Claude Lelouch, un cronista de la vida

3 septiembre, 2019

El cineasta francés presenta en la Academia Los años más bellos de una vida, donde recupera a los personajes que cautivaron al público hace más de 50 años en Un hombre y una mujer 

Es una leyenda del cine francés que en sus películas persigue retratar instantáneas de la vida. Director, guionista, productor, actor y escritor, Claude Lelouch no solo quiere que el espectador ría, llore y se emocione con sus historias; busca lo más difícil: “que se le ponga la piel de gallina, y eso solo lo crea la vida. Por eso no me gustan las películas ‘de género’, porque en mis filmes, como en la vida, hay todo tipo de géneros”, manifestó el maestro galo en el encuentro que protagonizó en la Academia de Cine, donde se preestrenó Los años más bellos de una vida, que el próximo 13 de septiembre se estrenará en nuestro país.

Recibido con calurosos aplausos, Lelouch presentó la cinta en la que recupera una de las más icónicas historias de amor del cine de todos los tiempos, al llevar a imágenes el reencuentro de los legendarios Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée más de 50 años después de protagonizar Un hombre y una mujer. Este emblemático título, con el que conquistó el Oscar a la mejor película extranjera y al mejor guión original, y la Palma de Oro en Cannes, tuvo su origen en una imagen que tuvo Lelouch, la de una mujer paseando por la playa con un niño pequeño. El mismo modelo que tuvo con Los años más bellos… «Todas las películas que he hecho surgen a partir de encuentros, de personas que se han cruzado en mi camino. Soy un reportero de pequeños momentos de la vida, y a partir de ahí hago cine. Un cine de la espontaneidad, que está a mitad de camino de la verdad y de la mentira, y en el que tengo a la mejor guionista: la vida”, destacó.

¿Un sueño, un deseo, una oportunidad? ¿Qué le impulsó a rodar esta película? El vitalista cineasta despejó el interrogante. “El ser humano tiene una parte racional y otra irracional, y es a la segunda a la que tiendo a escuchar. Cuando se lo propuse a Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée me dieron un no rotundo. Les dije que los tres estábamos vivos, que era un milagro que un director se reencontrara con los mismos actores más de 50 años después de la primera vez. Hacer Los años más bellos… se convirtió en una obsesión y es una realidad por mi parte irracional”, explicó.

Marcado por Víctor Hugo

A sus 82 años, el entusiasta autor de Vivir por vivirLa aventura es la aventura, Una chica y los fusiles y Los unos y los otros comentó en el encuentro, que moderó la periodista Andrea G. Bermejo, que filmó el clásico Un hombre y una mujer con un presupuesto limitado y un tiempo de rodaje muy ajustado. “Las carencias ponen a trabajar la imaginación. Lo curioso es que la primera la rodé en tres semanas y Los años más bellos de una vida -que cuenta con flashbacks e imágenes de archivo de la cinta original- en 10 días y con menos dinero que la primera”, indicó.

Presentada en el último festival de Cannes fuera de competición, Los años más bellos de una vida muestra al octogenario Jean-Louis Trintignant con problemas de memoria. El antaño piloto de carreras sí recuerda el gran romance que vivió con la bella script Anne -Anouk Aimée-, quien le visita en la residencia de ancianos en la que está internado. “Todos tenemos problemas de memoria, se nos olvidan las cosas, y eso está bien porque solo recuerdas lo bueno. Los personajes, quizá por la falta de memoria, comienzan una nueva gran historia de amor”, dijo.

Muy marcado por el escritor Víctor Hugo, de cuya novela Los miserables hizo una curiosa y personal adaptación titulada Testigo de excepción, Lelouch vive el presente, lo que no le impide revisar el pasado como cuando era pequeño e iba al cine sin pagar la entrada. “Me metía por la puerta de emergencia cuando la película ya había empezado, y salía antes de que terminara. No veía el filme entero, así que me imaginaba lo que pasaba. Las historias de la vida son secuencias, y una tras otra tienen como resultado una bella película”, rememoró el maestro galo, que confesó que era “muy supersticioso” y que ahora creía más en Dios.

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