Borja Cobeaga: «Se pone el mismo esfuerzo en un éxito que en un fracaso»

Por Chusa L. Monjas · 11 marzo, 2015

Estrena su tercera película, Negociador

Borja Cobeaga era un desconocido hasta que su cortometraje, Éramos pocos, fue nominado al Oscar al mejor corto de ficción. Creador de sketches de humor de ‘Agitación + IVA’ y director del espacio de ETB ‘Vaya semanita’, el cineasta donostiarra puso de moda el término Pagafantas, palabra con la que bautizó su primera película y llegó al público con su segundo trabajo, No controles. Generador de comedias, un género que encuentra muy agradecido porque tiene una respuesta física, la risa, “y si funciona, la recompensa es inmediata”, Cobeaga estrena este viernes, 13 de marzo, su proyecto sobre las negociaciones del Gobierno español con ETA en 2005-2006. El director y guionista empezó a escribir “sin que nadie me lo pidiese y sin saber si algún día se realizaría” Negociador, una historia basada en hechos reales con la que no aspira a hacer una crónica realista, “sino el relato ficcionado sobre un acto supuestamente solemne y grave pero repleto de pequeños detalles que convierten el acontecimiento en algo muy de andar por casa”, declara.

Negociador se proyectó en la sección Zabaltegi del Festival de San Sebastián, donde tuvo buena recepción. “Que una película tan pequeña y tan personal se vea en el festival de tu ciudad supuso muchísimo. Llegamos con la lengua fuera, pero mereció la pena. Estaba un poco asustado porque los filmes sobre el conflicto vasco que se habían proyectado en el certamen habían sido polémicos. Hablar, escribir sobre estos asuntos hace una década en el País Vasco hubiese sido suicida, pero hemos avanzado mucho. Ahora la gente está mucho más receptiva: Negociador no ha escandalizado, no se han rasgado las vestiduras”, destaca el coguionista de Ocho apellidos vascos.

En los pequeños desastres cotidianos de las negociaciones –móviles que no saben manejar en momentos tensos, encuentros fortuitos en pantalón corto y zapatillas, la aventura de comer una ensalada de bote en un coche…– se centra Negociador, cuyo eje es la figura ficticia de Manu Aranguren (Ramón Barea), el político vasco que ejerce de mediador con la banda terrorista.

“La película aborda un tema delicado, pero no tiene afán provocador. En España no hemos hecho películas de la historia reciente”, apunta Cobeaga, que insiste en que no ha dirigido una “crónica fidedigna. Creo que en una historia de ficción se pueden contar mejor las cosas que han pasado, que pasan”. Cobeaga ironiza sobre las negociaciones y muestra situaciones hilarantes como que confundan a Aranguren –trasunto de Jesús Eguiguren– con un miembro de ETA por su aspecto.

Efecto liberador

Convencido de que tenemos una historia reciente “que no se aprovecha. Si el ‘caso de la colza’ hubiese ocurrido en Estados Unidos, ya habrían hecho varias películas y series. Pero aquí tenemos mucha precaución, pensamos que hay ciertos asuntos que van a molestar”, Cobeaga está, junto al guionista Diego San José, inmerso en la escritura de la secuela de Ocho apellidos vascos, trabajo al que seguirá la adaptación de Superlópez. Por el momento, sigue aparcado un proyecto que desde hace tiempo tiene entre manos, Fe de etarras.

Le han pasado muchas cosas desde el corto Éramos pocos “y tengo muchas películas en la cabeza. De chaval, cuando veía a alguien de 40 años, para mí era un señor. Ahora se dice ‘el joven director de 43 años’”, comenta divertido este adepto a la comedia, “un género que me permite todo. Es un abanico de registros y de tonos. Que una comedia local provoque carcajadas, me encanta. Que mucha gente se ría de lo que tú un día has pensado y has escrito da miedo, pero es muy satisfactorio. Me encantaría hacer un thriller, pero creo que me saldría cómico”.

Dice que los españoles tenemos mucho sentido del humor “a la hora de reírnos del otro. Nos hace gracia la desgracia ajena” y que el humor vasco tiene fama de “seco, violento, negro, porque está muy relacionado con filmes como El día de la bestia Acción mutanteCuando se ha vivido una presión política muy fuerte, la comedia emerge como algo liberador”.

Muy españolas

Y vuelve a la comedia, esta vez al fenómeno Ocho apellidos vascos, “historia con la que la gente se ha dado cuenta que ver la comedia en una sala llena es una experiencia maravillosa. No ha pasado sólo en España, también en Francia y en Italia, donde los filmes sobre los tópicos locales han funcionado muy bien porque la risa es contagiosa”.

Sabe que el tándem Cobeaga-San José siempre llevará el sello ‘de los guionistas de Ocho apellidos vascos’. “Es una gozada que las cosas que a nosotros nos resultan graciosas también hagan gracia a millones de personas. Que cosas que se te ocurren en casa cuando estás desayunando las pongas en un guión, que luego unos actores las interpreten y que lleguen a la pantalla y encima se vean… Se pone el mismo esfuerzo en un éxito que en un fracaso”.

A punto de entregar el libreto de la segunda parte de Ocho apellidos... “Nunca habíamos escrito una película que el público está esperando. Es muy difícil repetir el éxito que tuvo la primera. El factor sorpresa es un gran valor, y como los personajes principales son los mismos, lo que perseguimos es ser más graciosos en las situaciones que planteamos”, explica Cobeaga, para quien “la aceptación progresiva” del espectador hacía el cine español tiene mucho que ver “con haber transmitido la impresión de variedad. La imagen de que sólo se hacían películas de la Guerra Civil, yonkies y prostitutas se ha borrado. Antes, cuando una película tenía éxito, el mayor halago era que dijeran que no parecía una película española y en estos momentos las películas que han triunfado no pueden parecer más españolas. El gran avance es que las historias con mayor repercusión y éxito de público son muy españolas”.

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