquello de “sigo siendo ateo gracias a Dios”.

Esta obra termina en Le Havre (1938), cuando Buñuel parte camino del exilio americano.
Este libro pone los cimientos, la base de todo lo que vino después. En sus tres primeros filmes (Un perro andaluz, La edad de oro y Las Hurdes) ya estaba toda su obra en semilla: la burguesía, el surrealismo, el aspecto onírico de la vida…

¿Y esa segunda parte?
No creo que vaya a poder ser. Sería una tarea inmensa porque tengo 76 años y no puedo hacerlo si no hay una financiación que me asegure poder trabajar cómodamente otros cinco años. Obviamente sufro, pero no me voy a hacer mala sangre por no haber podido hacer el libro completo, que lo haga otro, que venga un joven y retome las riendas del asunto.

Mi querida España

¿Volverá a repetirse un triángulo de artistas tan perfecto como el que formaron Lorca, Buñuel y Dalí?
Ellos fueron un fenómeno único e irrepetible, estuvieron en medio de la esencia y el bullicio del Madrid de entonces. Pero ahora cada vez que me levanto siento tristeza por este país, si piensas en lo que teníamos entonces te das cuenta de la España que pudo haber sido. Aquel país se rompió y se destruyó, intentar recomponerse con esta tragedia encima es muy complicado.

¿España es un país que no se piensa demasiado a sí mismo?
España es un país que tiene amnesia, es una mezcla de sangres y esto se niega como si fuera un baldón cuando la mezcolanza es lo realmente grande. La falta de recuerdos es mala para un país, para que se pueda avanzar hay que reconocer lo que fue la Guerra Civil, la represión de la dictadura y luego afrontar el futuro juntos. ¿Es mucho pedir? No, se podría hacer, pero hay mucha gente que no está por la labor.

¿Valora España lo suficiente a sus intelectuales?
¡Qué va! ¿Qué España? Hay una derecha que desprecia la cultura. ¿Cómo van a apreciar a Buñuel? ¿Cuándo se ha puesto un ciclo de sus películas en nuestra televisión pública? Hay mucha gente que no ha visto nunca un filme suyo y eso se debe, en parte, a que no gusta a toda la clase dirigente.

¿Cómo ve el presente desde su ventana de Lavapiés?
Me inspira un poco de esperanza ver que se puede romper el bipartidismo y puede haber más opciones. Espero que de todo esto salga una España más abierta, más atenta a la cultura, no quiero ver una repetición de lo que ya hemos tenido. Quiero ver antes de morirme la vuelta de una España democrática de verdad.

Llegó a la conclusión de que Luis Buñuel es un hombre de obsesiones, ¿cuáles son las suyas?
Sigo obsesionado con él y me entra la comezón de retomar el libro, pero sería imposible… No puedo librarme de eso, lo tengo dentro. Espero poder mandar pronto toda la información a mi archivo en Fuentevaqueros, para que Buñuel repose junto a mi archivo Dalí y mi archivo Lorca. Sólo así podré liberarme definitivamente de tener que volver atrás.

¿Lo combate con otros proyectos?
En 2016 me espera un año muy lorquiano. Se cumplen 80 años del asesinato de Lorca y me han pedido una nueva edición de su biografía, estoy casi reescribiéndola. Trabajo también en una publicación sobre el pintor y el escritor, una nueva novela y un libro sobre España –España amor, España rabia–. No sé si podré cumplir con todo esto, no sé cuanto tiempo me espera, en cualquier momento todo puede venirse abajo.

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