Daniel Calparsoro: “Estar conectado con la realidad es clave para que lo que cuentes tenga interés”

Por Chusa L. Monjas · Fotografías de ©Enrique Cidoncha y Vaca Films · 16 octubre, 2020

Miguel Herrán, Carolina Yuste y Luis Tosar protagonizan Hasta el cielo, que este domingo se presenta en el Festival de Cine de Roma

Once películas, series y tv-movies han guiado a Daniel Calparsoro Hasta el cielo, título de su nuevo thriller en el que se ha vuelto a entregar al guionista Jorge Guerricaechevarría, al actor Luis Tosar y a la productora Vaca Films, terna con la que le gustaría  reincidir.

El cine nos ha contado el alto precio que se paga por una ambición desmedida, trama a la que se apunta el cineasta catalán con esta historia interpretada por Miguel Herrán (Goya al Mejor Actor Revelación por A cambio de nada), Carolina Yuste (Goya a la Mejor Actriz de Reparto por Carmen y Lola) y Tosar, que sigue el viaje de un alunicero, cuya técnica consiste en estrellar el coche contra el escaparate de una tienda y robar la mercancía en el menor tiempo posible. De nuevo, el autor de Cien años de perdón se nutre de la realidad en esta película de “gángsters”, uno de los géneros más emblemáticos.

Tras concursar en el Festival de Málaga y presentarse este domingo en el Festival de Cine de Roma, el último viernes de noviembre, el día 27, llegará a los cines esta “movida” producción que tiene su origen en un programa de televisión dedicado a la investigación de aluniceros que llamó la atención de Calparsoro. “Empecé a indagar sobre esta estirpe nacional de delincuentes que están muy bien organizados. No quería hacer un documental sobre lo que hacen, sino que, teniendo en cuenta que viven en zonas desfavorecidas del sur de Madrid a espaldas de lo que fue la burbuja inmobiliaria, contar una historia de ambición que  lleva más el código del cine de gánsters que el de quinquis, que es más un cine de supervivencia, aunque ambos comparten elementos de ambiente y de barrios. Al aspecto social y de denuncia se incorpora la acción, el entretenimiento, el pasártelo bien con una historia real”, desarrolla el cineasta, que subraya que, aunque todo está “ficcionado”, es un reflejo de lo que está pasando en nuestro país. “Y más que va a estar ahora con el covid-19. Con la crisis económica que se nos echa encima, esto desgraciadamente se va a multiplicar”.

“El amor es la mayor ambición”

Junto al guionista Jorge Guerricaechevarría realizó un trabajo de investigación sobre estos delincuentes que utilizan coches de alta gama, la mayoría robados y con predominio de los todoterrenos, para perpetrar sus golpes en el menor tiempo posible y huir a toda velocidad, antes de que se presente la policía. Varios de los robos que muestra la película están inspirados en casos que sucedieron y que guionizaron. “No es un biopic sobre conocidos aluniceros, y eso que muchos de ellos tienen todos los elementos para ser llevados al cine, pero hasta ahora no se había hecho –cita el título Volando voy, de Miguel Albaladejo, que contaba la vida de Juan Carlos Delgado, ‘El Pera’, un as del volante en el mundo del hampa juvenil–. Son bandas muy profesionales, tienen muy bien estudiada la ley, saben qué delitos pueden cometer  y sus golpes tienen muchas ramificaciones en los juzgados y en muchos otros sitios”, expone Calparsoro, que en esta ocasión se dirige a un público joven “y también al espectador más maduro que disfrute con el cine de acción y el que esté interesado en historias inspiradas en la realidad”.

Estos robos típicos de España, sobre todo de Madrid, que suelen terminar con persecuciones de película, tienen como protagonistas a jóvenes que van escalando posiciones y que siempre regresan a sus guaridas, a esos barrios que los encumbra. “Hay zonas de Madrid desconectadas de la posibilidad de trabajar, la escala social es prácticamente imposible, mientras estás todo el día viendo en la tele a los futbolistas, a los ricos, y anuncios de coches, de joyas que no vas a poder tener nunca. Ellos también quieren eso y se organizan de otra manera para conseguirlo. A nuestro protagonista se le ve cómo va subiendo en esta historia de ambición y de amor. Quizás el amor es la mayor ambición, pero eso le cuesta entenderlo”, advierte.

Como ha hecho en varios de sus títulos, entre ellos en su ópera prima Salto al vacío, ha conjuntado actores profesionales con otros que no lo son, caso de los raperos nacionales Ayax, Dollar Selmouni, Jarfaiter, Ramseys, Carlytos VelaRukeli, “para conseguir una  frescura y que no se quedara en una cosa maniquea”. Músicos urbanos que debutan en la interpretación en una película cuya banda sonora es una combinación de  ritmos electrónicos y urbanos compuesta por Carlos Jean y con temas de C. Tangana y DJ Nano. “Se retrata un ambiente que tiene chispa, subidón…Aunque ellos no lo vivan así porque es un trabajo para ellos muy serio, sí se transmite que hay momentos de disfrute y para eso hay que conseguir ese ambiente de fiesta y diversión en el que la música juega un papel importante. Son muy jóvenes y se lo pasan bien, no están en un sufrimiento y una tensión perpetua. No hemos buscado el feísmo ni un realismo crudo, eso lo dan los actores y los no actores, toda la maquinaría del sonido, de la música y del color es para disfrutar”, indica el autor de esta película “muy trabajada” y con una pre y postproducción “compleja”.

Más gente, más salidas, más riqueza de visiones

Las película de gángsters y de quinquis han sido siempre un imán para Calparsoro, que va cumpliendo sus sueños. Sin quejas y con la ambición de “seguir como estoy”, no es de los que echan la vista atrás, es más de mirar hacia delante, de vivir el presente y el futuro cercano. Le gustan los retos y a la pregunta de cuál ha sido su mayor desafío, responde que cada trabajo lo es “porque  todo cambia. Lo más complicado es estar conectado con el mundo porque ahí está la clave de que lo que cuentes tenga cierto interés o no. La capacidad de estar conectado con tu entorno, ese es el gran reto”.

Su conexión con la realidad es “la curiosidad que tengo por los demás, por lo que sucede a  mi alrededor, por no encerrarme”, cuenta el director, que durante el confinamiento reflexionó sobre la qué se nos viene encima. “Nadie sabe lo que va a suceder. Si esto dura mucho, habrá hambre; si hay hambre, habrá violencia; y si hay violencia, habrá guerra. Eso es lo que pasó la última vez. Lo más peligroso de esta crisis tan brutal es que nos ha hecho ver lo débil que es nuestra sociedad. De repente, es fundamental que vengan turistas porque si no nos morimos de hambre, y estamos dispuestos a que vengan, aunque estén enfermos. Se contrapone el funcionamiento del sistema con la salud pública. Hay muchas cosas que nos han ocultado, no hemos visto gráficamente a los muertos…Estamos en un sistema que se protege a si mismo y lo vemos independientemente del país o del partido político”.

Y del mundo a su mundo. Reconoce que si su carrera  comenzara ahora sería “muy distinta. Cuando yo empecé había 3 ó 4 personas con las que tenías que entenderte, y ahora hay 40. Más gente y también más salidas porque las plataformas y las televisiones han ayudado mucho a formar nuevos talentos, se está abriendo mucho, y aportan. Hay una riqueza de visiones que antes no había, se ha democratizado y eso siempre es muy bueno”, sentencia.

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