“Afrontar este momento supone o engancharnos a la revolución digital o quedarnos en el siglo pasado”. Así de rotunda se mostró Mercedes de la Fuente, directora del centro de conservación y restauración de Filmoteca Española, en el encuentro celebrado en la Academia de Cine bajo el título ‘Del analógico al digital’. Esta transformación afecta no solo al séptimo arte, sino a todas las industrias culturales, entre ellas la de la edición de libros, de la que dio testimonio Victoire Chevalier, presidenta de ASELID, asociación empresarial del libro digital.
La potencial democratización de la cultura, el cambio de referentes –del crítico al booktuber y al impacto en redes sociales– o la sacralización del libro físico, son algunos de los temas que generan contradicciones a los personajes de Dobles Vidas, donde Guillaume Canet y Juliette Binoche interpretan a un matrimonio en el que él es un editor parisino que afronta la reconversión digital de la editorial en la que trabaja y ella interpreta a la protagonista de una exitosa serie policíaca.
Este contexto digital actual en el que se ambienta la película interpela directamente al cine. “Supone replantearnos lo que es una Filmoteca, tal cuál está concebida es hasta la aparición del digital. El esfuerzo del siglo XX era buscar esos materiales y conservarlos. Buscar en naves, casas, saber la temperatura adecuada, la humedad… recuperar, catalogar y restaurar hasta que sea un material preservado”, explicó De la Fuente, que ahora pone el reto en plantearnos “¿qué materiales estamos generando? Los DCP no aguantan más de 10 años ¿los archivos son los correctos?¿qué programas los podrán abrir en el futuro?¿Dónde van a estar estos contenidos que ahora solo están en las plataformas?”.
¿Dónde van a estar estos contenidos que ahora solo están en las plataformas?
Reivindicó el papel de la entidad como garante de que todo esto esté disponible en el futuro y para ello pidió recursos económicos suficientes a las Administraciones Públicas –“hemos trabajado muy precariamente, con la crisis no ha habido ofertas públicas de empleo”–, que se establezca una norma sobre la preservación de las obras cinematográficas y la colaboración de las productoras. “En 2017 el ICAA calificó 241 largometrajes y se depositaron en Filmoteca poco más de 60”, lamentó la responsable del centro de preservación fílmica.
Una cuestión que ya está resulta en la industria editorial, donde se entregan de cada libro que se publica cinco ejemplares para la Biblioteca Nacional. “Y desde hace dos años hay una ley para que las empresas que generen los e-books también entreguen un ejemplar a la institución”, apuntó Chevalier, que también señaló la batalla de formatos en su sector: “Las editoriales académicas trabajan con PDF, grandes empresas, como Amazon o Apple tienen sus propios formatos, el HTML se va a estandarizar… a un editor le piden formatos diferentes de un libro pero no hay tanto mercado que justifique esta inversión”.
Accesibilidad y colaboración
Frente a la utopía de la democratización de la cultura, De la Fuente puso el acento en la accesibilidad. “Si la democratización implica mejorar el acceso entonces sí que hablamos de una digitalización positiva. Intentamos que las películas libres de derechos se puedan ver en nuestra web. Antes los interesados tenían que solicitarnos un visionado presencial, que la copia estuviera disponible…”, explicó. Por su parte, Chevalier señaló las ventajas para “los que no viven en un núcleo urbano y aquellos con alguna dificultad para leer a los que ayudan los formatos digitales y audiolibros”.
Y para frenar la ingente cantidad de materiales del cine español que se generan, pero que se están perdiendo, la directora del centro de conservación y restauración apeló a la colaboración entre distintos Archivos y Filmotecas y la propia Academia de Cine, «que guarda los carteles de las películas, materiales que nosotros no tenemos». La tarea pendiente también es actualizar la Ley de depósito legal de 2011 para que tenga en cuenta este nuevo contexto digital y el potencial y el papel de la entidad española, con capacidad para albergar más de un millón de películas y que cuenta con 40.000 títulos y 200.000 materiales, ya que deja en manos de las Comunidades Autónomas el tema de la preservación «y muchos archivos regionales no cuentan con la estructura necesaria para ello. Solo se exige el depósito en Filmoteca Española a las películas que han recibido las ayudas del ICAA».