Esculpir el tiempo | Encuentro con Fernando Franco

8 febrero, 2019

El montador y director Fernando Franco fue el protagonista del segundo encuentro del ciclo ‘Montar, soñar’, que mensualmente acoge la Academia y que se propone visibilizar el oficio del montaje dentro del proceso cinematográfico. La cinta Blancanieves, de Pablo Berger, y que le valió a Franco la nominación al Goya a Mejor Montaje, centró la conversación con el ganador a Mejor Dirección Novel por La herida, que compartió conversación con el veterano montador Iván Aledo y el profesor de la TAI y montador.

Franco desgranó el proceso de montaje de Blancanieves, un proyecto de cine mudo con medios contemporáneos que ocurre “una vez en la vida. Ahora hacemos un cine más civilizado, pero en las películas que tomamos como referencia el lenguaje audiovisual estaba inventándose, no había modos de representación institucional. Te podías permitir hacer cosas que son inviables ahora, como montar planos de un fotograma”. El crepúsculo de los dioses, Las uvas de la ira o Único testigo fueron algunos de los referentes que usaron.

Confesó Franco también que, a pesar de lo que parece, “no es una película con muchas tomas, porque se rodó en poco tiempo, optimizando el rodaje. Estaba asustado porque había toros, un gallo, una niña de ocho años… y un plan de rodaje tremendo. Pero todo fue como un reloj suizo”. Los medios de rodaje no podían ser más modernos: “hay planos en las corridas rodados con Go Pro, con cámaras enterradas en la plaza o sobrevolando la acción. También hay mucho croma, por lo que se rodó en color y posteriormente se pasaba a blanco y negro”.

Pablo Berger, en palabras del montador, “sabía muy bien la película que quería, plasmada en un minucioso story board. No soy muy fan de los story boards porque el tiempo no está ahí, y el tiempo es con lo que trabajamos, pero había una línea clara de cómo queríamos que respirara la película”. Para Franco, “el montaje es un material y un millón de películas posibles debajo de ese material; hay que empezar a hurgar y sacar la mejor película, siempre con la visión del director o la directora. Como la escultura, el montaje es un trabajo sustractivo, que consiste en quitar y que al final te quede el David de Miguel Ángel. Tienes 200 horas de imágenes y tu trabajo consiste en quitar 198”.

 

Del guión a la sala de montaje

Ante una sala que colgó el cartel de aforo completo y en la que se encontrabas algunos de sus alumnos, Fernando Franco explicó que el proceso de montaje es determinante “en la construcción de los personajes, a través de las interpretación de los actores. Soy enemigo de pensar en tomas buenas o malas, porque son buenas o malas según para qué. Estás trabajando con muchas y ángulos, y según las decisiones que tomes los personajes se construyen de una manera u otra”.

Respecto al trasvase del guión al montaje, confesó que Blancanieves “es la película que he hecho que menos intervención tiene a nivel de estructura respecto al guión”, que se redujo a la selección de intertítulos y algunas transiciones. “En el guión había más intertítulos que en la película, intentamos quitar todos los posibles. De hecho, si hubiera sido una película solo para el público castellanoparlante, hubiéramos quitado más, porque muchas de las cosas se pueden leer en los labios. Se quedaron en 99 si no recuerdo mal”.

En la sala de montaje, además, no trabajaron con música: “montamos la película completamente muda, sin música de referencia, porque si a una película sonora que quitas el sonido se le ven todas las costuras. Aquí queríamos hacer el proceso a la inversa: intentar que no se le vieran las costuras sin sonido y después añadirle la música”.

 

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