Para José Antonio Félez, con admiración, respeto y cariño.
Hace ya varios años que, en estas fechas, coincidiendo con el Festival de Cine de San Sebastián, desde la Academia de Cine me piden un artículo hablando de la salud del cine español. Y llevo ya varios años insistiendo en que nunca he conocido una época tan fructífera para nuestro cine como la que vivimos ahora. Porque encadenamos una temporada en los que el éxito de nuestras películas internacionalmente avala este optimismo.
Este año hemos tenido dos películas en la competición de Cannes, Sirât y Romería, y creo que no me voy a equivocar al decir que el año que viene volveremos a tener una importante presencia en esta competición, la más importante del mundo. Las películas de Pedro Almodóvar, Rodrigo Sorogoyen, Albert Serra y los Javis seguro que ponen en un difícil compromiso a Thierry Frémaux a la hora de confeccionar su selección. Y habrá, también, otras inesperadas películas que nos sorprenderán.
Además de en Cannes, hemos tenido películas triunfando prácticamente en todos los festivales: por ejemplo, Sorda destacó en la Berlinale (y triunfó en Málaga) y Estrany riu y Anoche conquisté Tebas han dado que hablar también en Venecia.
Hace ya años que la gran cantidad y calidad de nuestro cine permite que a la gran cita para el cine español que es San Sebastián se una Málaga, que complementado con la Berlinale y planteando para sus películas estrenos en salas en primavera o verano, se ha convertido en una excelente opción para muchas de nuestras películas.
Y deberíamos hablar también del cine más comercial (ojalá todo el cine lo fuera), que triunfa en España gracias a diferentes películas, y cuyo máximo exponente en este momento es Santiago Segura. Una cinematografía sana y fuerte tiene que tener buenos exponentes de todo tipo de cine, desde el que busca al público por encima de todo hasta el que busca nuevos caminos, nuevas maneras de contar historias.
Pero hablando ya de San Sebastián, tenemos este año en sus diferentes secciones más películas españolas que nunca. En la Sección Oficial a concurso tenemos cuatro muy diferentes entre sí: Los tigres, un thriller (social) de Alberto Rodríguez, con dos espectaculares Bárbara Lennie y Antonio de la Torre; Maspalomas, la película de los ‘Moriarti’, sobre un hombre que salió del armario y vuelve de nuevo al mismo a la edad de 76 años (impresionante José Ramón Soroiz); Historias del buen valle, la nueva película de no ficción de José Luis Guerín, con la que vuelve a nuestro festival por la puerta grande; y, por último, Los domingos, la nueva película de Alauda Ruiz de Azúa que, como en la serie Querer, habla de un tema muy complicado, lleno de aristas, y consigue salir triunfadora.
Tampoco deberíamos olvidarnos, ya fuera de concurso, de Karmele, de Asier Altuna, una importante producción vasca que nos lleva a nuestra historia reciente, a través de la historia del grupo Eresoinka, que creó el Gobierno Vasco en el exilio para llevar la cultura vasca por el mundo; de Un fantasma en la batalla, de Agustín Diaz Yanes, una película que nos habla de la crueldad de ETA y también de las luces y las sombras de la lucha antiterrorista; de Flores para Antonio, de Isaki Lacuesta y Elena Molina, una no ficción sobre Antonio Flores en la que su hija, Alba Flores, parte al encuentro de su padre; y, por último, de Zeru Ahoak, de Koldo Almandoz, una serie policiaca, probablemente la más importante que ha producido EITB en euskera.
En New Directors también tenemos dos películas importantes: Aro berriak, de Irati Gorostidi, joven realizadora que ya con el cortometraje Contadores fue premiada en Cannes y, La lucha, de José Alayón, que cuenta la relación entre un padre y su hija en el mundo de la lucha canaria.
En Perlak, podremos ver Ciudad sin sueño, la primera película de Guillermo Galoe, premiada en Cannes y ambientada en la Cañada Real, y, en Zabaltegi-Tabakalera veremos tres películas: Una película de miedo, de Sergio Oksman, pequeña joya, pieza de orfebrería muy hermosa que mezcla ficción y no ficción; El último arrebato, de Enrique López Lavigne y Marta Medina, en la que sus directores se meten en el mundo de Iván Zulueta, mimetizándose con sus imágenes y obsesiones; y, por último, Estrany riu, del Jaume Claret Muxart, premiada en Venecia, una película sutil y elegante, un viaje personal y físico de un adolescente a la búsqueda de su lugar en el mundo.
Y otras muchas más películas españolas en Zinemira, Made in Spain, Klasikoak, etc. La presencia del cine español es, este año, todavía más importante en calidad y cantidad en San Sebastián. Y no olvidemos, que también luego vienen Sitges, Gijón, Valladolid, Sevilla y otros muchos festivales, que son muy importantes para mostrar parte de nuestra producción anual.
Disfrutemos de este momento y ojalá sigamos teniendo mucho cine español variado y de calidad en los próximos años.