La tecnología como decorado | Encuentro con James Gray

6 septiembre, 2019

En un mundo dominado por la conexión tecnológica, James Gray reivindica la unión entre seres humanos en su “fábula” espacial, Ad astra, que ayer preestrenó la Fundación Academia de Cine en colaboración con FOX España. “Vivimos en un mundo en el que cada uno de nuestros móviles tienen más capacidades que la nave espacial que llevó a Neil Armstrong a la luna. Y sin embargo, no hay mucha conectividad entre nosotros. Me horroriza ver que cada miembro de la familia cena en silencio mirando su teléfono. No digo que el mundo fuera mejor hace 20 años, pero el progreso humano da dos pasos para adelante y uno para atrás”.

Foto © Guillermo García Sáez

El director norteamericano reflexiona sobre el futuro cercano en la cinta que protagoniza de manera absoluta Brad Pitt –“interactúa con Tommy Lee Jones durante cinco minutos, con Donald Sutherland otros cinco minutos y ve a Liv Tyler en una pantalla: ahí tenéis un ejemplo de buen guión”–, cuyo origen se remonta a su afición por la carrera espacial: “soy un friki de estos asuntos, nivel tragarme las ruedas de prensa de la NASA. Recuerdo cuando a Armstrong le preguntaron cómo era ver la Tierra desde el espacio, y dio una respuesta técnica. No era capaz de llevárselo al terreno de la emoción”. Una incapacidad al parecer buscada para los cosmonautas. “Leí que la NASA buscaba personas dentro del espectro autista para ser las primeras en ir a Marte. La razón es que tenían que estar un año y medio en un espacio ínfimo con otras tres personas, por lo que no podían dejarse llevar por la emoción, tenían que ser muy fríos. Básicamente, la gente que pisará Marte tiene problemas para decir ‘hola’. Ahí surgió el germen de esta película”, explicó en la charla moderada por la periodista Beatriz Martínez.

Frente a otras producciones de corte similar como Gravity e Interstellar, y grandes nombres ineludibles del género como Kubrick y Tarkovsky, Gray reivindicó su apuesta por ir “a lo puro, al núcleo, y no tanto a la tecnología. Hoy he visitado el Museo del Prado, ¡que no está nada mal! Y me he acercado a los cuadros de El Greco, para observar esos brochazos tan evidentes. Yo he intentado hacer lo mismo, mostrar esos grandes elementos. En ese sentido, una gran influencia para la película es Moby Dick, novela de la que incluso he cogido unas líneas de diálogo para el final”.

El realizador espera que usar la tecnología como adorno y no como centro del relato haga que “dentro de 20 años la película se pueda ver y no haya envejecido. Al final, la ciencia ficción te da unos elementos concretos pero nos sirven para seguir hablando del ser humano y de lo que está mal en el mundo. A mí lo que más me gusta de 2001: una odisea en el espacio no son las naves espaciales, es HAL 9000 cantando mientras agoniza, la máquina convirtiéndose en humano”.

El autor de Z, la ciudad perdida, Two lovers o El sueño de Ellis, que ve “una película al día, independientemente de a qué hora acabe de trabajar”, y casi nunca “cine reciente, porque considero que una película no puede valorarse de verdad hasta pasados diez años”, defendió el uso de los cineastas del cine anterior. “Una vez le escribí una carta a Francis Ford Coppola diciendo que había copiado una idea de una de sus películas, a lo que me contestó: para eso están”. Preguntado por el inevitable Stanley Kubrick, Gray expuso que “aunque el pensamiento general es que todas las ideas de Kubrick son originales, hace poco vi una película futurista alemana de los años 20 y descubrí un plano simétrico de una persona dando vueltas a una habitación cilíndrica. La grandeza está en copiar de sitios que no sean evidentes”.

Foto © Guillermo García Sáez

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