Théo Court: “A través del horror se sientan las bases de la civilización”

Por María Gil · 31 julio, 2020

Estrena este viernes Blanco en blanco, protagonizada por el actor Alfredo Castro y que le valió dos premios en la Mostra de Venecia

“En Chile soy español. Y aquí, chileno. Soy un bastardo raro que no saben donde ubicar”, bromea el director Théo Court sobre esta dualidad que comparte con su segundo largometraje, una coproducción hispano-chilena, con ecos de western, ambientada en la inhóspita Tierra del Fuego. Blanco en blanco llega a las salas cuatro meses después de lo previsto en nuestro país y, si la pandemia no lo impide, en Chile hará lo propio en agosto. Allí permanece su protagonista, Alfredo Castro, que no ha podido viajar para la promoción de esta cinta, en la que interpreta a Pedro, un fotógrafo que llega al territorio para retratar el matrimonio del poderoso latifundista Mr. Porter, y que se obsesionará con la futura esposa, apenas una niña.

El punto de partida de este drama fueron las fotos de un genocidio indígena, la matanza del pueblo Selknam a finales del s. XIX, hecho histórico que llamó la atención al realizador por dos motivos. “Primero para plantear cómo se toman las bases de la civilización en un territorio. La idea era como a través de la muerte, y el horror, se sienta esta presunta civilización en América”, a las que añade, “el concepto del western. Cuando empecé a leer sobre la historia, y más en ese espacio de frío y nieve, me interesó también por el género narrativo”, reconoce este cineasta nacido en Ibiza.

Con Alfredo Castro, que se implicó en la película desde la primera versión del guión, Court trabajó no en lo que tenía el protagonista, sino en lo que le faltaba: “La ausencia de una presumible moral caracteriza a Pedro. De alguna forma, se representa cuando hace las fotografías. Ahí aparece su mundo interior y su deseo interior. De la otra manera, es un voyeur constantemente, alguien que accede sobre la mirada, sin ninguna voluntad de cambiar algo” reflexiona.

Y es junto a él y con sus instantáneas que el espectador va adentrándose en ese violento lugar, dominado desde la distancia por su propietario, Mr. Porter. Una excusa “para hablar de ese Dios o poder omnisciente sin rostro, que nos domina de algún modo, que siempre está presente en nosotros y del que no sabemos quién es quién nos está dominando. No sabemos si es el Banco Central…”, en palabras de Court. El libro de Kafka El castillo fue una de sus referencias para configurar “esta idea de un sistema de valores que impone Mr. Porter, que es la que constituye la moralidad del espacio y es en la que el protagonista va cayendo y cayendo para subsistir”.

Además de los indígenas, las otras grandes víctimas en Blanco en blanco son las mujeres, a las que además se les niega la palabra. “Tiene que ver con unas bases machistas que han dominado desde la colonia. Recuerdo anécdotas de gente que dice que no hablaban en la mesa, que antiguamente prácticamente no tenían voz. También quería plantear una mirada objetual, que es la que los personajes masculinos tenían sobre ellas. Esa idea de un personaje femenino casi sin expresión, no humano, era algo duro “, señala el director, que cree que conecta de alguna manera “con algunas cosas que pasan hoy”.

La hostilidad que requería esta producción mayoritariamente española, encabezada por la canaria El Viaje Films, la encontraron en Tierra del Fuego y en Tenerife.

“Fue complicado armar estos dos mundos diametralmente opuestos”, confirma el cineasta, que destaca el desafío de rodar en el enclave chileno. “Constantemente están cambiando las cosas: la luz, llueve, nieva, un viento terrible… hay que estar modificándose. Prácticamente no hay hoteles, ni sitio donde dormir. Es un espacio muy poco habitado. Solo había un pueblo a 400 kilómetros de donde estábamos filmando”, apunta Court, que marca distancias con el escenario de El renacido, de Iñárritu, que se rodó en Tierra de Fuego también, pero en la parte Argentina. “Allí sí que hay pistas de esquí, ciudades…La parte chilena es la que me interesaba a mí porque se parece a como era en 1930”.

Tergiversar lo real

La fotografía fue el origen del proyecto y le sirve también para estructurarlo en base a tres facetas: el retrato, la fotografía más artística y el registro testimonial de lo que sucedió en Chile.“La idea de la autorepresentación y de la manipulación de la propia imagen me interesaba mucho, también por el propio símil que tiene con el cine, en el que siempre estamos tergiversando lo real, incluso lo que hay de verdadero en las imágenes, para llevarlo a un significado propio, un fin personal”, asegura Court, que muestra “que hay un horror que se intenta convertir en heroico, estetizarlo, convertir en algo bello un acto deleznable”.

“La nieve es una metáfora de cómo vamos tapando el horror capa a capa”

Afincado en Chile, dónde se mudó con 16 años, Théo Court tiene en España su segundo lugar –“siempre he tenido vínculos aquí y casi todos los años vengo”–. El ganador del Premio al Mejor Director de la Sección Orizzonti y el Premio FIPRESCI del Festival de Venecia con esta historia ha aprovechado el confinamiento para centrarse en su nuevo proyecto, donde volverá a abordar el tema que vertebra su filmografía.

“Quizá por esa idea de encontrar una identidad, me interesan las bases sociales de Chile, que vienen incluso de la colonia española en América Latina. Todo eso lo he seguido desarrollando, tanto en mi primera película como en la segunda. En Ocaso, encontré una identidad familiar, un espacio determinado; mientras que Blanco en blanco trata de capas sociales, de poderes piramidales. Y la tercera cierra un poco ese círculo y habla directamente de ello”, desvela.

Desde este viernes, 31 de julio, está en los cines Blanco en blanco, en cuyo título no oculta la referencia a la famosa pintura abstracta de Malevich. “Siempre estuvo el referente, aunque el cuadro es Blanco sobre blanco. Quería filmar la nieve como una metáfora de ese espacio, de la memoria de Chile y de América, y de como vamos tapando el horror. Por eso la idea de la nieve y el blanco, una capa que tapa a otra capa, una página en blanco que volvemos a escribir”, concluye.

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