Un casting, el de Fresa y chocolate, unió las vidas de Jorge Perugorría y Vladimir Cruz. Y, como sus personajes en la célebre película de Tomás Gutiérrez Alea, iniciaron una amistad que perdura en el tiempo.
Los dos artistas cubanos visitaron la Academia, donde conversaron con el público tras el pase de unas de las seis películas que han protagonizado juntos, Vientos de La Habana, de Félix Viscarret, “que se metió en la piel de un director cubano, y a todos nos sorprendió su autenticidad. El talento español llegó a mi país, donde la gran mayoría de las películas que he hecho han sido en coproducción con España. Compartimos cultura e idioma, ojalá vuelvan los tiempos en los que los directores y productores españoles contaban historias en Latinoamérica. Para nuestras cinematografías es de vital importancia la colaboración con el cine español”, destacó Perugorría.
La concesión de la Medalla de Oro a los y las intérpretes del cine latinoamericano que con sus interpretaciones han contribuido al cine español fue el motivo de la presencia de estos dos conocidos intérpretes, que agradecieron a la institución el reconocimiento al trabajo actoral de América Latina. “Es un gesto muy importante, es un camino de ida y vuelta. Los actores somos la cara visible, pero son muchos los técnicos, guionistas y directores de América Latina que han trabajado aquí y allá, y han ayudado a que el cine latinoamericano sea lo que es en la actualidad”, indicó Cruz.
El boom de Fresa y chocolate
Perugorría, el rostro más internacional del cine cubano, y Cruz participaron en la inolvidable Fresa y chocolate, el primer largometraje cubano nominado a los Oscar, que viajó por todo el mundo y conquistó numerosos premios, entre ellos el Goya.
“Fue un antes y un después en mi carrera. Llevaba diez años haciendo teatro, medio que no he vuelto a pisar, cuando fui al casting de Fresa y chocolate, la adaptación de un cuento fantástico de Senel Paz, El lobo, el bosque y el nombre nuevo. La película la dirigía el maestro Gutiérrez Alea junto con Juan Carlos Tabio, con los que todos queríamos trabajar. Sabíamos que era una película necesaria, pero solo pensábamos en Cuba, fue sorprendente lo que pasó fuera”, recordó Perugorría, que también es director, productor y guionista.
“En Cuba, lo único que importaba era hacer la película, no se pensaba en la distribución. Pensamos que Fresa y chocolate iba a gustar al público nacional, se proyectaría en dos o tres festivales latinoamericanos y punto. Su éxito abrió caminos y posibilitó que pudiéramos trabajar en España y también en la isla”, indicó Cruz.
La notoriedad de Fresa y chocolate hizo creer que el cine cubano iba a viajar por todo el mundo. “Se aprovechó el boom, se hicieron más películas, pero han pasado 28 años y en Cuba se hizo más enrevesado rodar, se lo pusimos más difícil”, advierte Cruz. “Ahora estamos en un momento complicado, hacemos pocas películas y echamos en falta la presencia del cine español. En los 70, el cine cubano fue pionero, pero hemos perdido ese papel de vanguardia dentro de Latinoamérica, donde en otros países sí ha crecido su cinematografía”, subrayó Perugorría.
Vinculado a nuestro cine a través de las películas Cachito, Un asunto privado, Bámbola, Cosas que dejé en La Habana, Volavérunt, Cuando vuelvas a mi lado, Rencor, Reinas, Hormigas en la boca, Una rosa de Francia y Vientos de La Habana, Perugorría, para quien la única diferencia entre el cine de aquí y el de allí “es el catering”, es un defensor de la coproducción, fórmula de la que Cruz se declaró “hijo”. “La puesta en común de gente de diferentes países alimenta, a la larga, una relación”, añadió Vladimir Cruz , quien también formó pareja profesional con Perugorría detrás de la cámara en Afinidades.
