Lucile Hadzihalilovic: «Lo fantástico, lo imaginario, lo metafórico no son un material fácilmente admitidos»

Por Chusa L. Monjas · 19 septiembre, 2015

Lleva su nuevo trabajo, Evolution, a Zinemaldia

Lucile Hadzihalilovic tiene muy presente el viaje que hizo a San Sebastián para presentar su película Innocence. Lo que más le llamó la atención era que había mucha gente en las salas y lo cinéfilo que era el público. Por eso tiene muchas ganas de ver la reacción que suscita su nuevo trabajo, Evolution, coproducción respaldada por Francia, Bélgica y España que este año concursa en el certamen donostiarra.

“Lo que más me gusta de los festivales es el encuentro con los espectadores”, ­reconoce la directora y guionista gala, que salió por la puerta grande en su anterior visita, en 2004, a Zinemaldia al hacerse con el galardón de Nuev@s Director@s. Ahora, reaparece con un relato, el segundo que lleva su firma, que sigue a un chico que vive con su madre en una isla.

“Es una historia de concepción. Están los fondos marinos, el hospital, los misterios del ser humano… No es una película de ciencia ficción aunque trate la idea del ser humano como especie, es un cuento fantástico y onírico que describe las angustias de un niño al borde de la pubertad, y que tiene un vínculo oscuro con su propio nacimiento”, desvela. Lanzarote fue el escenario elegido por Hadzihalilovic porque su naturaleza volcánica daba al filme una dimensión “dramática”. Un marco único, “diferente al mediterráneo, africano y caribeño» que no está definido geográficamente en la película para que ésta tenga un carácter universal.

“Lanzarote ha sido un lugar muy inspirador y el hospital abandonado en el que filmamos cerca de Barcelona, también”, rememora la cineasta, que también tiene muy buenas palabras para el coproductor español, Sebastian Álvarez (Volcano Films). “Él y su equipo infundieron mucho entusiasmo y energía al rodaje, algo muy valioso porque disponíamos de muy poco tiempo”. Los elogios se extienden a la directora artística Laia Colet, “que tiene una mirada y un gusto excelente. En esta película, los decorados son tan importantes como los perso­najes”. Y de todos los personajes, destaca el protagonista que encarna Max Brébant, un chaval de 12 años con un carácter “alegre y una madurez que nos ayudó mucho”.

Evolution ha tardado seis años en ser una realidad, no porque fuera un proyecto caro, advierte la realizadora, sino porque ha sido difícil de financiar. “Fue complicado encontrar productores valientes que apostaran por una historia tan particular. Lo fantástico, lo imaginario, lo metafórico no son un material fácilmente admitidos en la cultura francesa”. Y eso que considera que, salvo por el idioma, la película no tiene un vínculo estrecho con el cine francés y tampoco con el español, aunque se haya filmado aquí y con gran parte de equipo de este país. ­“Pero me puedo equivocar porque en España hay una tradición de películas fantásticas y góticas, con personajes de niños enfermos o perturbados, y dos de las historias que más me han marcado mucho son El espíritu de la colmena y ¿Quién puede matar a un niño?”.

Confiesa que ha rodado bajo el formato de coproducción por una elección artística –“tenía claro que quería rodar en las Islas Canarias, es casi el único lugar en Europa donde podía encontrar las atmósferas y escenarios adecuados”– y también por obligación –“en mi país es muy difícil rodar películas de terror con niños. ­Además, esta fórmula nos permitió ­encontrar en otros territorios la financiación a la que ya no teníamos acceso por no rodar en Francia”–. La que, por el momento, es la primera fémina en ganar en el Festival de Estocolmo –gracias a Innocence–, no se ha sentido discriminada por el hecho de ser mujer, “sino más bien porque hago un cine diferente al de la mayoría. Por desgracia, la discriminación de las mujeres es un problema de la sociedad que sobrepasa los dominios del cine”.

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