Antonio Méndez Esparza: «Hago cine de una manera egoísta»

Por Chusa L. Monjas · 14 mayo, 2018

Ha dirigido y escrito La vida y nada más, la primera producción española de la historia que obtiene un galardón en los Film Independent Spirit Awards

Con su primer largometraje, Aquí y allá, ganó en la Semana de la Crítica de Cannes. Cinco años después de este debut a lo grande, Antonio Méndez Esparzaescribió y dirigió La vida y nada más, un doloroso retrato de la América con escasos recursos económicos con la que este madrileño ha triunfado en la última edición de los Film Independent Spirit Award (los Oscar del cine independiente) al conseguir el Premio John Cassavetes, que reconoce a los largometrajes con un presupuesto inferior a los 500 000 $. Un prodigio, porque esta historia sobre una madre soltera afroamericana que lucha por sacar adelante a sus dos hijos es la primera producción española de la historia que obtiene un galardón en estos importantes premios. Filmada en las calles de Florida, con actores no profesionales, capital español y un equipo de 19 personas –varios de ellos estudiantes a los que Méndez Esparza da clase–, esta modesta película que acaparó aplausos en el Festival de Toronto, compitió en Zinemaldia –se alzó con el premio Fipresci– y logró el Premio Feroz Especial, simboliza lo que es la independencia cinematográfica en su esencia.

¿Cómo vivió la gala de los Film Independent Spirit Awards? Dicen que es más divertida y relajada que la de los Oscar.

La gala es muy distendida. Es larga, así que uno puede aprovechar y acercarse a hablar con Frances McDormand o Agnès Varda. Intentas no actuar como fan, pero es inevitable no caer en esa rendida admiración. Saludé a Varda, a Sean Baker… Me arrepiento de no haber saludado y charlado con Luca Guadagnino, los hermanos Safdie y otros tantos.

¿Qué sintió y en quién pensó cuando oyó que La vida y nada más había ganado el premio John Cassavetes?

No nos lo esperábamos. Luego pensé que sería capaz de recitar el discurso que había practicado la noche anterior. Caminé con cierta convicción. Hubiera saltado sobre Robert Pattison –le entregó el galardón junto a Elizabeth Olsen–, al que admiro profundamente. Pero una vez miré a la audiencia, se me olvidaron todas la palabras y salí del trago.

Es el director y guionista de la primera producción española de la historia que obtiene un galardón en estos prestigiosos premios. Toda una hazaña.

Que yo sea residente en Estados Unidos y que la película tratase una temática americana nos dio la oportunidad de participar. No ha habido muchos directores españoles que hayan podido consursar. Pero sí, es un premio enorme, teniendo en cuenta el gran número de producciones independientes que se hacen en EE. UU. todos los años y que la competencia es feroz.

Había grandes historias. Most Beautiful Island, de Ana Asensio, es maravillosa, pone los pelos de punta, es una película radical en su propuesta y producción; y A Ghost Story es un milagro de contención.

Trabaja con equipos muy reducidos y con presupuestos muy pequeños, ¿cree que tendría que haber más reconocimientos para los largometrajes producidos con menos de medio millón de dólares?

Creo que soy un privilegiado porque hasta ahora he hecho dos películas de pequeño presupuesto, pero con un armado de película media. Los productores, y en particular el productor principal de las dos cintas, Pedro Hernández Santos, me dio libertad y medios para hacerlas. La película ha recibido enormes reconocimientos, aunque no ha tenido mucha suerte en su carrera comercial. 

Con mis dos filmes, la prensa ha sido muy generosa en sus críticas, y aunque han tenido el apoyo de la crítica, no han tenido suerte con el público. Y el público es soberano. 

Supongo que fue especial que este galardón lleve el nombre del padre del cine independiente y uno de los ejemplos más importantes de una alternativa al modelo de Hollywood.

John Cassavetes es un nombre que define y marca una trayectoria única. Lo que nos hace estar especialmente orgullosos del premio y de tener esa ligadura a su nombre es que él era, entre otras muchas cosas, un gran director de actores, anteponía la figura el actor a muchas otras cosas. Veía al actor como lo principal, la esencia, y yo comparto esa idea. Aún abrazando la idea de actores no profesionales, o intérpretes debutantes, lo que busco en ellos es que sean capaces de estar en el momento, de abrazar el presente. De ser actores, aunque no lo sepan. 

Encontrar un público 


¿Qué barreras encuentra en la actualidad el cine indie?

Creo que más que barreras, da ciertas libertades. Hay películas que solo pueden ser financiadas de manera independiente. Muchos de los directores son independientes, en el sentido que producen sus propias historias. El modelo de cine europeo promueve la figura del director independiente, que ahora está ligado a una coproducción con una televisión. Prefiero hablar de presupuesto; creo que Pedro Almodóvar es tan independiente como Alex Ross Perry, pero tienen contextos muy distintos.

En nuestro país, cada vez son más las películas que, sin tener presupuestos astronómicos y al margen de las grandes productoras, llegan a las pantallas gracias al talento de unos directores que apuestan por lo que quieren contar con determinación. ¿Está el cine indie español en auge?

