Aprendiendo de López Vázquez

15 marzo, 2022

Manuel Gutiérrez Aragón recordó el rodaje de Habla, mudita en la Academia, junto al hijo del intérprete y la historiadora cinematográfica Alba Gómez

Era su primera película, y consiguió que la protagonizara uno de los actores más reconocidos del cine español. Manuel Gutiérrez Aragón solo tenía en su haber los trabajados de la Escuela Oficial de Cine y un cortometraje cuando el productor Elías Querejeta le preguntó qué historias tenía en mente. “Habla, mudita era un cortometraje que iba a hacer con José Luis García Sánchez y Paco Betriu”, confesó ayer en la Academia, “pero a Elías le parecía que era buen material para una película.

El autor de Demonios en el jardín y La mitad del cielo acudió ayer a la institución para recordar a José Luis López Vázquez, junto a José Luis López, hijo del actor, y la historiadora cinematográfica Alba Gómez. El protagonista de La cabina ya había trabajado con Carlos Saura, estrecho colaborador, de Querejeta, por lo que “confió en Elías cuando le habló de este proyecto”. Mucho más costoso fue dan con la actriz que interpretaría a la chica muda del título. “Como era una coproducción con Alemania”, explicó Gutiérrez Aragón, “pensamos en que la muda fuera alemana, pero tardaron mucho en ver chicas para el papel y no nos convino ninguna. Encontramos a Kiti Mánver, que casi no había hecho nada. Vimos a muchas chicas y nos quedamos con ella”.

La cinta, estrenada en el Festival de Berlín, se interpretó allí como “una metáfora, algo así como que la mudita era España, que no podía hablar por el régimen franquista. Pero no, no tenía ninguna pretensión de metáfora política. La idea era hablar sobre el lenguaje, algo que me interesa desde que estudié Filosofía y Letras”, desgranó el cineasta.

Preguntado por el carácter como actor de López Vazquez, explicó que “José Luis era muy minucioso, miraba con detalle si le convenía un papel o no. Con un debutante eso es más difícil de saber. Los primeros días no fueron fáciles, porque yo no quería que llevara un chaquetón y un sombrero, me parecía que disminuía el personaje, y él no quería”. Al final se impuso el criterio del director, “aunque yo era un chico tímido y sin experiencia. Pero los actores, si notan que los directores lo tienen claro, lo agradecen. Creo que a López Vázquez muchos directores le dejaban hacer lo que quisiera, y ese no fue mi caso”.

Prórroga en el rodaje

Tras eso primero días de toma de contacto, “la relación se encarriló. Los actores olfatean los primeros días cómo va a ser el rodaje, y si ven que el director es riguroso, lo agradecen. Hacia el final, José Luis ni siquiera una prolongación de contrato, a pesar de que nos pasamos de fechas. Eso nos hacía ver que aquello que estaba haciendo le gustaba. Cuando fuimos a Berlín, estaba encantado. Uno de los primero que se dieron cuenta de que la película tenía sentido fue José Luis”.

¿Qué aprendió el debutante Gutiérrez Aragón del veterano López Vázquez? “A estar ligeramente distanciado del barullo del rodaje”, confesó. “Un director no puede estar dando vueltas todo el día ocupándose de nimiedades. López Vázquez siempre estaba preparado pero un poco apartado, descansando entre toma y toma. Por eso conservaba la energía durante toda la jornada”.

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