La narración comienza y termina en su casa ‘Azul’ en Coyoacán, Ciudad de México. A su muerte en 1954, su esposo, regaló la casa al pueblo mexicano. Rivera es una de las influencias que moldearon a Kahlo: una artista ardiente, idealista, a veces mujeriego y comunista con quien se casó, se divorció y luego volvió a casarse. A la edad de 18 años, estuvo involucrada en un terrible accidente mientras viajaba en autobús; sufriría los dolorosos efectos del accidente durante toda su vida. Sufrió daños en la columna vertebral y el abdomen y estuvo confinada a la cama durante muchos meses. Comenzó a pintar autorretratos y retratos de familiares cercanos. Así, la pintura tuvo una génesis singularmente dolorosa. Pintó más de 700 autorretratos en su vida, muchos de ellos relacionados con el dolor, la sexualidad y la fertilidad. No pudo tener hijos y sufrió varios abortos espontáneos. El trauma en la raíz de su arte se explora con sensibilidad a lo largo del documental, junto con la idea de que estas hermosas pinturas sirvieron en parte como un sustituto de la maternidad.