El director de fotografía Juan Amorós, que llevaba el celuloide en las venas y que por encima de todo siempre se sintió un cameraman, falleció el pasado martes en Madrid, a los 80 años de edad. El juego del ahorcado, de Manuel Gómez Pereira, con el que colaboró en numerosas ocasiones, fue la última película en la que trabajó este técnico que a los 11 años ya andaba por los pasillos del NO-DO y , dos años más tarde, paseaba los domingos por su barrio con una cámara que le dejaron para que fuera practicando.
El que durante la segunda mitad de los sesenta fue el operador más representativo de la Escuela de Barcelona, grupo que removió los cimientos creativos del cine en Cataluña, vivió los primeros tiempos de implantación de TVE y participó en más de 80 películas (Ditirambo, Morbo, Fanny Pelopaja, Padre nuestro, Sé infiel y no mires con quién, Tiempo de silencio, El año de las luces, Esquilache –que le valió la nominación al Goya–, Cuernos de mujer, Cha cha cha, Desde que amanece apetece….).
Nacido en Barcelona en 1936, Amorós, que era miembro de la Asociación de Autores de Fotografía Cinematográfica (AEC) y de la Academia de Cine, era un enamorado de la cámara y, como Godard, pensaba que el movimiento y el encuadre eran una cuestión moral, tal y como recoge el ‘Diccionario del Cine Español’ de la Academia.
