Rafael Nieto Jiménez: «El mérito del cine español, en cualquier época, ha sido poder hacerse»

Por Chusa L. Monjas · 19 mayo, 2015

Su obra Juan de Orduña. Cincuenta años de cine español (1924-1974) ha sido galardonada con el Premio Muñoz Suay 2015

“Siempre es más gratificante buscar cosas que son difíciles de encontrar e imaginar una época que uno no ha vivido”, reconoce el historiador del cine Rafael Nieto Jiménez, que ha dedicado cinco años a la biografía del actor, cineasta y productor madrileño Juan de Orduña y a los cincuenta años de cine español en el que desarrolló su carrera el director de Pequeñeces y La leona de Castilla. Al autor de la primera obra dedicada en profundidad del que fue una estrella del cine mudo, protagonista de la primera película sonora española y que aprendió el oficio de dirigir y producir con Florián Rey, siempre le interesó el cine español que se desarrolló entre 1924 y 1974. Un periodo del que Juan de Orduña fue “la figura más destacada. Su nombre siempre se asocia a la imagen de Locura de amor, pero tras esa capa había muchas más de las que nada se sabía. Empecé a profundizar y fui consciente de que la investigación iba a ser larga y compleja porque, incluso, nadie sabía exactamente su fecha de nacimiento –27 de abril de 1901–”, recuerda Nieto, a quien su interés por el director de conocidos melodramas le llevó a escribir una tesis que originó Juan de Orduña. Cincuenta años de cine español (1924-1974), libro editado por Shangrila galardonado con el Premio Muñoz Suay 2015.

Este premio le ha supuesto una doble alegría a este licenciado en Derecho, guionista y productor audiovisual. “No hay un apoyo a la investigación histórica sobre nuestro cine, apenas hay ayudas, por eso este galardón es un impulso. Además, en su anterior convocatoria fue para Ian Gibson, cuyas biografías de Lorca y Dalí son un ejemplo a la hora de abordar un personaje”.

 

Lo primero, el melodrama

Como especialista en Juan de Orduña, ¿qué es lo que destacaría de él?
Vivió para el cine, era apasionado, melodramático, lloraba cuando dirigía por la intensidad que imprimía a sus actores. A pesar del ambiente en el que lo realizó, hizo el cine que le interesaba. Su identificación con el régimen franquista influyó en la imagen que tenemos de él, pero si examinamos sus películas al detalle, te das cuenta de que no siguió tanto la línea imperante. Le gustaba el melodrama y, a veces, se convierte en heterodoxo porque en los más de 40 largometrajes que filmó hay muchos momentos intensos y destacables. No le importaban las modas, sus películas, en ocasiones, parecían anticuadas, pero conectaban con el gusto del público, y, aunque la crítica más moderna las rechazaba, él iba a lo suyo.

Pero él mismo dijo que no pudo hacer el cine que quería.
Como todo creador, se sintió insatisfecho porque pensaba que lo podía haber hecho mejor o porque no pudo acometer proyectos que le interesaban. Dentro de las limitaciones del cine español en esos años, tuvo a su disposición todos los medios. La productora Cifesa le llamaba para repetir la fórmula del melodrama histórico, y en ese contexto elegía temas melodramáticos, teatrales, que le permitían presentar conflictos sentimentales aunque hubiese un conflicto político. Por ejemplo, Alba de América era muy oficial, perseguía magnificar la figura de los Reyes Católicos, pero curiosamente no gustó a la Administración.

Se inició como director cuando empieza la Guerra Civil.
Con un corto muy significativo de claro apoyo al nuevo régimen. Ese posicionamiento en sus primeras obras finaliza en ¡A mi la legión!,donde desvirtúa el contexto por su tendencia a mezclar géneros y cuenta una historia de amor melodramático entre dos hombres, todo un atrevimiento en ese momento. También fue un pionero en la representación de la mujer, sus protagonistas eran heroínas, adúlteras y, además, orgullosas de serlo.

Por y para el cine, y eso que al principio consideraba este medio un arte menor.
El teatro era el gran arte y el cine… era el intruso e iba a restar público a los escenarios. Pero en el teatro no destacó y en el cine sí, así que cambió de opinión. Siguió haciendo teatro en el cine, intentó fusionar ambos medios porque dirigió numerosas adaptaciones, la puesta en escena de sus películas era muy teatral y en algunas se notaba demasiado el olor a tramoya. No creo que Aurora Bautista estuviese orgullosa de sus interpretaciones por ese punto excesivo que tenían cuando el espectador demandaba más naturalidad.

Almodóvar, Garci y Juanita Reina

¿Qué aportó al cine español?
Abrió fronteras porque Cifesa exportó sus filmes a Sudamérica. Era modesto, pensaba que no había contribuido a la historia de nuestro cine, al que dio una combinación de sentido popular con altura artística. Hoy, esto lo sigue haciendo Almodóvar que, como Orduña, es autodidacta, y no renuncia al melodrama ni a lo popular en sus filmes. Como cineasta de la nostalgia, miró al pasado, y esto también lo hace José Luis Garci, cuya última etapa es muy teatral.

Dio ‘órdenes’ a numerosos intérpretes.
Todo el cine español pasó por sus manos. Le gustaban mucho los intérpretes secundarios. De actrices, su favorita era Juanita Reina con la que trabajó en La Lola se va a los puertos.

De 1924 a 1974, ¿cuál fue el mérito del cine español?
Su virtud, en todas las épocas, ha sido poder hacerse. En los últimos años hemos tenido momentos buenos, pero pocas veces las producciones tienen a su disposición todos los medios. Orduña fue un autor prolífico, hizo mucho cine y de calidad. En el año 40 fue, después de Ignacio F. Iquino, el que más películas dirigió.

Dónde se sintió más cómodo, ¿en el trabajo de campo o escribiendo?
Fue fundamental que me abrieran sus archivos familiares Lourdes de Orduña, su sobrina, y Fortunato Bernal Moreno, hijo de su socio y estrecho colaborador. Antes de debutar en el cine, fue actor de teatro, etapa de la que había poquísima información. Por suerte, di con una crónica sobre su primera representación en un teatro de aficionados. En lo escaso que se había escrito sobre él se reproducían los errores porque no se comprobaban los datos con la fuente original. No hay muchas investigaciones profundas sobre nuestro cine porque los libros se hacen con precipitación, no hay financiación para estar indagando a fondo en archivos, bibliotecas y filmotecas.

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