Inma Cuesta: «He abierto la puerta a un cine que me interesa mucho»

Por María Gil · 16 junio, 2016

Da el salto al cine latinoamericano de la mano de Ricardo Darin y Sebastián Borensztein en Capitán Kóblic

Un vídeo de Youtube en el que imitaba acentos convenció a Sebastián Borensztein (Un cuento chino) de que Inma Cuesta era la actriz perfecta para encarnar a Nancy, la mujer que protagoniza un romance catártico con el capitán Kóblic (Ricardo Darin). La intérprete andaluza se ‘argentinizó’ y se embarcó en un “viaje personal y un punto de inflexión ya no solo profesional”, que supone su primera incursión en el cine latinoamericano, un tipo de historias de las que se revela fascinada. Solo tiene palabras de elogio para su compañero de reparto y confiesa que le gustaría trabajar de nuevo al otro lado del Atlántico, aunque no de inmediato. “Llevo sin descansar mucho tiempo y este es un trabajo en el que uno se tiene que limpiar y dejar lastres, para poder contar cosas nuevas y tener herramientas nuevas”. Eso sí, fiel a su método, un 99% más instintivo y animal que racional.

Este thriller con tintes de western y ambientado en un pueblo perdido de la Pampa argentina en 1977, con la tragedia de los vuelos de la muerte de fondo, aterriza en las pantallas españolas el viernes 17 de junio, tras debutar en el Festival de Málaga, donde la coproducción hispano-argentina se llevó dos Biznagas de Plata, la de Mejor Actor de Reparto y la de Mejor Fotografía. Tras ‘testarse’ con éxito en el certamen andaluz, Cuesta reconoce que uno llega más tranquilo a su presentación en salas. –“ Tenía miedo de que pensaran que iba de la dictadura y eso alejara al espectador, pero no es así, la película no va de eso”–.

 

¿Qué le atrajo de esta historia?

Justo había dicho hace dos semanas que me apetecía mucho trabajar en Argentina, me gusta mucho el cine que se hace allí, y en Latinoamérica en general, y de repente llegó esto. Me llamó Sebastián y encima tenía la oportunidad de trabajar con Ricardo Darin, no podía decir que no. Era un reto maravilloso encarnar a una chica argentina del interior. Y me atrajo la historia, pero sobre todo era un modo para mí de abrir una puerta a un cine que me interesa.

¿Cómo fue la preparación para encarnar a Nancy?

Yo siempre he imitado muchos acentos, soy muy payasa. Cuando me llamó el director, me dijo que le habían propuesto mi nombre, que físicamente sí que encajaba en el personaje, pero claro tenía que hacer de argentina… pero me contó que había visto un vídeo mío haciendo de argentina cuando había puesto mi nombre en Youtube y me aseguró que podía hacerlo. Contacté con una coach, una actriz que se llama Carolina Román que es del interior, y la grabé, me dio unas pautas, y yo me aprendí el guión casi como si fuera una partitura musical y me dejé guiar por Sebastian y por Ricardo, que me ayudaron a perfilar algunas cosas.

¿Ha tenido que documentarse sobre este episodio del pasado de Argentina? Los llamados “vuelos de la muerte”

A veces es mucho más importante estar de verdad y sentir, y mirar, que hacer un trabajo mucho más racional. En La voz dormida yo sí que tuve que documentarme una barbaridad, leer y ver películas para meterme y entender a ese personaje y toda la carga política, pero en este caso llegué a encontrar el camino a poco que pregunté a Ricardo cómo es ese entorno y cómo estaba una chica de esa época. No hay un libro que te explique eso, es más el conocimiento de la gente.

¿Lo veía de forma diferente a sus compañeros argentinos, con más distancia?

No, porque aquí han pasado cosas bastante similares, una dictadura, una guerra, una posguerra. Es fácil comprenderlo, además después de La voz dormida me resultó fácil empatizar con esa sombra de un país.

