Una temporalidad interna | Encuentro con Elena Martín y Ariadna Ribas

Fotografías de Cristina Ramos · 19 abril, 2021

La directora y protagonista de Júlia ist y la montadora de esta historia charlaron en la Academia de Cine, dentro del ciclo ‘Montar, soñar’

Todo comenzó con la experiencia Erasmus de cuatro estudiantes de la Pompeu Fabra, que a la hora de hacer su Trabajo de Fin de Grado pusieron su mirada en lo vivido en esos viajes lejos de casa. Una de ellos era la realizadora y actriz Elena Martín, que además de ponerse detrás de la cámara encarna al personaje principal de Júlia ist. Tras la proyección de su ópera prima en la Academia de Cine, compartió en un encuentro cómo se gestó esta historia de una estudiante de arquitectura que se va a Berlín y cómo se enfrentaron a las 180 horas de grabaciones en la sala de montaje, donde acompañó a la montadora Ariadna Ribas.

“Salió la idea cuando estábamos todos intercambio, en un momento de tedio, aburrimiento y aislamiento, y el coguionista y director de fotografía Pau [Rebaque] dijo que debíamos hacer el TFG sobre esto, sobre el anti-Erasmus. Parte del grupo quería buscar algo más dramático, pero al final nos quedamos con aquellas vivencias que teníamos más en común”, recordó Martín, que pasó “tres años escribiendo y filmando, hicimos muchísimos retakes”, junto a Maria Castellvi, Marta Cruañas y Pol Rebaque.

Paulatinamente le tocó asumir más responsabilidades en este proyecto coral, que acabó dirigiendo en solitario y protagonizando. “Todo el equipo eran colegas de Berlín y Barcelona. Nadie cobraba, íbamos a rodar a Alemania en vacaciones”, explicó la catalana, que está muy agradecida de la repercusión que tuvo este filme de 2017, tras su paso por el Festival de Málaga y las nominaciones de los Gaudí y que se profesionalizó ya en su posproducción, con la entrada de Lastor Media.

“Al principio era solo el trabajo final de carrera, fuimos decidiendo que íbamos en serio con la película. Durante estos tres años de rodaje la gente iba encontrando trabajo y cada vez éramos menos. Sufría porque todos mis colegas estaban currando y yo seguía con el proyecto. No había expectativas. Y gracias a él he podido trabajar después”, aseguró Martín, que recientemente ha dirigido episodios de las series Vida perfecta y En casa y ha sido guionista de Veneno.

Foto: ©Cristina Ramos

Realismo y naturalismo

Moderado por Mikel Iribarren, el coloquio abordó el proceso de montaje, que contó con un primer corte de Martín y Rebaque de tres horas y media, que luego continuó Diana Toucedo, quien pasó el testigo a Ariadna Ribas, una de las montadoras habituales de Albert Serra.

“Me llegó ya tras un primer filtro y me da la impresión que lo que quedó fuera eran pruebas, momentos muertos que intentaban definir al personaje y mostraban su aburrimiento”, rememoró Ribas, que decidió “no montar desde la acción, sino en función de un tiempo interno. No adelantarnos a ella, sino ir a su lado, preguntarnos qué le está pasando”.

“Si el montaje era muy rápido era muy difícil conectar con Júlia, porque lo que le pasaba era muy banal y si iba demasiado lento era excesivamente victimista. Realmente no estaba pasando nada salvo el tiempo. Lo que construye la película era su tiempo interno”, secundó Martín.

“Trabajamos muy desde la intuición porque teníamos un criterio parecido. Ella tenía las cosas muy claras”, añadió la montadora, que por primera vez compartió la sala de montaje con una cineasta que también era la actriz principal. “A veces soy muy directa y menos mal que ella me dijo que fuera totalmente sincera.  Ella venía muy tranquila, muy consciente de lo que estábamos haciendo, jamás me dijo que no pusiera un plano porque salía fea. Trabajar con una directora tranquila con su material no es lo mismo que trabajar con un director que acaba de venir de un rodaje y todavía está lamiéndose las heridas”, destacó.

Ambas coincidieron en que es una cinta que busca un tono realista y naturalista, y que la trama se iba construyendo en el montaje, ya que ninguno de los actores había leído el guion y las escenas grupales en bares se basan en improvisaciones. Solo estaban dialogadas las escenas de clase de arquitectura por el lenguaje técnico especializado de la materia. “Ahora lo he teorizado, pero en ese momento era de la única manera que sabía hacerlo. Para mí, la mayor parte de la dirección de actores es el ambiente que generas, más allá que las indicaciones. El cásting que hicimos, la manera en la que rodamos, que hubiera divagación, gestos que ensucian el plano etc.”, reflexionó Martín.

De Júlia ist se llevan muchas enseñanzas. “La importancia de encontrar el punto de vista y el tempo adecuado. Me ha servido para aprender a planificar mejor”, confirmó la realizadora, que lamentó que “en la Pompeu Fabra hay mucha mitomanía, mucha veneración del cine y poca práctica. Nuestros estándares y nuestros referentes no tenían nada que ver con nuestras posibilidades. Ahora estoy de tutora en los TFG de la Pompeu y lo que les transmito es que practiquen todo lo posible”.

Por su parte, Ribas señaló que “el montaje es el lugar desde el que puedes aprender más de cine, no solo viéndolo, también haciéndolo. Es como la danza, en ambos hay que practicar. Hay que enriquecerse de otras artes. Y hay que compartir nuestro trabajo en espacios como este. Compartir procesos, maneras de ver, películas”, concluyó en esta nueva sesión del ciclo ‘Montar, soñar’.

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