Un enfoque diferente | Encuentro con Alberto Rodríguez y Rafael Cobos

14 noviembre, 2019

El director y el showrunner, cocreadores de La peste, charlaron con el público tras la proyección del primer capítulo de la segunda temporada

 

“Nosotros habíamos fantaseado muchas veces con pasearnos por las calles de la Sevilla del siglo XVI”, y ese sueño que a Alberto Rodríguez y Rafael Cobos les rondaba la cabeza y del que hablaban a menudo, se hizo realidad cuando Movistar+ le propuso al productor José Antonio Félez que le diera una idea concreta para desarrollar una serie. “Ahí empezó todo. Era toda una aventura”, recordó el realizador, quien confesó que barajaron dos opciones: “una era La peste y la otra una historia continuista de Grupo 7”. Rafael Cobos recordó que se estaba leyendo además El hereje, de Miguel Delibes, ese mismo verano, lo cual también influyó en la decisión.

“Normalmente escribo con Rafael y, cuando soy guionista, no me doy cuenta de lo difícil que va a ser todo. Fue muy complicado poner esto en pie y, sobre todo, poder hacerlo real, porque la ciudad se ha transformado muchísimo. No tiene nada que ver con lo que era”, explicó el director de La isla mínima ante la envergadura del proyecto. En cuanto al salto que supone el paso de un proyecto de largometraje a realizar una serie, Cobos reconoció que había un gran pro y un gran contra ante lo voluminoso de la historia: “en los guiones que habíamos escrito anteriormente, siempre habíamos tenido que hacer un ejercicio importante de descarte porque el formato no permitía incluir todo lo que queríamos. Y eso no ocurre ahora, es más trabajo pero caben más cosas”.

Un enfoque diferente

“En la segunda parte ha desaparecido la peste y la ciudad está en un momento de esplendor económico, por lo que es normal que lo hayamos enfocado de otra forma diferente”, reconoció el director. “El proceso que vive el personaje protagonista en la primera temporada no lo tenemos en la segunda, en la que se abren muchos interrogantes, muchos caminos, se cuenta Sevilla desde distintos puntos de vista, lo que ha hecho muy complicado el primer capítulo. No solo se abre la historia, también  transita hacia otros sitios y necesitábamos vincular todo lo que pasaba en la primera parte con esta segunda. No solo por esto, sino porque había que sembrar muchos personajes sin ser discursivos, demasiado informativos, y sin que se nos desvelaran las tramas”, destacó Cobos.

«Cuando planteamos la primera temporada, tuvimos que tomar la decisión de ¿dónde se va a ver esto? Y lo que pensamos fue que lo mejor era imaginar a alguien que ajusta su televisor, pone la luz bajita en su casa y ahí lo disfruta. Y creo que eso nos hizo perder público», se sinceró el director de El hombre de las mil caras, por lo que reconoció que para esta ocasión lo habían planteado de modo que «lo pudiera ver un adolescente en el metro en su móvil. Creo que era importante porque nos estábamos perdiendo un montón de público. Nosotros hacemos las cosas para que lleguen a los espectadores, no para otra cosa.”

En cuanto a la verosimilitud, la documentación empleada,“no intentamos dar un discurso cerrado sobre la historia, hemos intentado ser lo más riguroso posible,  explicó Cobos, que avisó de que había muchas novedades en cuanto a personajes en esta temporada. “Así como el pulso que se establece entre los poderes oficiales y su lucha, o la economía sumergida que era necesaria para sostener la Sevilla del momento”, añadió el director sevillano. “También habla de la comunidad y del sentido de la comunidad. De lo necesaria que es. En esta segunda temporada la peste vuelve a ser una buena metáfora de la condición humana”, aclaró el guionista poseedor de dos goyas.

Cuatro meses de preparación fueron necesarios antes de rodar los seis capítulos, de los que Alberto Rodríguez en esta ocasión dirigió dos. “En la primera realicé cuatro y Roque Baños dos. Esta vez el peso de la serie la ha llevado David Ulloa, que ha dirigido los otros cuatro. Me lo he pasado muy bien probando mil cosas que no habíamos hecho antes. Auténticos retos que se consiguen a base de muchísimas reuniones y mucha cabeza también por parte de producción y ponernos de acuerdo todos los equipos que, al final, es cuando las cosas salen bien”, remató.

Alberto Rodríguez, ganador de tres goyas, contó que a él le gusta trabajar llevando todo lo más ensayado posible, “todo parte de mi propia inseguridad, cuanto más ensayo más seguro me siento, y también creo que los intérpretes se sienten más seguros y poco a poco nos vamos contagiando de esa seguridad. Y cuando llegamos a rodar se puede hasta improvisar y empezar a cambiar cosas. Es importante para que las cosas vayan más fluidas».  Dijo que en los ensayos suele estar también  Rafael Cobos. «En todas las que hemos hecho ha estado, y eso ayuda mucho con cualquier cosa que tenga que ver con la dramaturgia del personaje. Los ensayos se vuelven más interesantes por el cambio de información. En este caso, el guión es suyo por lo que ha sido mucho más efectivo que él estuviera”.

Foto © Marta Pérez

El guionista showrunner 

“Yo no sé qué es un showrunner”, reconoció Cobos, “pero sí está bien que en la vida del guionista llegue un momento en el que se empodere y sea corresponsable de alguna forma de lo que ha escrito. Y en ese sentido me siento un privilegiado de que me hayan dado la oportunidad de ser responsable y coincidir con todos los integrantes del equipo. Nosotros hemos preferido denominarlo director creativo. La persona que está ahí para que la línea editorial se respete y para que sea lo más coherente posible», apuntó Cobos.

El director añadió que, además de no haber tenido que hacerse cargo “de la mole» que supone dirigir los seis capítulos, la línea editorial y las decisiones que ello conllevaba las ha hecho él.

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