Treinta años después de la muerte de Antonio Flores, Alba Flores le dedica la película que ella necesitaba sobre su padre. Un retrato “desde un sitio de mucho amor” que la actriz ha liderado como productora creativa y poniéndose delante de la cámara “como yo misma, no quería hacer ningún personaje”. Lo hace sin esquivar los aspectos más duros de la biografía del músico, uno de los artistas que más han trascendido y calado en la música de este país, y de la suya misma -tenía ocho años cuando perdió a su padre-. Miembro de una saga familiar de música, pero también de cine, Alba Flores dejó de cantar con el vacío que dejó el fallecimiento. Gracias a Flores para Antonio, el nudo en la garganta se ha aflojado y la flor que Antonio Flores siempre quiso en su jardín le brinda de vuelta una canción que acompaña los títulos de crédito. “Mi deseo es que la película resulte sanadora y liberadora para toda la familia”, asegura. Para ella ya lo ha sido.
El cartel avanza que es un filme de conversaciones pendientes. ¿Cuándo empieza a querer hacer esas preguntas y plasmarlas en un documental?
Al principio estaba muy reticente. Estábamos preparando el concierto-homenaje y vinieron a ofrecernos hacer algo audiovisual sobre mi padre y mi madre decía “ya hemos abierto la caja de Pandora. No hay nada audiovisual de tu padre. Venga, algo hay que hacer”. En esa primera reunión yo dije que no quería saber nada: “haced lo que queráis, pero si la hacéis tiene que ser una película y tiene que dirigirla Isaki Lacuesta”. Y me dijeron vale, pero llámale tú. Y yo hablé con Isaki y él me hizo ver que yo tenía que participar y vi que era una oportunidad que se me ofrecía para hacer la peli que quería que hubiese sobre mi padre y hacer algo sanador para mí.
¿Por qué cree que no ha habido ningún documental sobre Antonio Flores hasta ahora?
Porque no hemos querido nosotros. Hemos necesitado tiempo. Yo sobre todo he necesitado tiempo para ver cómo quería abordar este tema y creo que ahora he tenido la madurez y la herramienta. Otras veces me sentía muy fuera de control de esas situaciones. Esta vez ya tengo otro bagaje profesional, con el que he sentido que podía hacerlo siendo un poco dueña de lo que se iba a hacer.
¿Qué límites se puso a la hora de exponerse?
Me abrí completamente. Había mucha confianza, porque al estar yo en la producción tenía un voto importante en todo lo que se hiciera. Durante el rodaje, también para mi familia, era primordial que sintieran que había la confianza de poder tener una conversación sin ningún tipo de autocensura y sin tapujos, que ya luego en montaje arreglaríamos lo que hiciera falta. No ha sido necesario al final. Pero conseguimos que todo el mundo estuviera muy cómodo y con la confianza de que íbamos a cuidar; y yo de que iba a ser cuidada.
Hubo mucha libertad y así se la tomaron en la familia. Yo no esperaba ni pedí que se entregaran al nivel que me estaba entregando yo, pero no fue necesario porque estaba todo el mundo muy por la labor de hablar con mucha profundidad sobre mi padre.
¿Cómo ha sido el trabajo con los directores, Isaki Lacuesta y Elena Molina?
Con Isaki había algo de sentir una resonancia muy grande con el mundo de mi padre. En el fondo de su ser, él es músico y tiene un amor por la música, una sensibilidad y una mirada tan libre de prejuicios, que sentía que era la persona indicada. Pienso que Isaki podría haber sido perfectamente amigo de mi padre. Y él trajo a Elena, que fue una aportación increíble porque de esa manera había alguien detrás de la cámara de mi edad y que se podía identificar más con mi parte de la historia. La combinación ha sido muy bonita, están las dos miradas que corresponden a las miradas de mi padre y de las mía.
Ha buceado en el archivo familiar, ¿qué hallazgos ha encontrado?
Imagínate, ha sido poner mi casa patas arriba. Hemos recuperado vídeos que creíamos que habían desaparecido. Y luego muchas entrevistas que nunca había escuchado de mi padre, sobre todo de radio, que es más difícil de encontrar. Hubo un trabajo de documentación bestial y lo peor de todo es que siguen apareciendo cosas. Hay que prepararnos psicológicamente para que, de repente, ya estrenada la película aparezca una perla que digamos, “ay, Dios, si esto hubiera aparecido antes’”. Somos una familia muy atípica porque hay mucho material audiovisual sobre nosotros.
“Mi padre se mostraba tal y como era en las entrevistas”
Imagino que fue diferente enfrentarse a los vídeos familiares caseros y a los de la cara más pública.
Algo que descubrimos y por lo que me parece valioso tener los dos mundos es que no hay tanta diferencia. Si ves los vídeos caseros con detenimiento y las entrevistas, sobre todo mi abuela [Lola Flores] y especialmente mi padre, son muy auténticos. Ha sido un gran descubrimiento ver que él era muy transparente, no se había creado mucho un personaje. Se mostraba bastante tal y como era.
Después de hacer el documental, ¿cómo siente la relación con él?
