Fallece Jaime de Armiñán

10 abril, 2024

· Goya de Honor 2014, nunca perdió las ganas de contar historias

· La capilla ardiente se instalará mañana jueves en la sede de la SGAE de 10:30h a 20:30h

“Un cineasta nunca se retira. Los que son como yo no podemos jubilarnos porque lo hacemos únicamente cuando nos vamos a la triste fosa”, manifestó Jaime de Armiñán cuando le comunicaron que era el Goya de Honor 2014. Este singular dramaturgo, novelista, realizador, guionista y articulista madrileño falleció anoche a los 97 años de edad en su casa de Madrid, sin haber perdido las ganas de seguir contando historias. Y él contó muchísimas, porque empezó con cuentos infantiles y entró en el cine gracias a José María Forqué, tras haber pasado por la novela y el guion –firmó 650 libretos, algunos muy breves porque eran para televisión–.

Lo llevaba en los genes. Sus antepasados eran periodistas, escritores y actrices, y él, desde chaval, se relacionó con autores, poetas y toreros. Contaba que salía para el colegio, pero se marchaba al cine –”me encantaban las películas de baile. Estaba locamente enamorado de Gingers Rogers y de Carole Lombard, las rubias del cine”–, y siempre decía que la persona que más le había influido fue su profesora de literatura y una de las fundadoras del Colegio Estudio, Carmen García del Diestro, “que fue quien me enseñó a escribir de verdad”, aseguraba este cineasta que trabajó con los más grandes y que se llevó muy bien con los cómicos.

Paco Rabal, a quien transformó en Una gloria nacional y en el conocido Juncal, personaje con el que hizo historia en la pequeña pantalla; Fernando Fernán-Gómez, “mi hermano mayor”, al que puso el traje de un alto oficial que debe volver a la escuela con sus colegas en Mi general; Adolfo Marsillach, José Luis López Vázquez, que dio vida a una señora de provincias en Mi querida señorita, José Bódalo, Julia, Irene y Emilio Gutiérrez Caba, Fernando Rey, Héctor Alterio, que mantenía una relación amorosa con una adolescente Ana Torrent en El nido; Ana Belén, Concha Velasco, Carmen Maura, Amparo Baró, Victoria Abril, Marisol –con la que se estrenó como director con Carola de día, Carola de noche– y Ángela Molina –con la que filmó su última película 14, Fabian Road–, son algunos de los muchos intérpretes que pasaron por las manos de este creador que fue luz y taquígrafo de la evolución de España a través de las treinta películas que respaldó como director o como guionista.

Gran conocedor del circo –escribió Biografía del circo, obra maestra en su género para muchos críticos– y devoto de las mujeres –con la pieza teatral Eva sin manzana obtuvo uno de sus primeros premios, el Calderón de la Barca en 1953–, este veterano profesional burló la censura tanto en el cine como en la televisión –estuvo detrás de numerosas producciones de éxito como Historia de la frivolidad e Historia de la censura–.

Dos veces sin el Oscar

Casado con Elena Santonja, pionera de los programas de cocina en la pequeña pantalla, la trayectoria del guionista de Secreto de Mónica, La becerrada, Las gemelas, El juego de la verdad, Un tiro por la espalda, Tengo 17 años, Yo he visto la muerte, La muerte viaja demasiado y de las dos películas en las que intervino Isabel Pantoja, y del director de La Lola dicen que no vive sola, Un casto varón español, El amor del capitán Brando, Jo, papá, Nunca es tarde, Al servicio de la mujer española, En septiembre, Stico, La hora bruja, Al otro lado del túnel y El palomo cojo, contiene apuestas valientes que siguen suscitando interés.

Siempre audaz, Armiñán aspiró al Oscar con Mi querida señorita, el drama que escribió con José Luis Borau sobre la mujer que descubre ser un hombre. “No teníamos posibilidad de ganar porque estaba Luis Buñuel con El discreto encanto de la burguesía. El año anterior le habían hecho un feo con Viridiana e hicieron un acto de contrición. Sabíamos que iba a ser para Buñuel. José Luis López Vázquez impresionó a George Cukor, que le ofreció un papel en Viajes con mi tía”, recordaba el cineasta.

El nido fue la segunda opción al eunuco dorado. “Teníamos como rivales a Truffaut y Kurosawa, así que pensé que no nos lo iban a dar. Había dos bandos muy divididos y, al final, el premio fue para un filme soviético muy malo, lo que me enfadó muchísimo”, reconocía este realizador que destacó por ser extemporáneo a su tiempo y a su cine.

El presidente de la Academia, Fernando Méndez-Leite, ha definido el fallecimiento de Armiñán como «una tristísima noticia para los aficionados al cine, al teatro y a la literatura, porque Jaime era un hombre multidisciplinar. Era una persona llena de vida y desde muy pronto se convirtió en una figura relevante en el panorama cultural. Fue el rey de la televisión, cuando Televisión Española solo tenía una cadena y Jaime escribía prácticamente todo. Cultivó una perfección en el trazo de personajes y guiones que caracterizó su obra. El cine de Jaime es un cine de autor al cien por cien. Ha sido un profesional muy importante para el cine español, además de ser uno de nuestros hermanos mayores, que nos acogió a la generación siguiente y nos introdujo en la profesión con generosidad, poniendo a nuestra disposición su magnífica biblioteca».

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