56 años dan para mucho. Fernando Méndez-Leite recordó todo lo que ha vivido en Valladolid –ciudad que visitó por primera vez cuando acudió a su festival de cine en 1968– en la entrega de la Espiga de Honor, distinción que recogió en la gala inaugural de la Seminci 2024 de manos de su hija, la actriz Clara Méndez-Leite, y el productor y director Gerardo Herrero.
El presidente de la Academia de Cine emocionó y arrancó las sonrisas del público que llenó las butacas y palcos del Teatro Calderón, que le recibió en pie y le dedicó cálidos aplausos cuando echó la vista atrás y habló de su vinculación con la ciudad castellana. Personas, lugares, películas, canciones… “En 1968 vine por primera vez a la Seminci, entonces se llamaba Festival de Cine Religioso y de Valores Humanos [tenía 24 años y estaba acreditado por la revista en la que escribía]. Desde entonces, no me he perdido casi ninguna edición. Este invierno, con la celebración en Valladolid de la gala de los Premios Goya, culminaba mi vida vinculada a esta ciudad. Y ahora este reconocimiento que tanto me emociona. No hay más que cumplir 80 años y te empiezan a caer las espigas”, declaró.
Hombre de cine, Méndez-Leite contó que en su primera Seminci vio, entre otras películas La pasión de Juana de Arco y Nazarín, y rememoró su etapa de profesor de la Cátedra de Cine de la Universidad de Valladolid. «Estuve 13 años dando clases todos los meses de agosto. Tuve que estudiar muchísimo y aprender muchísimo. El primer año, solo había cuatro alumnos civiles, la mayoría eran curas y monjas, por lo que la docencia del cine a ese público no era fácil. En los siguientes cursos, muchos habían dejado el hábito», indicó el cineasta.
En su historia de amor con Valladolid no olvidó mencionar a algunos de los alumnos que tuvo en clase –Gustavo Martín Garzo, Joaquín Cánovas, Rafael Alcázar y Paco Román, entre otros– y repasó los lugares a los que iba en esa etapa –el Paseo Zorrilla, el Colegio de Santa Cruz, el bar en el que escuchó ‘Penélope’ y ‘La bambola,’ canciones que tarareó–. «Esta Espiga me la dais por pucelano, porque me he pasado aquí la vida», señaló.
Rodeado de su familia, amigos y compañeros, Méndez-Leite subrayó su idilio con la ciudad del Pisuerga y la Seminci –dio las gracias al alcalde de Valladolid Jesús Julio Carnero y a la concejala Blanca Jiménez, y al director del Festival, José Luis Cienfuegos– cerrando su discurso con la convincente frase: “¡cómo no voy a estar enamorado de Valladolid!”.