El cine español, presente en la práctica totalidad de secciones del Festival de San Sebastián, cuenta este año con dos coproducciones en Horizontes latinos, el apartado dedicado a las películas latinoamericanas. Se trata de La misteriosa mirada del flamenco, de Diego Céspedes, y El mensaje, de Iván Fund.
La misteriosa mirada del flamenco
Avalada por el premio a mejor película en la sección Una cierta mirada de Cannes, la ópera prima del chileno Diego Céspedes –que participó en la tercera edición de Residencias Academia de Cine– insufla aires de western a la cruda historia de un aislado refugio para mujeres trans durante la pandemia del sida. Reconoce el cineasta que la inspiración para La misteriosa mirada del flamenco empezó “con un dibujo que hice de mis hermanos… aunque en el papel eran Lidia y el Flamenco. Era un chico más grande, maricón, abrazando a una niña de pelo oscuro como si él fuera su madre. Esa mezcla de ternura rara y fuerza me quedó rondando”.
Desde esa relación principal, la de una hija adolescente que debe entender la compleja relación con su progenitor, brota una trama en la que “se mezclan muchos géneros, porque todo está filtrado por la mirada de una niña, y en los ojos de una niña la comedia y la fantasía entran solas”. El western llega “como un juego de imaginación: la venganza en el desierto, pero contada desde esa inocencia”.
Encontrar los rostros y voces de los personajes fue un proceso “largo, larguísimo, y divertido, divertidísimo” que se demoró “más de un año y medio buscando. Hay de todo: actrices y actores no profesionales que dan un color único, chicas trans y maricas de la cantina que le aportan naturalidad, y actores con formación que admiro mucho y que ayudan a darle el cauce más narrativo, de guion, al relato. Es un cuadro lleno de colores distintos”, explica Céspedes. De esa larga búsqueda se queda con el hallazgo de la protagonista Tamara Cortés, “inolvidable. Ella no solo es un talento desbordante, también tiene un humor que te hace reír hasta con la panza apretada”.
Con su debut, el chileno espera sumar imágenes a una pandemia, la del sida, que considera que el cine no ha atendido lo suficiente “Si pensamos en la devastación corporal, emocional y también en el inconsciente colectivo, todavía son pocas”, reflexiona, “y mucho menos desde los márgenes, que fueron los más golpeados. Porque la pobreza es más cruel cuando se cruza con una enfermedad: no es solo el prejuicio, ya había un rechazo social antes de cualquier diagnóstico”.
Con La misteriosa mirada del flamenco, el aire del desierto del norte de Chile llega a San Sebastián, “una segunda casa” para Diego Céspedes. “Y es una frase bastante literal porque he vivido ahí durante toda la pandemia y más. Es una historia tremenda, aprendí varias frases en vasco. Siento que mostrar acá es cuando vuelves a la casa y le muestras lo que has hecho a tu familia. Algo así se siente”.
El mensaje
Se suele decir que el hambre agudiza el ingenio, y los padres de la protagonista de El mensaje son un ejemplo. En plena crisis económica en Argentina, convertirán los supuestos dones de su hija para comunicarse con los animales en un negocio. Al cineasta Iván Fund le llegó en primer lugar “la imagen de un personaje con un don especial, un talento único, que en el contexto donde vive apenas le alcanza con suerte para ganarse la vida”. Ese “cruce entre lo trascendental y lo mundano” está en la génesis de un largometraje que se alzó con el Premio del jurado en el último Festival de Berlín.
“También estaba la imagen de una persona en el momento en que empieza a dejar de creer para comenzar a querer creer”, explica, “y las ganas de volver a trabajar con Marcelo Subiotto y Mara Bestelli, protagonistas de mi película anterior, Piedra noche”. Estos dos intérpretes encarnan a esos padres que explotan el don, en la cuerda floja entre la mentira y la verdad desesperada, de una hija a la que Fund halló cerca: “Anika Bootz es mi hijastra. Vivo con ella desde que tiene dos años. Es muy inteligente y sensible, muy cinéfila y curiosa. Me veía escribir el guion y siempre insistía en por qué no podía ser ella la niña que habla con los animales”.
Este guion sobre los misterios de la comunicación entre seres humanos –no sabeos si también realmente con animales– fue encarado por el argentino “no de manera secuencial, donde una viene después de la otra, sino en simultáneo, donde cada una se nutre y dialoga con la otra”. Considera que “el guion está siempre avanzando, en búsqueda constante de imágenes y fragmentos de ese mundo, descubriendo a los personajes. Es un gran conglomerado de imágenes que luego comienzan a delinear el recorrido, siempre en contacto con los elementos que la realidad propone para la historia”.
El elegante blanco y negro del largometraje pretende ser “una forma de despejar la mirada, invitando al espectador a detenerse en la cadencia que propone, dar lugar a los gestos y detalles. Y también era un atajo a la ficción”. Fund pretendía hacer “una película con un pie en la realidad contemporánea argentina, con un registro casi de cine directo, con la textura de cierta urgencia, pero envuelta en el aura del cine rutero, del imaginario cinematográfico, y estilizar plásticamente la película, darle cierto aire fantástico”.
Regreso feliz el del cineasta a San Sebastián, que define como “mi casa en otra orilla: la casa del cine y los amigos”, y a un certamen “que me ha apoyado desde hace años, acompañando y empujando. Apoyó a la película desde su estadio más primero hasta este momento de compartirla en la sala, así que es el cierre natural del recorrido”. Será la quinta vez que participa del festival, y espera que El mensaje gane “visibilidad, lazos con colegas y reencuentros con amigos. Es la bienvenida a una comunidad”.