Daniel Calparsoro: «El thriller es pura vida»

Por Chusa L. Monjas · 3 marzo, 2016

Se enrola a las películas de ladrones y robos de bancos con Cien años de perdón

 

Entró como un ciclón en el cine español con la impactante Salto al vacío y, película a película, se ha afianzado como un director con empuje que persigue hacer un cine entretenido que interese y resulte atractivo a la audiencia. Daniel Calparsoro siempre se ha mostrado sin pelos en la lengua, sin complejos, y ha presentado sus propuestas con títulos cortos (Pasajes, A ciegas, Asfalto, Guerreros, Ausentes, Invasor, Combustión). Ahora, veinte años después de su debut, alarga la longitud del encabezamiento de su noveno trabajo, Cien años de perdón, historia con la que se apunta a las producciones de ladrones y robos de bancos que el 4 de marzo llega a los cines. Luis Tosar, Raúl Arévalo, Jose Coronado, Patricia Vico, Marian Álvarez y los argentinos Rodrigo de la Serna, Joaquín Furriel y Luciano Cáceres protagonizan el guión de Jorge Guerricaechevarría, del que Calparsoro saca la siguiente moraleja: «el mundo puede que sea una mierda, pero de vez en cuando alguno que otro se sale con la suya, y en esta película ese alguno que otro es el espectador».

 

Tal como está el panorama, a más de uno se le habrá pasado por la cabeza atracar un banco.

Todo el mundo ha fantaseado alguna vez con robar un banco, que en los últimos años se han convertido en el enemigo público número uno con corbata.

Los golpes a entidades bancarias son parte fundamental de la historia del cine.

Los atracos son siempre cinematográficos porque reflejan situaciones al límite con personajes que se están jugando la vida, y esto siempre genera mucho interés y funciona muy bien como thriller. Dentro de esta temática, hay algunos filmes violentos y muy oscuros como Killing Zoe, y otros más soft como la saga Ocean’s Eleven, donde los ladrones son los buenos. La mejor de todas para mí es Tarde de perros, porque hay agresividad, genera miedo, y a la vez va descubriendo el lado humano de los atracadores y te pones de su lado. Salvando las distancias, Cien años de perdón se enmarca en esta línea porque hay giros y, según se van destapando los personajes, te van seduciendo.

¿Había soñado alguna vez con hacer una película como ésta?

Lo pensé muchas veces, pero no me lo tomé en serio hasta que en 2011, rodando Invasor, me lo propusieron los productores Borja Pena y Emma Lustres (Vaca Films). Tomamos como ejemplo Tarde de perros, pero no para copiar, porque la nuestra es política ficción con muchos giros para sorprender al espectador. No queríamos que, desde el principio, hubiese empatía por los protagonistas. Nuestro objetivo es que den miedo, generen tensión y nervios y luego, poco a poco, vayas conociendo su lado humano. Se van quitando las capas y te vas con ellos, quieres que triunfen, mientras que, según va avanzando la trama, el establishment, las instituciones están cada vez más podridas, más oscuras, son los malos.

Muchos verán un reflejo de lo que está pasando en España.

Y en otros muchos países en los últimos años. Sí hay una intención en segundo saque de hacer un retrato de lo que está pasando. No es una película política, pero su trasfondo sí lo es. Es cine de entretenimiento con enjundia.

Nunca había filmado una cinta tan coral

Fue una novedad trabajar con tantos personajes, todos interpretados por grandes actores, que pasan por muchas situaciones, y a todos había que darles su espacio. También fue nuevo manejar el humor, elemento que venía marcado por Jorge, que ha hecho muchas comedias y que tuvimos que combinar con mi visión del thriller, más oscura, más real. La película se mueve entre esas dos aguas, y todo ha quedado ensamblado, nos ha salido bien.

Le ha salido una película muy masculina.

Es una peli de tíos en la que hay unas mujeres con un carácter muy fuerte, que no se arredran, no son meras acompañantes. Los actores argentinos insuflan a la historia una frescura brutal, y Luis Tosar –al que tenía muchas ganas– me dio todo su apoyo, lo que fue muy importante porque él es un intérprete muy respetado en Argentina, donde a mí no me conocía nadie. Luis tiene planos de contención muy complicados porque tiene enfrente a Rodrigo de la Serna, que es muy expresivo, y no le eclipsa porque Luis es Luis. Todos son animales interpretativos. Como director eres el cocinero, y para cocinar bien hay que tener buen género.

