La evolución del universo femenino

16 septiembre, 2016

La novia clausura la tercera edición del ciclo ‘Mujeres que no lloran’

Dos amigas que se sientan a charlar de cine, del papel de las mujeres en el cine, de la evolución de los personajes femeninos, de literatura, del universo femenino de García Lorca y de los jóvenes actores, intercalando anécdotas y risas fue el ambiente que llenó el auditorio de la Academia en el coloquio que sucedió a la proyección de La novia, de Paula Ortiz. Con la presencia de Ángeles Maeso, miembro de CIMA, Luisa Gavasa y Consuelo Trujillo fueron las artífices de que la clausura de la tercera edición del ciclo ‘Mujeres que no lloran’ se convirtiera en un acto entrañable, emotivo, divertido y, en muchos momentos, reivindicativo.

«El año pasado hubo muchas películas con protagonistas femeninas muy potentes, lo que es algo inusual. Este año hemos vuelto a lo habitual… Estamos en una sociedad patriarcal. La mujer está muy olvidada en nuestro cine, y cuando aparece, aparece con la visión del hombre. Hay que hacer un esfuerzo, mujeres y hombres unidos”, comentó Consuelo Trujillo. Luisa Gavasa se manifestó igual que su compañera de reparto en La novia, e incluso fue más allá al dirigirse directamente al director del Festival de San Sebastián: “Rebordinos, con todos mis respetos, ¿todo hombres en la sección oficial? ¿Ni una sola mujer? No se confía en las mujeres para según qué cosas…”.

Ambas actrices coincidieron en que los personajes femeninos en nuestro cine le deben mucho a Pedro Almodóvar. Como explicó Consuelo Trujillo, “en los 80 comenzó a darle protagonismo a la mujer, a otro tipo de mujeres, empezó a abrir el paisaje humano de lo femenino, con libertad y con una mirada más despreocupada… Y luego llegó el momento en el que estamos, en el que cineastas mujeres dan otro acento al mundo femenino”. “Gracias a Almodóvar, hay un antes y un después”, apostilló Gavasa.

La obra de Federico García Lorca, su especial sensibilidad para reflejar el universo femenino, “fuera de estereotipos y de los esquemas de la época”, también fue puesto de manifiesto por las dos actrices, que en teatro (Consuelo Trujillo) y en el cine (Luisa Gavasa) han dado vida a la madre del novio de Bodas de Sangre. Gavasa llegó a la película de Paula Ortiz pues ya había trabajado con ella en su anterior filme, De tu ventana a la mía, y porque a ambas les unen “dieciséis años de afecto, de trabajo y de sueños compartidos”, aclaró la actriz. “Yo llegué a Paula Ortiz de la mano de Carlos Álvarez Novoa, con quien hacía la obra en teatro. Cuando me enteré de que Paula preparaba La novia, le envié un mail pidiéndole que por favor, por favor, quería estar en la película, y me daba igual qué personaje”, señaló Trujillo.

Los recuerdos y sensaciones de ambas actrices sobre La novia reflejan una complicidad y un cariño muy especial. Luisa Gavasa y Consuelo Trujillo recordaron entre risas las “jugarretas” de la tramontana, el frío “aplacado” al finalizar el rodaje en encuentros ante un buen vino, “un rodaje muy duro, sin dinero, pero donde he conocido a las mujeres más valiosas y más generosas”, aseguró la madre del novio en la película.
El reto de los jóvenes 

Las nuevas generaciones de actores jóvenes en nuestro cine llevaron a estas dos actrices a reconocer que ahora están mucho más preparados “con clases de equitación, esgrima, respiración…, pero carecen de un conocimiento de los grandes nombres de nuestra escena, de los que hemos aprendido todos. No saben quién era José Bódalo, ni las Gutiérrez Caba, ni María Luisa Ponte… En nuestra época no había escuelas de interpretación y aprendíamos de ver, de imitar… Esta generación de jóvenes es maravillosa, aprenden de todo porque hay escuelas… Ojalá hubiera tenido yo eso. Muchos se creen que salir en televisión es ya ser actriz o actor, y son pólvora de un día. Eso es lo que peor llevo de los jóvenes… Falta de generosidad y de humildad. Lo demás me encanta y me da mucha envidia”, comentó Gavasa.

En este sentido, Consuelo Trujillo cree que “en las últimas décadas se ha valorado más la formación y el estudio de los actores; eso me da mucha esperanza porque creo que la formación es la piedra angular para crecer como artista. Pero el respeto a los demás es fundamental, que un actor es uno más en un rodaje, en un ensayo de teatro… Todos somos iguales, todos hacemos cine, del primero al último, maquilladores, técnicos, sonidistas, guionistas… Eso es algo que los jóvenes deben ir ganando”.

Para terminar Consuelo Trujillo aludió a otro problema, no solo de nuestro cine, sino de nuestra sociedad: la rigidez y peligro del estereotipo de belleza actual. “Las actrices no somos modelos, somos mujeres de carne y hueso. Pediría un fuerte compromiso con llevar humanidad a la pantalla, y no unos prototipos y esquemas de belleza que tienen que ver con la moda. Los jóvenes están inmersos en ese peligro y tienen el reto de romper esos moldes… Y también es un reto para el público, porque el público quiere ver esos prototipos de belleza en el cine, y causan mucho sufrimiento a los profesionales”. 

La novia puso el cierre a la tercera edición del ciclo ‘Mujeres que no lloran’, organizado por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales, patrocinado por AISGE y realizado en colaboración con la Academia. Virginia Yagüe, presidenta de CIMA, despidió el ciclo asegurando que “el cine es rico, debe ser rico, diverso, plural; las mujeres somos diversas, plurales, y trataremos de cambiar esa dinámica de que los protagonistas y las historias sean casi siempre masculinos”.

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