Imanol Arias está entusiasmado con Anacleto: agente secreto, creado por el gran Manuel Vázquez, en el que se ha reencarnado cinematográficamente. Vestido de negro, con pajarita, pistola en mano y pitillo en la boca, el popular actor está perfecto en la comedia de acción dirigida por Javier Ruiz Caldera que este viernes aterriza en las carteleras. Con más de cuarenta años de carrera, Arias está más vivo que nunca y sólo quiere “ser feliz haciendo bien mi trabajo”. Sin nostalgia de la época en la que llegó a hacer cinco películas por año –“de ese tiempo lo que echo de menos es que algunas personas que me acompañaron ya no están”–, el que lleva 15 años siendo el padre de España quiere seguir actuando “hasta que mi memoria y mi corazón diga basta, y para eso hay rejuvenecerse, ser activo”. Y esta es su actitud desde que interpretó Anacleto, agente secreto, una producción que le ha cambiado la vida.
¿Es Anacleto un traje a su medida?
Yo creo que sí. Esta película tiene muchas cosas que la gente agradece. Es una comedia muy inteligente y muy bien hecha, es acción trepidante, hay una relación padre-hijo maravillosa y también habla del legado, de la herencia. Pasan las cosas que tienen que pasar y se ha intentado respetar a los amantes del cómic porque hay 4 o 5 referencias exactas. Y están Quim Gutiérrez, Berto Romero, Emilio Gutiérrez Caba, Alexandra Jiménez, Carlos Areces… Todo este cóctel hace que sea una historia para muchos tipos de espectadores, a los que no va a defraudar.
¿A qué edad descubrió al que es el personaje más popular de Vázquez?
Hasta los 14 años no tenía conocimiento de Anacleto. De chico, los cómics estaban en forma de libro y de Tintín, íbamos a la biblioteca a pedir los libros y a los 15 días te llamaban para decirte que tal día, de cinco a siete, tenías a tu disposición Tintín en el Congo, por ejemplo.
¿No le intimidaba meterse en la piel de una de las mejores creaciones de nuestro humor gráfico?
Con la edad, tengo ya una especie de inconsciencia juvenil. No he tenido miedo porque sabía cómo rodaba Javier Ruiz Caldera, he visto sus anteriores trabajos y es un profesional talentoso, diferente, que rueda muy bien. El cine es de los creadores de verdad, que son los guionistas y la persona que dirige; los actores podemos estar más o menos acertados, pero si no hay un director…
Mi compromiso serio ha sido con la edad, no podía resultar patético, y he corrido, saltado, he hecho de todo hasta lo que el seguro me permitía. Mi responsabilidad ha sido meterme en un sandwich con cómicos, algo que no lo había hecho tantas veces en mi vida. Tuve mucha suerte en Todos los hombres sois iguales, donde estaba entre dos sandwiches afinados que eran Antonio Resines y Juanjo Puigcorbé, y ahora era lo mismo, tenía que ser jamón de jabugo muy curado porque tenía mucho sabor al lado.
Está muy bien rodeado.
Berto me ha enseñado la inteligencia en la comedia. Quim me ha ayudado en lo físico, se ha comprometido mucho conmigo y nos hemos puesto al límite. Quim parece tan hijo mío como mi hijo mayor. Esta película es muy importante en mi vida porque me ha cambiado, ahora me sigo entrenando todas las mañanas, soy menos tóxico. Lo que quiero es divertirme trabajando.
Explota, y mucho, sus posibilidades cómicas. Su personaje juega y se ríe de la edad.
Soy un buen alumno. Siempre digo que soy un actor innato, tengo el don de actuar desde pequeño y luego me he ido formando. En la comedia me faltaban estos maestros, da igual la edad que tengan, porque este género es una matemática, tiene que ver con la inteligencia y la lógica. Quiero trabajar y profundizar más este estilo.
Lo de la edad es una de mis aportaciones, porque pensaba en este pobre hombre a punto de jubilarse y mira la que le montan. Vamos, que es demasiado viejo para empezar de nuevo.
