Está escribiendo la que posiblemente será su nueva película junto a Alejandro Hernández, coguionista de títulos como Caníbal o Todas las mujeres, pero Alejandro Amenábar sacó un hueco de su apretada agenda para celebrar ayer en la Academia el 20 aniversario de Tesis, la película con la que cimbreó el cine español con tan solo 24 años. Este little big genio, en palabras de la presidenta de la Academia, Yvonne Blake, ideó sin saber lo que era internet su ópera prima en un verano madrileño (por la mañana preparaba las que le habían quedado para septiembre, por la tarde escribía con pasión). Preguntado por el éxito de Tesis, considera que “estaba asentada en la tierra, en plena realidad española, pero planteaba una trama que entonces solo podías ver fundamentalmente en el cine norteamericano”.
El libreto de Tesis estuvo literalmente metido en un cajón tras no convencerle a una productora antes de ser leído por José Luis Cuerda. Hoy, más de veinte años después, este director vuelve a tener dos guiones en el cajón, “ahora es quizá el momento más difícil para plantear una producción en España”. Aún así, considera que está en una posición privilegiada y siente que “hay que medir mucho lo que se hace y, sobre todo, cuánto dinero va a costar”. No renuncia a ninguna de estas dos historias y está convencido de que una de los dos lo terminará haciendo, pero la otra “con la que está cayendo” la ve a priori más complicada, “no es fácil levantar un filme de 150 ó 200 millones de dólares si no es una franquicia”.
Ahora se encuentra de nuevo escribiendo y sabe lo que quiere contar, “este es un camino que a veces me resulta muy tortuoso. La semana pasada fue horrenda: tiras de un hilo y te das cuenta que algunas cosas se caen. Siempre hay un momento en el que la historia hace clic y eso ya es imparable, pero en esta ocasión aún no he llegado a ese punto”.
Una mirada atrás
¿Qué le diría a alguien que como aquel joven de 24 años quisiese rodar y superar sus miedos? “Me ayudó tener muy claro lo que quería. En algún momento de la adolescencia yo estaba obsesionado con el cine y la música de cine, y cuando alguien me dijo que aquello, que solo formaba parte de mi ocio, se podía estudiar quise ponerme a ello. Creo que lo que me ayudó fue el tesón, pero en mi caso también hubo un golpe de suerte fundamental”, declaró este cineasta que reivindicó las profesiones técnicas y manifestó haber aprendido más el primer día de rodaje que en cinco años de carrera.
Rebobinando a cámara lenta, Amenábar fue desgranando momentos clave de su trayectoria: su último rodaje en Toronto (Canadá) –“Eché de menos al equipo español”–; el Oscar de Hollywood –“Claramente ha sido el momento más emocionante del tiempo que llevo en esta profesión. La carrera es literalmente una carrera, hay que luchar por el Oscar”–; y los Goya a Tesis –“Recuerdo la sorpresa, la película tuvo un arranque discreto pero después de aquello todo se magnificó”–.
Artesanal y esforzado
Respondiendo a las cuestiones del público, desveló que aprendió del mismísimo Tom Cruise que sus películas no necesitaban homenajear a otros y apuntó que cree que el cortometraje español Timecode se llevará el Oscar el próximo domingo. Consciente de la importancia de los actores, “ellos son los mejores efectos especiales”, también confesó que no le resulta sencillo trabajar con niños –“Los padres de la chica de Los otros tenían problemas y estaba pasando una infancia complicada. La institutriz que tenían se plantó y se despidió. Me tocó explicarle que había ganado esa batalla, pero que no podría vencer en todas”–.
Repasó sus películas desde el punto de vista de la muerte y la superstición, “el rodaje de Mar adentro me pilló justo cuando había muerto una amiga, para mí esta película fue catártica”, y contó al público que en los sueños ha encontrado muchas veces respuestas para sus historias.
Se siente casi alma gemela de J.A. Bayona, con el que se sorprende por coincidir en tantas cuestiones, “él, como yo, tampoco es de series de televisión”. Aún reconociendo que se hacen productos muy buenos, le cuesta engancharse: “Veo los primeros capítulos y me entra desasosiego al descubrir que aún me quedan cinco temporadas“, declaró consciente de que muchos productos televisivos se alargan intencionadamente.
Para él, el cine español desde que hizo Tesis ha cambiado suficiente, “no tenemos la peor industria cinematográfica de Europa. Aunque la labor sea muchas veces artesanal, nuestros profesionales hacen siempre esfuerzos increíbles”. Se congratuló por la entrada en nuestra cinematografía de géneros como el thriller o el terror y confesó que hace años le propusieron hacer un musical en Madrid: “Después de ver una película como La la land, a uno le entra rabia. Porque Madrid, a pesar de la crisis que hemos pasado, es una ciudad en la que la gente vive la calle con alegría. Pero, como siempre, se nos han adelantado los americanos”.