“Dejarse llevar, que os enamoréis de ellos y no estéis pensando qué es cierto y qué no”, fue el consejo de Carlos Marqués-Marcet para adentrarse en Los días que vendrán, la experiencia de una pareja de treintañeros, Virginia y Lluís, que tienen que aprender a ser tres, cuando todavía no han aprendido a ser dos, y que se rodó paralela al embarazo de la pareja de actores David Verdaguer y María Rodríguez Soto. Hasta aquí las similitudes con la realidad, de la que se alejaron los protagonistas, para “crear unos personajes que, desde la distancia, llegaran a una verdad más grande”.

En un encuentro en la institución tras el preestreno de la cinta, el director y los protagonistas explicaron que esta propuesta partió del realizador de 10.000 km y Tierra firme, que cierra con esta historia su trilogía sobre la maternidad. De nuevo repite con su actor fetiche y amigo, David Verdaguer, al que siempre le reserva “roles masculinos muy distintos, pero que en cierto modo todos están perdidos y no saben cuál es su lugar”, en palabras del intérprete, al que le costó aceptar porque “tenía mucho miedo de que fuera ‘Alaska y Mario’, de que se convirtiera en un reality, porque el tener un hijo era algo muy íntimo, así que marcamos unas líneas rojas”. La actriz fue la que quiso tirarse a la piscina en este proceso que, “fue muy natural».

De numerosas improvisaciones y grabaciones en casa de Marqués-Marcet surgió finalmente un guión, que no tuvo forma hasta que, al séptimo mes de embarazo de la actriz, descubrieron el vídeo casero de su nacimiento. “Ahí entendí la película. Estábamos haciendo lo mismo, un vídeo casero, pero yo quería que apareciera también la cara B, los momentos malos, lo que nunca se muestra”, señaló el ganador del Goya a Mejor Dirección Novel por 10.000 km.

Y es que junto al hecho íntimo de un embarazo y los conflictos de una pareja ante la llegada de un bebé, aparecen realidades como la precariedad laboral, la gentrificación y el papel del hombre en este proceso en el que la mujer es la protagonista del embarazo. “Me gusta hablar de micropolítica, de como nuestra forma de relacionarnos tiene mucho de ver con la situación sociopolítica en la que estamos”, afirmó el director, que cree que el personaje de Lluís (Verdaguer), “tiene que dar ese paso atrás, asumir que el hombre no está en el centro”.

La relación entre el cine y la vida

Considerado un director “muy feminista” por sus intérpretes, el realizador reflexionó sobre su interés en algo tan cotidiano como la maternidad. “No intento hacer nada original, me interesa precisamente ver lo que todos podemos pasar desde la ficción. Tener un hijo es de los pocos rituales de la vida que quedan. Los rituales ya no están: te vas de casa de tus padres y vuelves, te casas y te divorcias… pero tener un hijo es una de las pocas cosas de las que no te puedes echar atrás. Ese momento de cambio, todo ese momento antes de llegar a ese abismo es lo que intenta capturar la película”, aseguró.

Virginia y Lluís se plantean si están preparados para tener hijos, una cuestión que María Rodríguez atribuye a “un signo de nuestra generación”, que no se daba en la de sus padres y abuelos. Esa misma generación de treintañeros es la que ha abordado Marqués-Marcet en su filmografía. “Las siento como películas de aprendizaje. Era una manera de hablar de lo que me rodea”, afirmó el realizador, que considera que “hay una gran relación entre el cine y la vida”.

Ganadora de la Biznaga de Oro a Mejor Película del Festival de Málaga, Los días que vendrán, se estrenará  en cines el próximo 28 de junio, fecha en la que el público podrá “compartir esta experiencia”, en palabras del realizador catalán, que en sus próximos proyectos se adentrará en terrenos inexplorados en su cine: “Tengo ganas de hablar de otras edades alejadas de la mía”.