Andrea Jaurrieta es cineasta, guionista, productora, actriz, ayudante de dirección, fotógrafa y “muy buena directora de actores porque, como ha estudiado interpretación, sabe que somos almas en pena”, destacó Ingrid García-Jonsson, la protagonista de la ópera prima de la realizadora navarra, Ana de día. Y la antagonista de esta historia que indaga en el concepto de la identidad, Mona Martínez, estuvo de acuerdo con su compañera. “Andrea es clara, concisa y directa. Respeta las formas de trabajar y los tiempos que precisa el actor antes de hacer una escena, lo que es muy enriquecedor. Fue una capitana que sabía hacía donde iba el barco”, apostilló.
A las reflexiones de Ingrid García-Jonsson y Mona Martínez, Jaurrieta comentó que los intérpretes de su primer largometraje le aportaron “muchísimo” y que cada una llegó al personaje “de manera distinta. Mona hizo un trabajo más metódico, mientras que el de Ingrid fue más visceral, y ambos fueron válidos”, dijo la directora, que se reencontró con sus actrices en la tercera jornada del ciclo organizado por CIMA con la Fundación Academia de Cine y la participación y el patrocinio de AISGE, ‘Mujeres que no lloran’, que exhibió esta producción independiente que en la última edición de los Goya estuvo nominada en la categoría de Mejor Dirección Novel.
Formadas con el mismo profesor, las actrices aseguraron tener “la misma base». «Andrea me decía: ‘confía en mí, esto va a salir bien’. Su seguridad me hizo lanzarme a la piscina, me permitió jugar. Al ser una película de bajo presupuesto, pensé que si nos equivocábamos, era el lugar para hacerlo”, indicó la intérprete nacida en Suecia, criada en Sevilla y residente en Madrid.
Por su parte, Martínez señaló que tenía “anécdotas maravillosas” de la primera prueba que hizo para Jaurrieta, y que ella no solía “ni pedir ni proponer al director, y menos a Andrea que lo tenía tan claro y que te facilita el trabajo en el set, donde pedía silencio y respeto al equipo antes de cada secuencia”.
De Roma a Madrid
Las dos intérpretes se identificaron con sus papeles en esta propuesta que surgió de la pregunta: ¿qué haría si un día, por casualidad, ve a alguien que es exactamente como usted? García-Jonsson, que confesó que siempre encuentra algo “con lo que conectar” en los personajes “que están bien escritos y con cariño”, hablaría con su doble. Martínez, que también empatizó con su personaje “porque lo que se respiraba al leerlo, ya me afectó. Además, si te eligen, es porque hay algo que puedas dar”, confesó que no sabía si buscaría o evitaría conocer a su copia.
Jaurrieta escribió Ana de día en Roma, la ciudad en la que quería filmar esta producción que completó su financiación con una campaña de crowdfunding por la diferencia entre el día y la noche, que es muy importante porque cuanto más se adentra Ana (Ingrid García-Jonsson) en la noche, más se aleja de si misma–»Todos los personajes intentan huir, esconderse en la noche”–.
Al final, el escenario fue Madrid. Un Madrid en el que sale un submundo cuando la protagonista entra a trabajar en un music hall desfasado y decadente. “ Me gusta la cochambre y la caspa. Me resulta muy atractiva la estética de los años 70, el teatro chino de Manolita Chen, la película de Bigas Luna Bilbao, las historias de Fassbinder…”, explicó Jaurrieta, que tiene en el salón de su casa el néon del music hall. No fue la única que se quedó objetos del rodaje porque Mona Martínez conserva dos lámparas y dos marcos dorados de plástico e Ingrid García-Jonsson ropa de su personaje.
Tras Ana de día, que se rodó en 5 semanas y un proceso de montaje de nueve meses –»lo bueno que tiene el cine indie es que los tiempos los controlas tu”, dijo la directora–, Jaurrieta compagina las clases de cine que da en varios centros con la escritura de una nuevo guión; Mona Martínez ha participado en las nuevas propuestas de Benito Zambrano y Paco Cabezas; e Ingrid García-Jonsson, que no ha parado desde que hizo Hermosa juventud –tiene en cartel La pequeña Suiza y pendiente el estreno de Salir del ropero–, dirigirá el corto que ha escrito “porque quiero quejarme menos y hacer más”.