Daniel Sánchez Arévalo: “He puesto el cuentakilómetros a cero”

Por María Gil · Foto: ©Txuca Pereira · 26 septiembre, 2019

Es el primer largometraje que Daniel Sánchez Arévalo rueda sin la compañía de alguno de  sus ‘primos’ (Antonio de la Torre, Raúl Arévalo y Quim Gutiérrez) a los que toman el relevo Nacho Sánchez y Biel Montoro, en el papel de dos hermanos que no pueden mirarse de tú a tú. Seis años después de su último filme –tiempo en el que ha explorado otros formatos y publicado su novela La isla de Alice– este cineasta, madrileño de nacimiento y cántabro de sentimiento, regresa con Diecisiete, una vuelta a sus orígenes cinematográficos y una oda animalista en sintonía con su creencia de que “la manera que tenemos de comportarnos con los animales dice mucho de lo que somos como seres humanos”.

Lleva seis años alejado de la gran pantalla. ¿Cómo ha sido el regreso?
No siento que me haya ido. He explorado otros territorios, pero que para mí están muy vinculados con el cine. Lo importante es perfeccionarme en el arte de contar historias. Este parón tenía que ver con tomar decisiones, porque uno se mete en una rueda en la que encadenas una película tras otra. A veces tienes que pararte y reflexionar sobre el tipo de cine que quieres hacer, y yo tenía la necesidad de dar un cambio y retomar el camino de mis comienzos. Diecisiete tiene mucho más vínculo con Azuloscurocasinegro e incluso con alguno de mis primeros cortos. De ahí el hecho de haber trabajado con un cásting de caras desconocidas, cambiar todo el equipo técnico… Está bien salir de tu zona de confort para seguir evolucionando.

Sigue orbitando en torno a la familia, con la relación entre un adolescente interno en un centro de menores, Héctor, que se escapa para buscar a su perro, y su hermano mayor, Ismael, que acaba acompañándole en este viaje.
Los grandes temas siguen presentes. Las relaciones entre hermanos son una constante desde Azuloscurocasinegro. Para mí todo tiene que ver con encontrar tu sitio en el mundo y aceptar el trocito de vida que te ha tocado vivir y las limitaciones de una manera positiva. Son personajes que de alguna manera están en una encrucijada y no saben para dónde tirar. Se ven enfrentados a sus propios fantasmas y casi siempre se tienen a ellos mismos como peor enemigo. Y una vez que libras esa batalla interna, a lo mejor puedes avanzar.

El otro gran tema es el vínculo de las personas con los animales. ¿La historia surge de su propia experiencia?
El origen es una noticia de 2012 que tenía David Serrano y que hablaba de perros que se utilizaban para la reinserción en centros penitenciarios. Pasaron los años y, como él no iba a hacer nada con ello, me dijo que si yo lo quería era para mí. Me lo llevé al terreno de un centro de menores porque tenía ganas de hacer una incursión en el mundo adolescente y el paso a la edad adulta. Y luego, claro que tiene que ver esta experiencia con mis perras. Podía entender perfectamente la historia de un chaval adolescente, peleado con el mundo, con problemas de comunicación, muy cerrado en sí mismo, cómo de repente la aparición de un perro en su vida le podía cambiar y hacerle estar más conectado con la vida. Desde pequeño me considero una persona muy animalista, siento más afinidad por los perros que por los seres humanos y tengo más facilidad para comunicarme con ellos.

En la cadena de pequeños delitos del protagonista hay una línea roja, que es el maltrato animal. ¿Quería lanzar un mensaje de concienciación?
El mejor cine social es el que no te intenta inculcar un mensaje, sino que te cuenta una realidad con unos personajes y una situación concreta. Sí que creo que la cinta habla del respeto y el amor a los animales, y cómo eso nos hace mejores personas y nos relaciona mejor con el mundo.

“Creo en los hombres vulnerables, contradictorios, con sus taras y que no tienen miedo de mostrarlo”

Se ha hablado mucho de las nuevas masculinidades en los últimos años en la ficción. ¿Se plantea qué tipo de roles reflejan sus personajes?
Esos roles arquetípicos más asociados a la masculinidad los he tirado por tierra desde que empecé, porque no creo en nada de eso. Creo los hombres vulnerables, contradictorios, con sus taras y con sus miedos y que no necesariamente tienen miedo de mostrarlo. Sin embargo, de mi filmografía esta es la cinta en la que menos se habla de sentimientos y menos se muestran. Son dos hermanos que tienen una barrera física y emocional entre ellos que no son capaces de traspasar ni de verbalizar, lo que es distinto a mis anteriores películas, donde mis personajes verbalizan mucho lo que les está pasando. Quería hacer una película más sencilla, contar más cosas con menos elementos, no abusar de los diálogos, tener una sola trama, dos personajes principales y a partir de ahí construir y reconstruir una relación de hermanos.

Bromeó en Twitter sobre el porcentaje de afinidad que le marcaba Netflix con una película suya, un 55%. ¿Se siente lejano a sus películas anteriores?
El tipo de cine que yo veo ahora tiene poco que ver con mis últimas películas. De ahí viene la reflexión de que me estoy alejando un poquito del cine que yo realmente quiero ver. Al final siempre intentamos hacer películas que nosotros querríamos ver en una sala. Es el ejercicio que he hecho con Diecisiete. Siento como si hubiera puesto el cuentakilómetros a cero y vuelto a empezar. No reniego en absoluto de mi cinematografía, pero sí que es verdad que yo una vez que acabo mis películas no puedo volver a verlas. Lo único que te queda es disfrutarlas a través de los ojos de los otros, de los que las descubren, las ven o las critican.

¿Le preocupa que los algoritmos nos separen de historias que nos podrían interesar?
Las películas al final se imponen por sí mismas. Me niego a pensar que hay una buena historia que no me vaya a llegar o de la que nadie me vaya a hablar. Creo mucho en la fuerza de la recomendación, más allá de la fuerza del algoritmo.

En 2017 “recomendó” a Mariano Rajoy las películas nominadas a los Goya, después de que reconociera no haber visto ninguna. ¿Ve más interés por el cine español en los líderes políticos actuales?
Me gustaría pensar que sí, pero no creo ni que lo hayan verbalizado, ni en sus programas electorales ni en los debates. Todo lo relacionado con la cultura ha sido o inexistente o mencionado de tapadillo. En un debate, Pedro Sánchez dijo que veía el futuro de Rivera Azuloscurocasinegro y me hizo ilusión por la referencia. Pero yo creo que hay algo de lo que todavía no se dan cuenta, que es del poder de la cultura, que debería ser un tema muy serio que estuviera encima de la mesa.

¿Cómo afronta el estreno en el festival fuera de concurso?
Hay algo bonito en los nervios de compartir tu película, un proceso tan íntimo, tan largo, donde estás muy en tu mundo… y, de repente, soltarla y que vuele.

Lleva el sello de ‘película oficial de Netflix’ ¿Será la única vez que Diecisiete se proyecte en pantalla grande?
Tras San Sebastián se estrenará en salas comerciales y después ya pasará a estar disponible en la plataforma. A mí, que soy absoluto defensor del cine en el cine y que sigo yendo todas las semanas, me hace ilusión que los que quieran también puedan ir a verla a una sala. De alguna manera hay que aprender a convivir, no creo que una cosa vaya a eliminar a la otra. Netflix está siendo generoso, entendiendo que también hay que venerar de dónde venimos.

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