Anna Serner: “Premiar a mujeres resulta amenazador porque queda patente que son tan buenas como los hombres»

Por Chusa L. Monjas · Foto: ©Per Myrehed · 29 septiembre, 2017

La directora del Instituto de Cine Sueco, Anna Serner, asegura que su plan para conseguir la igualdad de género en el cine es «universal»

Las pantallas, tanto la grande como la pequeña, son una poderosa arma para destruir estereotipos, de ahí la importancia de que las mujeres puedan participar en igualdad en la industria audiovisual. Trabajar, demostrar su talento y luchar contra los tópicos es la receta que aplica Anna Serner en el Instituto de Cine Sueco, a cuya dirección llegó en 2011, momento en el que en esta organización de financiación y apoyo a la producción nacional las mujeres representaban un 30% del total de productores y directores, y un 25% de las solicitudes de financiación.

Cineasta y abogada, la ejecutiva sueca se puso manos a la obra. Su primer paso fue conocer a fondo el sector y posteriormente diseñar una estrategia para alcanzar el 50% de cada género. Su proyecto partió de los cinco argumentos más comunes para explicar la ausencia de la mujer en la gran pantalla. El primero fue que no había cineastas capacitadas – «las hay, pero no se las ve»–, premisa que desmontó creando una base de datos con todas las féminas que habían trabajado en el cine sueco desde 1985. El segundo supuesto fue que las mujeres no tienen experiencia para estar en producciones de grandes presupuestos –»a los hombres se les selecciona por su potencial, no por su experiencia. Creamos un programa mentor en el que mujeres consagradas compartían su experiencia y sus trucos para aprender técnicas de estrategia y empoderamiento. Era un red de intercambio»–.

Serner también se preguntó por qué ellas no son tan activas a la hora de llamar a las productoras –“es una falta confianza en nosotras mismas. Visitamos escuelas de cine y vimos que las mujeres y los varones reciben un trato muy diferente. En el Instituto de Cine decidimos proporcionar fondos a las regiones para programas de formación desde la base sobre cine”–. Y se dio cuenta que cuantos más fondos recibían las cineastas, mayor era el porcentaje de productoras, directoras y guionistas. “Las mujeres también tenemos derecho a tener éxitos y fracasos. Seguimos recopilando datos y trabajando porque necesitamos la igualdad de género detrás de la cámara para tener otras perspectivas. Necesitamos la diversidad”, resalta Serner, para quien las películas dirigidas por mujeres se estrenan en menos salas y en peores condiciones.

“Suecia es un país modélico en muchos aspectos, pero sigue siendo un territorio desigual a nivel de igualdad de género, una lucha en la que todos tenemos que aportar para que se produzca una transformación social”, declaró Serner en el I Foro FIACINE  de Cineastas Iberoamericanas que reunió en la última edición del Festival de San Sebastián a representantes de varias Academias de Cine, Fundación SGAE, CIMA, EGEDA, el ICAA y Caimán. Cuadernos de Cine.

 ¿Por qué es tan complicado para la mujer abrirse un hueco en la industria cinematográfica y audiovisual?

Porque no vivimos en un mundo igualitario. Así que no hay demasiadas diferencias con el resto de la realidad.

¿Qué impresión ha sacado del I Foro de FIACINE de Cineastas? ¿Es exportable el modelo que ha implantado desde el Instituto de Cine Sueco?

Mi conclusión es que es totalmente posible exportar el modelo sueco simplemente estableciendo un objetivo, poniendo en marcha un plan de acción y fijando un presupuesto. El plan puede ser modificado, y el tiempo necesario puede variar entre países, pero el modelo es universal.

¿Qué recomendaciones ha hecho a sus colegas de España y Latinoamérica?

Necesitan hacer que la gente con poder inicie el cambio para empezar a trabajar. Y para conseguir que esa gente se implique en el trabajo por la igualdad de género, es necesario cuestionar si la gente poseedora tiene un plan, un objetivo y ponen unos medios.

Según los datos de FIACINE de 2016, solo en la interpretación ellas superan a sus compañeros al alcanzar el 51%. ¿Qué lectura hace de este porcentaje?

Hacer números no es suficiente. Necesitamos analizar qué papeles están haciendo las mujeres. Si las películas aprueban el test Bechdel-Wallace (sistema que evalúa la representación de la mujer en el cine).

«El sistema de cuotas es una amenaza para los que no quieren un cambio»

Lograr la igualdad de género ¿es solo cuestión de dinero?

El dinero supone una buena parte del problema, pero también el poder y dónde ponen el foco las historias. Cómo interpretan la vida y la sociedad.

Para conseguir la paridad, ¿qué importancia le da al apoyo político?

Mucha, porque casi todos los países tienen financiación pública. Si los políticos no apoyan la igualdad de género y trabajan a su favor será muy difícil que las asociaciones y las instituciones hagan su trabajo. En los países sin financiación pública no es tan necesario un apoyo político.

Usted ha dicho que no tiene miedo a las cuotas, ¿por qué las cuotas de género tienen tan mala imagen?

El sistema de cuotas es la mayor amenaza para la gente que no quiere un cambio, porque es una herramienta definitoria. También son una amenaza para la idea de calidad que han conformado las élites, por lo que establecer cuotas y seguir teniendo cine de calidad es lo mismo que decir que esas élites se equivocaban, que no sabían realmente qué es la calidad.

No es habitual que una mujer gane el premio a mejor dirección por la escasa presencia de féminas en los festivales. Este año, en San Sebastián se ha llevado este reconocimiento la cineasta argentina Anahí Berneri, la segunda mujer que consigue este galardón en los 65 años de historia del certamen. A juzgar por esta cifra, la conclusión podría ser la siguiente: ¿dónde están las directoras?

Mujeres hay, pero no llegan a hacer tantas películas como los hombres. Así que, por supuesto, no están lo suficientemente representadas en los premios. Premiar a mujeres resulta amenazador porque queda patente que son tan buenas como los hombres, y que por lo tanto deberían tener las mismas oportunidades a la hora de rodar.

¿Por qué sigue habiendo tantos prejuicios por parte de los productores contra las películas dirigidas y protagonizadas por mujeres?

Porque creen que las mujeres no son lo suficientemente buenas. No esperan que las mujeres sean buenas. Son parciales, consciente e inconscientemente.

¿Es contraproducente la etiqueta ‘cine para mujeres’?

No lo sé.

Llegará el día en que el cine no sea cosa de hombres. ¿Asistiremos al final del sexismo?

Espero que sí, como consecuencia de que las mujeres estén haciendo más cine. Pero se  necesitará tiempo.

La unión hace la fuerza. En los últimos años, reconocidas actrices hacen continuos llamamientos y actos de reivindicación como protesta ante la industria cinematográfica. ¿Qué importancia le da a estas iniciativas para que se produzca el cambio?

Reciben mucha atención de los medios y se convierten en modelos a seguir para quienes quieren alzar su voz. Y cuanto más gente lo haga, creo que más probable será que alcancemos la igualdad.

 

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