Regreso a Manderley

Fotografías de Ismael Peral · 19 enero, 2021

La Fundación Academia de Cine proyecta Manderley (1980), de Jesús Garay, en versión restaurada por la Filmoteca de Catalunya

“Anoche soñé que regresaba a Manderley”. La Rebecca de Alfred Hitchcock, fantasma que sobrevuela la historia, está presente en la película de Jesús Garay Manderley, de 1980, una cinta que representa ese cine underground que también ha sobrevolado el cauce oficial del cine español muchas veces sin ser visto. Ejemplo de cine adelantado en su idea de representación, Garay charló sobre su obra junto al documentalista Juan Sánchez, programador del ciclo ‘Nunca es tarde’ que arrancaba ayer con esta proyección.

El mítico activista José Ocaña, protagonista del documental de Ventura Pons Ocaña, retrato intermitente, lidera la película de Garay junto a Paula Rada y Joan Ferrer. Los tres representan, en palabras de Sánchez, distintos “arquetipos de la disidencia sexual, que habían aparecido por separado en películas pero aquí están juntos. Es curioso que cintas como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, Arrebato, o esta Manderley convivan en época con trabajos de Rafael Gil o Ignacio Iquino”. Precisamente junto a la primera cinta de Pedro Almodóvar se vio Manderley en la sección Nuevos Realizadores de San Sebastián.

Ocaña es un hombre homosexual divertido, chispeante y vital; el personaje de Joan Ferrer es un gay más apocado y discreto que acabará revelando un gran secreto, y Paula Rada es una mujer trans decidida a llegar hasta el final para que el mundo la vea como es, aunque finalmente el sistema capitalista y patriarcal pondrá sus planes en pausa. En la historia, los tres pasan un verano en el campo buscándose a sí mismos y escandalizando al pueblo con su presencia.

Para Garay, “no hay una cuestión reivindicativa más allá de presentar a estos personajes. Yo los veía como espectador equidistante, y eso la hace quizás un poco fría. Pero pensé que era una manera de ponerse a favor de la naturalidad de las cosas”, explicó. Y una manera de visibilizar la diversidad es a través de la mirada infantil, la de los sobrinos de uno de los personajes, que conviven y juegan con ellos con total naturalidad: “los niños tienen una mirada neutral”, cree Garay.

Principiantes

Avanzada en su temática, Manderley es también una película modesta en su técnica. Rodada en régimen de cooperativa, Jesús Garay explicó que casi todos los participantes “estábamos empezando. Además intentábamos hacer virguerías, como iluminar con velas. A lo mejor leíamos que Kubrik hizo Barry Lindon con velas y por eso lo intentamos… A nosotros nos quedó fatal. Son pecados de juventud”. El equipo, que dormía “en la casa de la película, con sacos de dormir a los pies de los focos” y se duchaba “con la manguera con la que después recreábamos la lluvia”, convivió durante un mes en un pueblo de Santander, en un régimen “prácticamente hippy”.

Esa espontaneidad se trasladó al guion, que es fruto de la una buena dosis de improvisación. “Todo el texto es improvisado, producto de muchas horas grabando dejando que los actores dijeran lo que quisieran, muy documental. Intentábamos romper los corsés de los guiones acabados”, expuso Garay, aunque “sí hacíamos ensayos antes, porque no nos podíamos permitir demasiadas tomas”. La cinta, rodada en bovinas de 16mm que daban para 10 minutos, fue ejecutada en planos secuencia, para no perder frescura.

Manderley tuvo una distribución “muy pequeña, pero se pasó en varias ciudades”. Jesús Garay después acometió proyectos de mayor envergadura: “uno intenta vivir de lo que te gusta, y para eso vas pactando con ciertas cosas. Vivir del underground es imposible”, explicó. “A partir de Manderley me planteé proyectos más normalizados, ya llevé una carrera profesional. Cada pieza te sirve, porque aprendes”.

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