Rodrigo Sorogoyen: «Vemos tantos maleantes que necesitamos meterlos en la pantalla»

Por Juan MG Morán · 19 septiembre, 2016

Presenta Que Dios nos perdone en la Sección Oficial a concurso de Zinemaldia

Inconsciente y poco preocupado por el futuro, “no pienso tanto en el mañana, sino en hacer lo que quiero hacer y luego esperar que dé frutos”, Rodrigo Sorogoyen estrenará el 28 de octubre Que Dios nos perdone. Directo del cine de guerrilla (su anterior película fue el fenómeno indie del año, pero se quedó en los 70 000 euros de recaudación) llega de vuelta al cine industrial por la puerta grande: acompañado por unos socios soñados para la producción y de la mano de Roberto Álamo y Antonio de la Torre, dos animales escénicos a los que se ha acercado “con desconocimiento, pero con respeto”. Si el Festival de Málaga los Stockholm lo celebraron bailando All my friends, de LCD Soundsystem, está por ver cómo goza Rodrigo Sorogoyen de Zinemaldia. Impulso y ganas voraces no le faltan.

 

La sinopsis de la película reza “Madrid, verano de 2011. Crisis económica, Movimiento 15-M y millón y medio de peregrinos que esperan la llegada del Papa”. ¿Dónde estaba ese verano?

Justamente allí. Vivía en la calle Montera y me tocó quedarme en Madrid en agosto porque iba mal de dinero. Los centros de las grandes ciudades no son lugares idílicos ni pacíficos, pero ese año hizo mucho calor y las cargas policiales en el 15-M eran casi diarias. Se querían cambiar las cosas, pero dos fuerzas se contraponían. A eso hay que unirle que la ciudad se abrió de manera indiscriminada y sin cortapisas a algo tan religioso con lo que gran parte de la población no estaba de acuerdo.

¿Ya vieron ahí material cinematográfico?

Isabel Peña, la coguionista, y yo notamos mucha violencia en el ambiente. Aunque ese verano estábamos enfrascados preparando Stockholm, tuvimos claro que queríamos desarrollar una historia en ese contexto. Como con otras tantas ideas, la dejamos apuntada para desarrollarla a posteriori.

¿Fue Stockholm clave en el desarrollo de Que Dios nos perdone?

Sin duda. El guión no lo hubiera leído con tantas ganas un productor como Gerardo Herrero si no hubiese existido Stockholm.

Tiene como socios a Tornasol Films, Atresmedia Cine, Warner…

No voy a decir que lo que ha ocurrido ha sido mágico, porque suena pomposo, pero sí creo que he tenido una suerte espectacular. En el mundo del cine los avances son lentos, pero todo termina en una evolución lógica. Entonces si está Tornasol es más facil que esté Antena 3, si está Antena 3 es más fácil que entre Warner…

Después de hacer una película casi entre amigos, ha rodado una producción con mucha más solidez. ¿Perdió algo en el camino?

Seguro que sí, pero no lo he notado porque en todo momento he ido bastante asustado y precavido. Pensaba que iban a ser más prudentes o reticentes con cosas que a mí me gustaban, pero he sentido que tenía muchísima libertad. He hecho la película que quería hacer.

¿Ni siquiera tanta violencia fue un problema para ellos?

Hemos rebajado ciertas cosas, pero nadie me ha obligado a quitar nada. Los productores entendieron la dirección de la película, y yo siempre supe que esta historia tenía que contarse en esos términos.

¿Cuánto del Madrid de Stockholm queda en el Madrid de Que Dios nos perdone?

Estamos frente a la misma ciudad mirada de manera diferente. Es curioso que esa ciudad que alberga una historia de amor de una noche pueda por el día sufrir manifestaciones y ver a policías que se aburren persiguiendo a un asesino. Me aburriría mucho como director haber rodado mi ciudad de la misma forma en dos películas tan diferentes.

 

Por una industria sana

¿Qué tiene el thriller para que se ruede tanto en España?

Es un género que se vende mejor. Aúna comercialidad y, al mismo tiempo, permite explorar y hablar de sentimientos, emociones y seres humanos con mucha facilidad. Además algo tendrá que ver aquello de que en estos filmes siempre veamos personajes con claroscuros y mucha violencia, algo de lo que hoy están repletas las sociedades occidentales.

¿Cree que España se cuenta bien en estos mimbres?

Si eres buen narrador, se puede explicar desde cualquier género. Está claro que en los ochenta y los noventa nos tocaba reírnos porque veníamos de cuarenta años de infierno, lo que dio pie a un cine más ligero. Ahora es cierto que abunda el thriller, pero debe ser porque estamos continuamente viendo a maleantes que necesitamos meter en la pantalla.

¿Volvería a trabajar en un filme a la manera de Stockholm?

Siempre y cuando el equipo cobrase. No repetiría el tener que pedirle a gente de mi confianza que capitalizase un sueldo. Aunque personalmente prefiera estar rodando sin cobrar que no rodando a secas. Evidentemente, preferiría que la industria estuviese sana, que tuviese la capacidad de seguir haciendo películas grandes, medianas y pequeñas de una manera saludable.

¿Piensa ya en su próxima película?

Pienso siempre en varias historias a la vez, porque me aterra estar tantos años paralizado en un mismo proyecto. Ahora mismo estoy intentando sacar adelante una comedia romántica que me gustaría rodar y escribiendo otro guión junto a Isabel Peña, también para Tornasol Films. Otro thriller, esta vez sin pistolas ni asesinos: un thriller político.

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