El encanto de las bambalinas | Encuentro sobre Las cosas del querer

27 marzo, 2019

“Tú eres alto y yo bajita, tú eres rubio y yo tostá. Tú de Sevilla la llana y yo de Puerto Real”. Para toda una generación de cinéfilos, la popular copla ‘Las cosas del querer’ siempre tendrá la voz y el rostro de Ángela Molina y Manuel Bandera, protagonistas de la cinta de igual título, protagonista de la segunda sesión de Acción y telón, el ciclo dedicado a las adaptaciones teatrales que organizan la Academia de las Artes Escénicas de España y la Fundación Academia de Cine.

En un encuentro con Bandera y Jaime Chávarri, que llegó a dirigir la película “por casualidad, porque la iba a filmar Gerardo Vera pero al productor Luis Sanz le pareció que tenía poca experiencia”, moderado por Antonio Castro, los asistentes pudieron conocer los detalles de esta producción de tremendo éxito en Argentina, que llegó a tener una segunda parte coproducida con el país latinoamericano.

Manuel Bandera, para el que Las cosas del querer fue su primer trabajo en cine, explicó que entonces era “bailarín en el ballet de Giorgio Aresu. Mi comadre Bibiana Fernández me presentó a Luis Sanz un día y este, que fue el descubridor de Rocío Durcal entre otras estrellas, me propuso un papel menor en la película, de miliciano. En un segundo encuentro me preguntó si sabía cantar, a lo que contesté que bueno, desafinar no desafino. Me hicieron todo tipo de pruebas, como si fuera una artista de la época real de Las cosas del querer, y me ofrecieron protagonizarla”.

Sanz, productor de grandes éxitos de cine folclórico, controlaba hasta el más mínimo detalle, según relato Chávarri. “Era capaz de parar el rodaje para que el caracolillo de Ángela Molina fuera exactamente como el de Estrellita Castro, o para que el lunar pintado estuviera en el lugar correcto”, comentó divertido. “A la hora de seleccionar las canciones, se las ponía a sus secretarias, y si no les gustaban no entraban en la película”. El cineasta atribuye el éxito del filme a que “mostraba una parte desconocida del mundo de la copla, las bambalinas. La película recrea con mucho detalle un mundo cutre, grabamos en teatros cuyos camerinos no habían cambiado en 40 o 50 años”.

“En España ha quedado como una película querida, pero en Argentina fue un pelotazo tremendo”, contó Bandera, que tomó conciencia del fenómeno cuando pasó unas horas por Buenos Aires haciendo escala hacia Punta del Este: “un montón de periodistas corrieron hacia mí y yo me asusté porque no entendía nada. Era por la película. Todos los hijos de emigrantes tenían una relación especial con ella. Los niños pequeños se sabían las canciones, porque las cantaban en el colegio. Fue algo impresionante”. La crítica, explicó Chávarri, fue por otros derroteros. “Había unas confusiones divertidas, en una crítica decían que Las cosas del querer trataba del cante jondo. En Argentina, que son tan intelectuales, cuando me entrevistaban me hablaban todo el rato de El desencanto y de esta no, porque había tenido éxito”.

El director no tenía demasiado contacto con el llamado género frívolo. “Mi padre era un admirador absoluto de Queta Claver, y me metía con él en el teatro aunque no podían entrar menores. Además mi abuelo me llevó a ver a Conchita Piquer, pero ese era mi único contacto”. Aceptó rodar el filme porque le “divertía trabajar en un terreno que desconocía”. Durante el rodaje no intuía el posterior éxito de la producción, pero “cuando vimos la secuencia de Ángela Molina cantando el morrongo en color, porque el visionado diario era en blanco y negro, supimos que la película visualmente iba a estar muy bien”.

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