En busca de la verdad

Por Fernando Colomo · 24 septiembre, 2025

La nueva película de Fernando Colomo participa en la sección Made in Spain de Zinemaldia

De las veintisiete películas que he dirigido, hay cinco que tienen un marcado carácter autobiográfico. Son aquellas en que el personaje principal es claramente mi alter ego.

Yo soy el aprendiz de progre de Tigres de papel, el contrabajista aficionado de La mano negra, el fotógrafo que se va a Nueva York en La línea del cielo, el realizador publicitario de Isla bonita y, ahora, el pintor abstracto de Las delicias del jardín.

Este guion ha dado muchas vueltas. En las primeras versiones tenía mucha importancia la aparición de los NFTs, un extraño invento que convulsionó el negocio especulativo montado en torno al mundo del arte, pero cuanto esto desapareció de golpe y porrazo, nos obligó a encontrar una nueva estructura que articulara la historia.

Lo que siempre se mantuvo fue la relación de los dos personajes principales, un padre y un hijo, ambos pintores, que mantienen una disputa permanente no solo en lo referente al mundo del arte sino también a la política, las relaciones con el sexo opuesto y la forma de ver la vida. Un auténtico choque generacional.

Creo que el hecho de que mi hijo Pablo y yo escribiéramos juntos el guion, y que posteriormente hayamos asumido como actores los dos personajes principales, es algo insólito en la historia del cine. En el rodaje de nuestras escenas en común y, a pesar de que estaban escritas y reescritas, nos tomamos mucha libertad y un alto grado de improvisación a la hora de rodarlas. Había momentos en que nos olvidábamos del texto escrito y aquello se convertía en una de nuestras eternas discusiones.

Pero no penséis que, como sucedió en Isla bonita, Las delicias del jardín es una película improvisada. Las escenas con los actores profesionales (Machi, Resines, Bermejo, Hervás…) se atienen bastante al guion. Pero en aquellas en las que participan otros actores naturales (Antonio López, Javier de Juan, Carolina Verd…) no se les dejó ningún guion escrito; yo les contaba de qué trataba la escena y les daba la réplica en consonancia.

Este guion, pues, es solo el punto de partida; la última versión de las veintitantas que realizamos a lo largo de más de tres años.  La estructura ha permanecido idéntica en el paso de guion a película, pero los diálogos han evolucionado.  Es el proceso natural; al fin y al cabo el guion es solo una guía que nos orienta en la realización de la película. Una guía para, a través de la cámara  y el montaje posterior, ir a la búsqueda de la verdad.

twitter facebook linkedin email