Le tengo más presente, integrado. Ese vacío que en un momento dado fue importante ya no lo es tanto. Le siento más recuperado y es una sensación muy grata porque es también de sentirme yo más completa. Ha tenido un efecto enorme para mí, un cambio a mejor.
¿Y para su familia?
Cada miembro lo vive a su manera, no se puede generalizar. Sí que tengo muchas ganas de ver qué pasa cuando lo vean en una sala de cine y compartiéndolo con el público. Mi deseo y lo que yo me he planteado a la hora de hacer esta película es que resultase sanadora y liberadora para toda la familia. Espero que así sea.
Cantar desde el placer
Muestran todas las facetas de su padre: cantante, compositor, fotógrafo, pintor… y actor, oficio que comparten. De todas las artes, ¿Cuál es la que más le conecta a él?
Está feo que diga esto en una entrevista con la Academia de Cine, pero creo que en mi familia se considera que la música es la reina de las artes. Está por encima de todo lo demás. Yo llevo más de veinte años trabajando como actriz, le he dedicado mi vida, es mi vocación, pero por encima de eso yo también pienso que la música es la reina.
Y haciendo esta película nos dimos cuenta, que estamos también absolutamente ligados al cine. Mi abuela hizo 50 películas, mi tía Rosario estuvo diez años haciendo películas antes de dedicarse a la música, mi tía Lolita tiene un Goya como Actriz Revelación y mi tía Rosario estuvo nominada. Mi padre también hizo carrera de ello… Nuestra familia es una familia de música, pero también es una familia de cine. Pero claro, nos apasiona tanto la música que parece que es lo único que hay. El cine para nosotros es muy natural y lo vivimos como algo que ha formado parte de nuestro camino artístico. Para mí la que más, porque no me he desarrollado tanto en lo musical.
Quizá ahora se abre ese camino
Algo bonito que me ha traído esta película es poder relacionarme con cantar desde el placer, con más libertad. Pero lo tengo que cuidar mucho porque ha sido difícil para mí. Tengo que darle tiempo a relacionarme primero yo en mi intimidad y luego ver si quiero hacer algo de puertas para afuera.
Algo que ha sido una sorpresa de mí misma y que le agradeceré toda la vida a Silvia Pérez Cruz es que, gracias a su guía, hemos hecho una canción original para la peli. Si me dicen que yo iba a hacer eso, jamás me lo hubiera creído. Estoy contenta de haberle podido dedicar una canción a mi padre de vuelta, igual que él me la dedicó a mí.
¿Inaugura este documental una nueva faceta en el cine más allá de la actuación? ¿Se ve impulsando otras producciones o dirigiendo?
Ser productora creativa me ha encantado. Lo he disfrutado porque es mi proyecto de mi familia, pero en muchos momentos he pensado que si esto no fuera sobre mí todavía lo disfrutaría más. Seguramente, volveré a repetir la experiencia. Sí me gustaría dirigir, pero creo hay que saber todavía bastante más. Ojalá llegue ese momento, no me cierro a nada.
Aquí no tenía un personaje que dejar en el set. ¿Lo ha vivido de manera muy diferente a otros trabajos?
Me sentía más como cuando he hecho un retiro terapeútico que trabajando. Y lo encaré así, porque yo no quería hacer ningún personaje. Entendía que el valor es que yo apareciera como yo misma. Evidentemente, luego no se desconectaba. Me llevaba la cosa a casa, teniendo conversaciones y procesándolo.
No evita los temas más complicados de la vida de su padre, como fue la lucha con las adicciones.
Al final esto es un homenaje a él. Es un retrato desde un sitio de mucho amor. Entonces, para que no fuese un retrato sesgado, ni de darle demasiado jabón era importante pasar por los momentos más difíciles de su vida y quererle y comprenderle con eso. Y darle valor a los momentos difíciles que vivió. Si no hubiéramos hecho eso, el público se podría haber sentido estafado y para mí es muy importante no solo para el público sino también para nosotros mismos ese ejercicio de que salga la verdad y aliviemos la tensión que hay con las partes más difíciles de su vida, porque nosotros nunca lo juzgamos como igual se le juzgó desde fuera. Así que enseñemos eso, que es bueno para él y es bueno seguramente para muchas personas que habrán pasado por situaciones parecidas o no. Pero eso pone algo bueno en el mundo.
“Nosotros nunca lo juzgamos como igual se le juzgó desde fuera”
En el documental afirma que “a mi padre le dolía el mundo”. En su caso, qué está muy comprometida con el medioambiente y con lo que está sucediendo en Gaza…¿También le duele?
Sí que me pasa. A nivel personal la pregunta es ¿cómo mantenemos viva la llama? Porque vivimos en tiempos oscuros y más que nos los oscurecen. Y es importante mantener la esperanza. Esto lo tenía muy presente en Flores para Antonio. Me empeñé mucho en que no fuera una película pesimista, en que fuese algo luminoso. Y así es como vivo, intentando buscar un poco de luz en las cosas que vamos haciendo, aunque sean sobre mi familia, que es algo muy privado. Todos los relatos aportan más luz o más oscuridad, da igual de lo que vayan, así que aportemos luz, porque ya vivimos unos tiempos demasiado oscuros.
- Flores para Antonio se estrena en cines el 28 de noviembre.