Con la inocencia despierta de todo director novel que aún no ha enseñado su película al público, y como niño con zapatos nuevos, Dani de la Torre se muestra henchido de entusiasmo y frenesí ante el estreno de El desconocido el próximo 25 de septiembre. Lo suyo son las emociones fuertes y le tocará vivirlas de primera mano en el Festival de Venecia, ciudad que no conoce y en la que este thriller vigorizante despegará su carrera frente al espectador; y en el Velódromo de Anoeta de Zinemaldia, donde presentará su ‘primera criatura’ ante 3.000 personas en una pantalla de 400 metros cuadrados.
“Piensa en grande, Dani”, le espetaba su queridísima productora Emma Lustres cuando sus apabullantes planos aéreos aún solo estaban reflejados en tinta y papel. Más que airoso sale Dani de la Torre de una primera vez que ha marchado a toda velocidad por las calles de La Coruña. Y de Galicia al mundo.
Su película no parece la de un director novel…
El director soy yo, pero los productores, los grandes técnicos de los que me he rodeado y los actores han aportado mucho, y es que si estás rodeado de un gran equipo no vas a tener excesivos problemas, otra cosa es que te salga bien… Cuando fantaseaba con su ópera prima en su época de estudiante, ¿imaginaba un filme de estos mimbres? Soñar es gratis, claro que pensaba en algo así, pero lo que nunca imaginé es que pudiera convertirse en realidad. Mis amigos me preguntan si no me siento turbado estrenándome en el cine de la mano de Tosar, unos técnicos brillantes, Vaca Films, Atresmedia Cine, Alberto Marini, Warner… Creo que lo que realmente da miedo es no tener los medios para contar lo que quieres.
Dio con una productora que entendió su proyecto desde el principio.
Ellos han hecho grande una idea que solo tenía en mi cabeza. Emma Lustres me dijo una frase cuando el proyecto se puso en marcha: «Dani, piensa a lo grande. Cuéntame lo que te encantaría hacer, que luego ya me encargaré de cómo pagarlo». Es muy bonito que le digan eso a un director, más si es un realizador que rueda por primera vez en cine.
UNA DE ACCIÓN, PERO SOCIAL
Congratula ver que se puede hacer este tipo de películas en nuestro país.
Fue un reto técnico brutal, un filme de 3 millones de euros, contenido de producción en el que utilizamos medios y recursos técnicos traídos ex profeso muy costosos, queríamos conseguir angulaciones y planos diferentes para que el espectador se enganchase desde el minuto uno. Es una película metrónomo, que todo el rato hace tic tac. Es lo más complicado que he hecho en mi vida, pero estoy más que satisfecho.
Vas a ver una de acción con Tosar, y de repente aparecen los malditos bancos.
No quería hablar de macroeconomía ni de ingeniería bancaria. Quería contar una historia humana desde abajo, no la de los escalafones superiores que mandan e influyen, porque al fin y al cabo nos fastidia lo humano, el engaño y el sentirnos utilizados. Aún recuerdo que en la época de las preferentes salió a la luz que directores de bancos habían engañado a amigos de la infancia y familiares solo por avaricia y conseguir más estatus social. El robo de nuestra confianza es algo estremecedor.
Luis Tosar cuenta que usted es un espectador voraz.
Me enamoré del cine cuando mi madre me llevó a ver ET, luego a ellos les tocaba turnarse para acompañarme porque no quería salir de la sala. A día de hoy, veo todo tipo de películas y me doy cuenta que se bebe de influencias muy diversas. El cine es tan sumamente poderoso porque hay muchas formas de contar y emocionar con una misma historia.
¿Le gusta el cine de acción que se hace en nuestro país?
Es fácil percibir lo mucho que hemos avanzado. Es una cuestión de presupuesto. Dale a Monzón, Bayona o Álex de la Iglesia 50 millones de dólares y ya verás qué película hacen. Hace años era imposible contar aquí una historia como El Niño, La isla mínima o Balada triste de trompeta. Hemos superado muchos tópicos.
Usted estará ya pensando en su segunda incursión en la dirección.
Hay algo muy en origen en donde intentaré complicarlo todo más aún, también con Vaca Films y Marini, pero he hecho mi primera película como si fuera la última. Emma me decía que los noveles filman su primer largometraje y la mayoría no vuelven a rodar otra nunca más. El hecho de no poder cumplir expectativas alimentaba mi cabeza, todo el rato pensaba que si algo no salía, en mi corazón no debía quedar la angustia de no haber hecho lo posible por contar la historia que quería contar. Esa fue siempre mi premisa, crear lo máximo dentro de mis limitaciones, hacer mi sueño lo más grande posible.