De nuevo habría que hablar de presupuestos. Hay películas españolas hechas con muy poco que son enormes. Diamond Flash, La mano invisible, La plaga… Creo que en España se ha reaccionado a una falta de presupuestos con audacia y un enorme valor artístico. Hay un flujo constante de nuevos realizadores, y la pelea siempre está en encontrar un público.

¿Qué es lo que más le interesa cuando cuenta una historia?

Los personajes, el contexto político. El reflejo de una realidad ajena en la que trato de indagar, descubrir y transformarme. Hago cine de una manera egoísta.

¿Qué busca cuando elige a sus no actores?

Que puedan ser el personaje que imagino, pero a la vez, que derrumben todos mis pre-conceptos, mis ideas, que me iluminen durante el viaje. Sin ellos, la película no existe. Busco que la cámara les de igual, y que puedan aceptar la escena como verdadera.

¿Cómo es la relación de trabajo entre Pedro Hernández (Aquí y Allá Films) y usted? ¿Formarán tándem por tercera vez?

Somos amigos de la infancia y compañeros del equipo de fútbol. Comenzamos juntos con la productora y él la ha liderado desde entonces y ya ha producido siete largometrajes.

Ojala sea que sí, en eso andamos. Siempre es un placer trabajar con alguien que te conoce bien, que sabe apoyarte en los momentos difíciles, y con el que discutir es posible y no lleva a romper la relación. Podemos pensar cosas muy distintas, pero aceptamos el punto de vista contrario.

En una entrevista, Paul Schrader decía que el problema del cine contemporáneo no eran las películas, sino el público. ¿Está de acuerdo con esta declaración?

No puedo culpar al público. Quizás hay que tratar de llegar a la audiencia de maneras distintas, pero cuando Ida, Verano 1993 o Breaking the Waves son grandes éxitos, tiendo a seguir teniendo fe en el público.

¿Por qué es tan complicado para los cineastas independientes conseguir distribución en salas? ¿Ha encontrado distribuidor en EE. UU. para La vida y nada más?

No hay tantas salas, la competencia es enorme, las películas de mayor presupuesto dominan la parrilla… hay muchos factores. Un debate, constante y ya antiguo, es el de si el cine debe provocar, iluminar, o entretener. Creo que hoy la gente busca más entretenimiento, y de ahí la dificultad. ¿Esto debe de cambiar? Esa pregunta la dejo para otros.

CFI es el distribuidor americano, es pequeño y está haciendo un gran trabajo. Hemos peleado mucho por distribuir en salas La vida y nada más, que el próximo octubre se estrenará en un cine legendario de Nueva York. Esperamos lanzar la película en 15 ó 20 ciudades.

No solo ganó una película española, también estaba nominada en esta categoría Most Beautiful Island, de Ana Asensio, ¿entiende este doblete como una señal de que el cine español está rompiendo barreras?

Pienso que es un reflejo de la economía española de hace unos años. Muchos españoles salieron del país como consecuencia de la crisis. Entre ellos estaba yo, que tuve la suerte de poder venir a Estados Unidos y que la película ha sido recibida con tanto cariño. Creo que es un reflejo de ese cine español hecho a pesar de y contra todo. De esa voluntad de crear por encima de todo, que no es solo única del cine español, sino de otros como el americano y el argentino. Nuestro cine, dentro y fuera, tiene una filmografía muy rica, diversa, y personalmente me gustaría que fuera un poco más celebrada dentro del país por el público y las instituciones.

 

«Hay películas españolas hechas con muy poco que son enormes»

 

Vive en Florida, ¿le tienta acercarse a Hollyowood? ¿Volverá a hacer cine en España?

Me gustaría hacer una película grande, aunque sea por descubrir cómo es. Me siento un cineasta amateur, y eso sería de alguna manera profesionalizarse. Buñuel habla de su período mexicano, de las primeras películas que hizo allí y que le convirtieron de alguna manera en un cineasta profesional. Ese reto, aprender más del oficio, es algo que me atrae, aunque soy consciente de que puede haber enormes dificultades. Eso puede pasar en Hollywood o en España, con una película diferente, imagino que de un mayor presupuesto.

¿Por qué hace cine?

El cine es un modo de vida, una manera de enfrentarse a la realidad, de sacar conclusiones, de explorar la realidad. También es un proceso de colaboración, y esa colaboración es lo que enriquece la película, lo que la convierte en algo vivo. Hay algo hermoso, de casi un parto entre muchos, hay algo casi religioso en la entrega, en la enorme generosidad de muchos profesionales en la creación de una película. 

El cine nos hace soñar, quizás nos enseña a vivir, y hay una profunda voluntad de crear compartida por muchos. Eso provoca que hacer cine sea una aventura extraordinaria.

¿Por qué abandonaría sus raíces independientes?

No creo que las abandone nunca. No me llaman los productores para dirigir Juego de Tronos Guardianes de la Galaxia 3 –aceptaría de inmediato la primera opción–. Quiero hacer un cine comprometido con la realidad y el contexto social. Un cine del que sea culpable y en el que tenga la libertad de encontrar y también de equivocarme. Un cine del que sea plenamente responsable.

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