En el ocaso de la gloria, encuentro con Peter Turner

26 abril, 2018

Peter Turner, protagonista real de Las estrellas de cine no mueren en Liverpool, de Paul McGuigan, y Guillermo Balmori, experto en cine clásico, visitan la Academia

Con el tiempo, algunas estrellas de Hollywood se apagan. Fue el caso de Gloria Grahame, cuya trayectoria fue tan destacable como olvidada a día de hoy.  Una vez que su carrera cinematográfica terminó, la actriz pasó a los teatros de Inglaterra, donde se enamoró de un inusual actor, Peter Turner. Sus memorias han sido llevadas a la gran pantalla en Las estrellas de cine no mueren en Liverpool –protagonizada por Jamie Bell y Annette Bening–, que ha sido relacionada por varios expertos con Mi semana con Marilyn, de Simon Curtis, y que llega a los cines el 18 de mayo.

Para Turner, que protagonizó un coloquio en la Academia, esta película “ha hecho que nos volvamos a detener en la filmografía de Gloria, a la que acudían los directores cuando sabían que otras actrices no serían capaces de hacer lo que hacía ella. Hace poco hubo una retrospectiva sobre su obra en New York y uno de los críticos afirmó que ella ocupaba, de manera justa, un puesto entre los grandes actores y actrices del siglo XX de Estados Unidos”.

Grahame fue un icono del cine noir, ocupando el papel de femme fatale. Sin embargo “en Oklahoma! o Cautivos del mal, Gloria también utiliza un registro cómico. La película de McGuigan además la humaniza, se muestra a una mujer bastante desenfada y con un gran sentido del humor”, señaló Guillermo Balmori.

 

Y la estrella declina

En 1981, Grahame fue diagnosticada de cáncer de mama, pero viajó a Inglaterra para continuar con su carrera en el teatro, por lo que su salud se deterioró rápidamente y ese mismo año murió.

Pero antes, en los años 60, la actriz ya fue golpeada por uno de los chismes más ruidosos de Hollywood: “Gloria se casó con su hijastro diez años después de divorciarse de su ex marido, que era un hombre poderoso de la industria. En el juicio él alegó que Gloria ya había comenzado la aventura con su hijastro cuando este tenía 13 años, y lo ganó. Como consecuencia, ella perdió a sus hijos y su carrera. Si eso, que supuestamente pasó en los años 50, hubiese sido cierto, ¿la hubieran galardonado con un Oscar en el año 52?, ¿hubieran puesto su estrella en el paseo de la fama en el 59? En fin, Hollywood”, indicó Turner.

Por otra parte, el autor explicó como, según la industria iba cumpliendo años y, con ella, Grahame, la disponibilidad de papeles a los que podía optar era menor: “A los 35 años una actriz ya era vieja”.

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