“Para que veáis cómo era Mario” – Homenaje a Mario Camus

Fotografías de Diego Ibarra Serrano · 16 octubre, 2021

Numerosos amigos y compañeros recuerdan al director y guionista cántabro en la Academia de Cine

Mario Camus se sentía muy querido por su familia cinematográfica, una familia que le era muy fiel, como quedó patente en el emotivo homenaje que le hizo la Academia de Cine y al que acudieron numerosos amigos y compañeros del recientemente desaparecido director y guionista cántabro.

Anécdotas, testimonios, revelaciones, declaraciones y aplausos, muchos aplausos, en el recuerdo al que es uno de los grandes del cine español y maestro en la adaptación de obras literarias. Se habló del director, del maestro, del amigo que falleció el pasado 18 de septiembre. El director de fotografía Hans Burmann; las actrices Emma Suárez, María José Alfonso, Enriqueta Carballeira y Maite Blasco; el productor Andrés Santana; los cineastas Fernando Méndez Leite y Sigfrid Monleón; el montador José María Biurrun; y el catedrático de Historia del Cine y autor de varios libros sobre Camus, José Luis Sánchez Noriega, entre otros, destacaron su talento, su bondad, su sensibilidad, su don para elegir a los intérpretes, su buena conversación, su pasión por los libros y su respeto por el equipo. Rasgos que subrayaron de un cineasta que siempre intentaba pasar desapercibido y que, desde el patio de butacas, escucharon su hija Teresa, y la madre de su hija, Majós.

El presidente de la Academia, Mariano Barroso, presentó el homenaje, que comenzó con la proyección de Los santos inocentes, una película icónica en la historia del cine español, y un adelanto del documental que Sigfrid Monleón está rodando sobre el cine y la figura del homenajeado, Mario, según el cine.  Estas proyecciones se completaron con un encuentro con los intérpretes Juan Diego y Fiorella Faltoyano, y el director de fotografía Manuel Velasco, que moderó Fernando Lara.

Recitando a César Vallejo

“Junto a Ágata Lys y Maribel Martín, soy el único que queda de esta película, que marcó un antes y un después para el cine español. Fue importante mostrar al campesinado con tanta sensibilidad y verdad”, declaró Juan Diego, el odioso señorito Iván de Los santos inocentes, personaje al que llegó “porque Mario, al que conocí en una librería a finales de los años sesenta, me vio en un programa de televisión haciendo un personaje que, según él, era ‘el mejor hijo de puta que he visto en mi vida’”.

Juan Diego acudió “con una gripe espantosa, tenía unas pintas…” a la llamada de Camus, que le dijo si podía localizar a Terele Pávez –la Régula– “y le dije que sí”.

Contó el actor andaluz que, en un viaje que hizo con el director, este se paso todo el tiempo observando cómo conducía, cómo fumaba, las cosas que decía. “Cuando le comenté que teníamos que hablar del personaje, me contestó que ya lo había hecho, que eso que hacía cuando fumaba no tenía que hacerlo; que la forma en la que cogía la copa, tampoco; y que al señorito Iván tenía que bajarle el tono, que fuera más coloquial. Mario decía las cosas de manera muy tierna, con convicción y sin chillar. Fue como un padre dándome los mejores consejos”, recordó Diego, que rememoró la noche en Valladolid en la que, con un whisky en la mano, recitaron poemas del peruano César Vallejo. “A Mario le encantaba la poesía, acabamos los dos declamando ‘Me moriré en París…’”.

De ocho a tres

Una estrecha y continuada relación mantuvieron Camus y el director de fotografía Manuel Velasco, para quien el cineasta era “mi hermano. Me enseñó todo”, confesó el técnico, que comentó que el autor de las versiones cinematográficas de La colmena y Los santos inocentes siempre rodaba “de ocho a tres, tiempo en el que no daba una paliza… Las tardes las tenía libres para jugar al mus con los eléctricos y los especialistas”. Más confesiones: Mario Camus siempre se sentaba en una pedalina, “porque quería estar al lado de los actores” y 15 días antes de empezar a filmar, le hacía la misma llamada: “Manolito, tengo una duda ¿se me habrá olvidado hacer cine?”.

A Fiorella Faltoyano la dirigió en La colmena y Después del sueño, y le ofreció un papel en La forja de un rebelde, “pero le dije que no porque no me veía de mujer árabe exhuberante”, señaló la actriz, que resaltó “el talento de Mario para que todo el reparto estuviera en el tono que quería para La colmena, donde hizo repetir una escena muchas veces a José Sacristán. “¡La de huevos fritos que se comió!”, indicó Faltoyano, que calificó la obra del que fue Goya de Honor 2011 de “apabullante”.

Con Hans Burmann vivió “el día más feliz de mi vida” cuando volviendo en coche de Écija compraron un melón y, con los pies metidos en una acequia, se lo comieron mano a mano; con Emma Suárez trabajó y habló de la vida; a Méndez Leite le dio clases de dirección, “pero como ya sabíamos lo que era un salto de eje, nos mandaba ejercicios de adaptaciones de relatos cortos, y nos hablaba de sus rodajes y de libros”; y con Sigfrid Monleón se fue “abriendo” en los encuentros que mantuvieron con motivo del documental y en los que “se reconcilió con la profesión, en la que trató siempre de dar lo mejor de sí mismo”, apostilló el director valenciano. El homenaje lo cerró Fernando Lara con la siguiente afirmación: Mario Camus, cuyas películas y series han sobrevivido, porque el tiempo las ha mantenido en la superficie, es “un clásico”.

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