Todos los géneros se pueden reinventar, como ha demostrado el director, guionista, productor y actor estadounidense John Landis, responsable de algunas de las películas más influyentes y exitosas de los ochenta, que se niega a que le encasillen en un solo estilo. “En el séptimo arte no hay reglas, depende del momento, de qué estés construyendo, del tono. Lo más importante en una película de terror es lo mismo que en cualquier otra película: que al público le importe lo que le pasa a los personajes», sentenció el conocido realizador, que se llevó de calle al numeroso público –mayoritariamente joven– que acudió a la Academia de Cine, donde el director del icónico título de terror Un hombre lobo americano en Londres protagonizó un entretenido encuentro moderado por Álex de la Iglesia.
Como dos viejos amigos, Landis y De la Iglesia, fan incondicional del autor de Desmadre a la americana, Granujas a todo ritmo, El príncipe de Zamunda, Superdetective en Hollywood III, Sangre fresca y de Thriller, el videoclip que rodó con Michael Jackson y que se convirtió en el más exitoso de la historia, conversaron en la sede de la institución. Una animada charla por las divertidas anécdotas que Landis contó de sus trabajos y de algunas de las obras de John Carpenter –“La cosa no gustó porque mostraba al monstruo, que para mí era lo que funcionaba”–, Steven Spielberg y Brian de Palma; y el recuerdo de algunos de sus encuentros con Alfred Hitchcock y David Cronenberg.
Landis, que definió a John Belushi –uno de los Blues Brothers en Granujas a todo ritmo– de “genio de la comedia física”, fue crítico con la industria del cine, a la que denominó “el negocio del cine, porque no son los Médicis: te dan dinero por hacer comedias muy graciosas. A los directores, como a los actores, nos encasillan. Uno piensa en John Wayne, y ve a un vaquero. Con los cineastas es igual: si haces una comedia que funciona, solo quieren que hagas comedias. El cine es contar una historia con la yuxtaposición de imágenes. Si sabes hacer eso, puedes contar cualquier historia”, declaró este veterano profesional, que conoce muy bien lo que es el éxito –“hice cinco películas y la siguiente siempre hacía más dinero que la anterior”– y también la otra cara de la moneda. “Cuando llega la noche tenía un reparto de ensueño –Michelle Pfeiffer, Jeff Goldblum, Irene Papas, David Bowie– y no hizo un duro”, reconoció el cineasta, que también se pronunció sobre la crítica. “En Estados Unidos siempre ha odiado mis películas, y cuando viajo a Europa me llaman maestro, genio”.
Entretener, su principal propósito
Devoto de Landis –“gracias a su mirada el cine es, para bien y para mal, como es ahora”–, Álex de la Iglesia indicó que el realizador norteamericano había roto con Un hombre lobo… “ese lugar común tan triste de ‘es mejor sugerir que mostrar’, y él decidió mostrar” y resaltó su intención por buscar la comedia “químicamente pura, sin mensaje”. Palabras a las que Landis contestó haciendo suya la afirmación de Jean-Luc Godard de que todo cine es político. “Lo más importante en comedia es ser divertido. La política puede estar ahí, pero no es lo principal. Hay que hacer películas entretenidas”, reiteró el cineasta, para quien la broma “siempre es la misma, pero no se recibe igual según quién la hace. La clave para el público es saber de dónde viene y la intención con la que se está haciendo”.
Acompañado por su esposa, la prestigiosa diseñadora de vestuario Deborah Nadoolman –ha vestido a los personajes de las películas de su marido y a Harrison Ford en En busca del arca perdida, y confeccionó la chaqueta de cuero rojo de Michael Jackson en Thriller– a la que cito y elogió en varias ocasiones, John Landis confesó que echaba de menos hacer películas y que en estos momentos estaba en la parte más dura de su trabajo: conseguir dinero para volver a colocarse detrás de la cámara.