Cenas durante 365 días

Todas sus obras cabalgan entre el drama y el thriller.

El thriller es pura vida. Me da emoción, me atrapa y me motiva.

Usted se nutre de la realidad y, aunque es un tópico, una vez más la realidad supera la ficción.

Siempre. Vivimos en un mundo que va a una velocidad brutal, vamos por detrás, porque en cuanto te acostumbras al ritmo vital del globo, este ya ha cambiado. Imaginas y piensas algo, y ya ha pasado, se está entrando en una cosa nueva. Cien años de perdón se sitúa 4 ó 5 años atrás, porque si la hacemos actual estaremos detrás y se notará. Cogimos elementos inspirados en cosas reales y los hemos manejado a nuestro antojo. No hemos hecho una crónica periodística.

Jorge Guerricaechevarria es de Bilbao y usted es de San Sebastián…

Estuvimos un año quedando para cenar. Nos hemos entendido muy bien. Jorge tiene una clarividencia para enfocar historias, definir los personajes y está abierto a lo que le propones. Hemos parido la historia entre los dos, pero él es el guionista, yo no he escrito nada.

Ha contado con el respaldo de Argentina y Francia.

Si aspiras a un presupuesto medio, de 4 ó 5 millones, no llegas solo con el mercado nacional, tienes que irte fuera. A K&S Films le interesó el guión porque hay elementos argentinos de peso –en Argentina se estrena el 3 de marzo, un día antes que en España–.

En esta ocasión, va de la mano de una potente cadena.

He trabajado en total libertad con Vaca Films, Morena Films y Telecinco Cinema.

Lo bueno está por llegar

Lleva haciendo películas desde 1994.

Mi pasión por el cine no ha hecho más que aumentar. Es una experiencia maravillosa y muy intensa generar situaciones, personajes, imágenes… Ves mi primera película y la última y siempre están las máscaras, de otra manera, pero son máscaras. Mi preocupación por transmitir algo es muy potente, y no siempre lo puedes hacer porque no estás en forma para hacerlo. No soy una persona regular y mi carrera tampoco lo es.

En su trayecto también se ha encontrado con la televisión. Es un firme defensor de la ficción en la pequeña pantalla.

La ficción española ha mejorado muchísimo. Las cadenas se empeñan en episodios de 70 minutos, lo que es un hándicap porque las tramas se alargan mucho. Ganaríamos si los capítulos fueran de 50 minutos. La televisión es un lugar interesante para trabajar, para prepararse, tiene mucho futuro y es una industria real de la que puedes vivir, aunque mal. Es un lenguaje distinto al del cine porque su negocio es la publicidad, hay que vender cosas y entre esas cosas, venden ­ficción para que estés más entretenido y puedan emitir más anuncios.

¿Cuál es el futuro del cine español?

Estamos en un momento de incertidumbre. Depende del Gobierno que se forme y cuánto dure; habrá que revisar la Ley de Cine, una norma que tiene cosas buenas y también malas. Hemos pedido la Ley de Mecenazgo para la legislación fiscal y quieren incluirla como si fuera una subvención estatal porque dicen que son impuestos que no se pagan, pero esos impuestos que no se pagan revierten en impuestos indirectos. Esto tenemos que rebatirlo. Hay una regeneración de directores, guionistas, actores… con mucho talento que nos darán sorpresas muy agradables. Es muy difícil empezar, a mí también me costó mucho arrancar, pero hay que pelear.

Nueve películas, series y tv movies en dos décadas, ¿qué análisis hace?

Espero que lo bueno esté por llegar. Como cineasta no me veo, no hago una reflexión, vivo como siempre día a día. Pienso dónde estoy ahora, no me voy a proyectar en un futurible.

Y entre sus objetivos más cercanos, ¿entra trabajar fuera de España?

De momento no tengo necesidad de salir.

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