Hablando de los años, ha tenido un rodaje movidito, tanto que su doble ha trabajado muy poco.
En esta película está el amor por el técnico de cine. Excepto en dos escenas, los dobles nos permitieron hacer de todo. Son profesionales con unos conocimientos impresionantes y el entrenamiento que nos hicieron fue impecable, todo muy medido y preciso. Eso sí, me han dado hostias por todos los lados, es que hasta cuando pegaba yo me hacía daño a mí mismo.
Por todo lo que dice, ¿es la historia que estaba esperando?
Nunca sabes por dónde van a venir las cosas. Si me reafirmo en que el cine es una industria en la que hay que estar buscando el talento continuamente, así que no merecen la pena las medias tintas. Y los profesionales tenemos que ser responsables, defender lo que hacemos para que la gente vaya al cine.
En los últimos años, el cine ha hecho una revisión de los cómics –el nuestro se ha inclinado por El gran Vázquez, Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, lista a la que se añadirá Superlópez–. La viñeta ha saltado a la gran pantalla con buenos resultados.
El superhéroe americano es consciente que quiere salvar el mundo. Bueno, los ‘supermanes’ de los sesenta eran cochambrosos, eran películas B, mientras que las de ahora son A y son lanzamientos como de gran videoclip. Nuestros héroes son incapaces de salvar el planeta, solo intentan sobrevivir. La apuesta por estas producciones también tiene que ver con el cambio generacional. En mi generación estábamos un poco escasos de géneros, mientras que ahora se rueda sin complejos. Lo que hay que hacer es ir más al contenido y pensando en el espectador y en Latinoamérica, donde tenemos un público con nuestro idioma. Tenemos que asegurarnos una conexión con el espectador, y todo empieza con las historias.
¿Cruzará el Atlántico Anacleto?
Sí, está previsto que se vea en Colombia, México, Argentina, Uruguay y Chile.
Hay vida después de Cuéntame cómo pasó
Lleva numerosas temporadas en la incombustible Cuéntame cómo pasó. ¿Le ha costado abandonar su zona de confort?
Más que zona de confort, es una zona continua. Este año voy a por los directores, porque sin directores no hay producto. Hubo un tiempo en que los capítulos estaban firmados por Gracia Querejeta, Sergio Cabrera, Antonio Cuadri… Ahora hay realizadores de televisión, por eso al final de cada año pego patadas. La serie es un éxito enorme y para mí es una gran responsabilidad porque esta enciclopedia audiovisual ha tenido 1.500 millones de impactos de espectadores a los que hay que tratar con respeto.
Hay vida después de Cuéntame… porque tras Anacleto estrenará Incidencias, de José Corbacho y Juan Cruz en el Festival de Valladolid, y en la inminente edición del Festival de San Sebastián concursará con Eva no duerme, del argentino Pablo Agüero.
Eva no duerme es una joyita de festivales, es una historia hermosa que sorprende por su contundencia, por la potencia de sus imágenes y que se ha rodado en condiciones casi heroicas, a plano por secuencia, 12 minutos por plano. Pablo Agüero es muy curioso, exigente y muy sincero. Me decía: ‘che maestro, estás envarado’, algo que no me decían hace años.
¿Ve su nombre en la agenda de los directores jóvenes?
Me están llegando sonidos, pero, de momento, solo son sonidos. Vamos a ir paso a paso. La nueva generación de cineastas me gusta. Son profesionales valientes, internacionales, cinéfilos y entusiastas, y se les ha quitado la responsabilidad que tenían los grandes directores de mi generación que tenían que recibir subvención, producir, animar, escribir… Todo un mundo que les hace grandes. Grande Manuel Gutiérrez Aragón, grande Aranda, grande Chávarri, grande Almodóvar…
Y ahora, ¿qué le gustaría hacer?
Me conformo con hacer películas. Solo quiero hablar a través de mis películas. Estoy en el principio de mi carrera otoñal. Quiero buscar personajes y meter mi cuerpecillo en ellos, en Cervantes y en cuatro flaquitos más.