Ahondar en la sombra de un país

El papel de Nancy es muy contenido

Es un personaje que cuenta más con lo que no dice que con lo que dice. Habla con la mirada, con los gestos. Y evidentemente ese trabajo se hace desde la verdad y desde el interior, pero es muy importante tener un compañero como Ricardo. Ha sido un regalo porque evidentemente como actor es brillante y uno a su lado aprende de la actuación, de la vida, de la humildad y de muchas cosas. Ha sido todo fácil con él.

¿Y qué fue lo más complicado?

Para mí era una gran responsabilidad ir a otro país y que una española hiciera de argentina, una se siente un poco como una intrusa, pero por todo lo demás fue un viaje que me enseñó muchas cosas de mí a nivel personal. El rodaje fue duro porque las circunstancias eran complicadas, era un sitio un poco inhóspito, tuvimos unas inundaciones brutales. Nunca había plan de rodaje, nunca se planificaba nada. Era un poco caótico, pero ese caos ayudó a contar la historia, a que tenga ese poso.

¿Cómo ha sido la acogida de la cinta en Argentina?

Ha ido muy bien, pero yo creo que hay mucha gente que no le apetece de nuevo acercarse a eso. No es una película fácil. Es una película dura y seca, que trata temas en los que la herida está aún abierta. Me contaba Ricardo que de los vuelos de la muerte se ha hablado en alguna ocasión, pero no se había escenificado como se escenifica aquí.

¿Qué balance hace de este primer salto a Latinoamérica?

Fue un viaje personal y un punto de inflexión personal, ya no solo profesional. Para mi suerte me fui a un lugar donde compartimos el mismo idioma, que tiene una forma de vivir muy parecida a Madrid, la gente, la ciudad, todos me han acogido de una forma muy especial. Y, a pesar de estar sola en un lugar en el que no conocía a nadie, me sentí muy en casa y el responsable de ello fue Ricardo. Tengo ganas de volver, me encantaría volver a trabajar allí y, si no, volver a visitarla, recorrerla de otra forma y ver lo que no pude.

Siempre me preguntan si no quiero ir a Hollywood. No se trata de que yo rechace Hollywood. Primero que lo veo muy lejano y nunca he soñado con eso. Si mañana llega un proyecto maravilloso estaré encantada de hacerlo, pero siento mucha más empatía por el cine y las historias que se hace en Latinoamérica, son personajes que te llegan mucho y más cercanos a mí.

Una ‘payasa en potencia’

Ha dado el salto a Latinoamérica, ha trabajado con Almodóvar… ¿Qué retos o sueños le quedan por cumplir?

Yo creo que la vida es un aprendizaje y una continua caja de sorpresas. Este trabajo es una carrera de fondo y yo nunca tengo la sensación de que he llegado a ningún sitio. Uno siempre acaba de llegar y le queda todo por aprender. Si perdiera eso, sería algo muy triste. Quiero todo el rato que me reten y que me den la posibilidad de salir de mi “zona de confort”, tener la sensación de que estás arriesgando, aprendiendo y buscando otra parte de ti. Por eso me dedico a esto y por eso es algo tan vocacional.

Ha encadenado tres dramas La novia, Julieta y Capitán Kóblic, ¿Volverá a la comedia?

Yo tuve la suerte de que a raíz de Tres bodas de más hubo un punto de inflexión en mi carrera y de repente se abrió una puerta ahí y se vio que sabía hacer comedia y como funcionó tan bien vinieron Los miércoles no existen y Las ovejas no pierden el tren, y seguramente vendrán más comedias porque a mí me apasiona el género, soy una payasa en potencia, mucho más que dramática. Sí que es verdad que La novia es una película tan desgarradora, tan potente y me ha dado tantas cosas buenas que parece que he hecho mucho más drama.

¿A dónde le llevarán sus próximos proyectos?

Ahora estoy en un momento en que necesito pensar muy bien qué quiero hacer. Hay proyectos de futuro, pero están todavía en el aire. Este es un trabajo en el que uno se tiene que limpiar y dejar lastres, para poder contar cosas nuevas y tener herramientas nuevas. Necesito descansar, viajar, y saber muy bien hacia dónde quiero ir.

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