Manane Rodríguez: «En Uruguay no se ha hecho justicia todavía»

Por Enrique F. Aparicio · 20 noviembre, 2016

Presentó Migas de pan en el Festival Internacional de Cine de Gijón, que se celebra del 19 al 26 de noviembre

Seis mujeres. Diez metros cuadrados. Trece años. Durante la dictadura militar uruguaya, entre 1973 y 1985, cientos de personas fueron arrestadas, torturadas y encarceladas por sus ideas. Liliana Pereira, interpretada en diferentes momentos de su vida por Justina Bustos y Cecilia Roth, encarna a esas víctimas mujeres que solo muchos años después están consiguiendo hacer oír su voz. Migas de pan es la cinta seleccionada por Uruguay para competir por el Oscar, pero tiene un 80% de capital español y está firmada por una exiliada uruguaya que lleva en nuestro país toda una vida. Una oportunidad para «conocernos mejor». La cinta se estrena el 7 de diciembre, pero antes concursa en la sección oficial del festival de Gijón.

 

Migas de pan es un ejercicio de memoria, ¿qué cree que necesita recordar Uruguay?

No se ha hecho justicia todavía. Muchas de las personas que participaron en violaciones y torturas siguen en sus casas. Lo juicios se demoran, los archivos se meten en un cajón. Estas mujeres estuvieron, bien por los prejuicios de la sociedad o por falta de confianza en la justicia, guardando esa piedra en el corazón durante mucho tiempo.

El grupo de mujeres que puso una denuncia hace tres años fue el punto de partida de la película. La cinta es un homenaje a esas víctimas de las que casi no se ha hablado, y que aguantaron de manera inexplicable esa prisión tan fuerte. Una mujer que lo sufrió, y que ha colaborado en la preparación de la película, nos decía que su lema durante el encierro era “de rejas para fuera ellos, de rejas para dentro nosotras”. De rejas adentro crearon una vida de apoyo mutuo, de resistencia, de la que nunca se habló.

Son hechos duros de recrear.

No quería que fuera una película derrotista, y creo que hemos hecho una cinta muy vital. Lo que me dice la gente es que les hace bien verla. No salen hundidos, sino con esperanza y con mayor capacidad de reconocimiento de sí mismos y del otro. Superar el oprobio con ese compañerismo encuentro que es un tema más bien femenino, de mujeres. Los hombres también se apoyaron pero de otra manera. Ellas siguen siendo amigas, se siguen viendo, y su relación es muy especial. Estar 13 años juntas en diez metros cuadrados las convirtió en más que familia.

Esta es un película eminentemente femenina. ¿Las historias de mujeres pesan menos en la Historia con mayúscula?

Claro. Mujeres activas, con peso, siempre hubo, pero solo ahora se comienzan a rescatar sus historias, que siempre quedan al margen. Algo de eso es lo que cuenta Migas de pan. Habla de mujeres que fueron castigadas doblemente: no solo por sus ideas, para los victimarios también eran unas traidoras porque no hacían lo que debían, que era estar con sus hijos en casa y no meterse en líos. Se ensañaron con ellas particularmente.

¿Cree que es más complicado llevar al cine una historia tan femenina como esta?

Es inusual, sí, porque todo el peso lo llevan ellas. Hay quién me dice “me hubiera gustado conocer mejor a los torturadores, a los hombres”. Mi respuesta es “a mí no”.

La película tiene un 80% de capital español, pero representa a Uruguay en los Oscar.

Yo tengo doble nacionalidad, vivo desde hace muchísimos años en España. Me vine exiliada y aquí comencé a hacer cine, por lo que mi vínculo cinematográfico es con España, pero la mayoría de historias que quiero contar no son íntegramente españolas. Mi vínculo con Uruguay no ha cesado nunca. Esto ha facilitado la colaboración.

¿Es la coproducción el medio ideal para contar este tipo de historias?

Desde hace años la coproducción es parte fundamental del motor de nuestro cine. Puede que ahora mismo estemos más castigados económicamente, en ambas partes, y la cinematografía lo sufre. Pero luchamos para sacar las historias adelante, con el apoyo de unos y otros.

Todo el mundo en España conoce a algún latinoamericano: un amigo, un vecino, un compañero de trabajo. Y a lo mejor no sabemos tanto de ellos. La gente tampoco va radiando su pasado, por eso encuentro que contar nuestras historias hace bien. Se ven las cosas que tenemos en común, nos conocemos mejor. En el caso de Migas de pan también había españoles emigrados que sufrieron la represión uruguaya.

La apuesta española, Julieta, también es un filme sobre el universo femenino, ¿cree que 2016 es un año de mujeres?

Cada vez se van haciendo más películas con mujeres protagonistas: no va a poder ser de otra manera. Se hacen intentos, se recula, pero no hay otra opción. Somos la mitad de la población y es lógico que tengamos una mirada y que contemos historias desde nuestro ángulo.

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