Sylvie Imbert, una profesión y un modo de vida

Por Chusa L. Monjas · 13 marzo, 2017

La maquilladora francesa recogerá el domingo 19 de marzo el Premio Ricardo Franco

Malena es un nombre de tango, Abre los ojos, Los girasoles ciegos, De tu ventana a la mía, Blancanieves y El artista y la modelo han compartido maquilladora: Sylvie Imbert, profesional que ha dado luz y color a numerosos rostros de nuestra cinematografía y también de la foránea. Galardonada con dos Premios Goya a Mejor Maquillaje y Peluquería por Blancanieves y Nadie quiere la noche, esta reconocida profesional francesa llegó en los años ochenta a nuestro país y por sus manos han pasado intérpretes de cortos, series de televisión y de más de cincuenta películas. Una labor que ha sido reconocida con el Ricardo Franco, premio que concede la Academia de Cine y el Festival de Málaga que recogerá el próximo 19 de marzo. Un galardón que reconoce a los técnicos, profesionales sin visibilidad para el gran público, que lleva el nombre “de un artista que decía que estaba en esto porque le gustaba mucho. A mí también me gusta mucho mi oficio. En una película hace falta un equipo técnico y artístico detrás del director para que surja la magia en la pantalla”.

 

Su primer contacto con la industria cinematográfica fue como intérprete y traductora de películas americanas que se rodaron en España. ¿Qué le hizo interesarse por el maquillaje?

Como hablaba idiomas, empecé como traductora. Y de pasar tiempo con los actores y con los maquilladores en los rodajes, quedé fascinada por su arte.

Comenzando en el oficio, ¿qué le llamó la atención?

Que se repitieran una y otra vez las escenas, aunque menos que ahora porque el revelado de película era más caro. Ahora con la era digital….

¿Le fue fácil hacerse con ello?

Sí, todo fue muy natural, como si lo hubiera hecho toda la vida.

¿Recuerda al primer actor o actriz al que maquilló?

Fue a una Emma Suárez muy jovencita… y yo también.

¿Qué normas marcan su trabajo?

Llegar al rodaje con los deberes hechos, que la planificación esté muy bien hecha para que, en caso de que suceda, solo tenga que lidiar con situaciones nuevas.

Formas, color, concepto… ¿por donde empieza a concebir el maquillaje?

Por plasmar por qué se decide maquillar de una manera concreta a un personaje. Una premisa que está por encima de cómo se llega a conseguirlo, según la película, si es en color o blanco y negro…

¿Cuáles son sus fuentes para suscitar ideas?

La documentación es fundamental y en la actualidad es mucho mas fácil porque internet es una herramienta para encontrar todo tipo de documentación. Además de investigar en los libros y de la información que te da el director, que generalmente tiene muy claro lo que quiere de ti.

¿Cuáles han sido los trabajos más destacados de su carrera?

Todas las películas en las que he participado son importantes, pero tengo que citar Blancanieves y Nadie quiere la noche.

La sabiduría de los cineastas

¿Qué es lo que más le gusta de tu oficio?

Todo. La preparación, la ejecución, el trabajo en equipo, los viajes, la oportunidad de conocer a gente nueva e interesante…

¿Cuántos sueños profesionales le quedan por cumplir? 

Muchos, pero hay uno por encima de todos: que Almodóvar me llame algún día para una película suya, sería un honor. Y también me gustaría trabajar en Francia, pero siempre viviendo aquí.

¿Qué consejos daría a los jóvenes que empiezan en el mundo del maquillaje? ¿Le gustaría transmitirles sus conocimientos?

La enseñanza es una responsabilidad enorme y siempre me queda la duda de si podría dar más de mí. En cualquier caso, que hagan cursos, todos los que puedan –yo sigo estudiando– porque hay técnicas nuevas por aprender y salen productos nuevos que facilitan el trabajo.

¿Con quién aprendió usted?

Yo aprendí mirando a maquilladores –Crissie Beveridge fue a la primera que conocí hace muchos años en un rodaje– y después haciendo cursos.

¿Qué es más fácil, recrear personajes históricos o contemporáneos?

Depende. Recrear siempre tiene su estudio específico, sean los personajes contemporáneos o históricos.

Ha trabajado con muchos de los grandes directores del cine español, ¿qué le han enseñado?

Su sabiduría y, sobre todo, que se pueden hacer películas en el mismo tiempo que las hacíamos antes –8 horas diarias de rodaje– sin necesidad de hacer las interminables jornadas que padecemos hoy en día. En el cine, como en la vida en general, hemos retrocedido en todo lo que teníamos. Es una pena.

Pero sí hay directores que saben hacer películas en menos horas, como Isabel Coixet.

A través del maquillaje, ¿interpreta la historia que está rodando?

Por supuesto, el maquillaje es el traje del rostro y tiene un papel importante en la educación cinematográfica: un rostro maquillado con acierto facilitará el juego del actor o de la actriz con lo que busca el personaje.

El cine le ha llevado a la pintura, a la fotografía y a la creación de collages, ¿qué le aporta la pintura y la fotografía?

Mucha tranquilidad y una manera de ganarme la vida en épocas flojas, porque nuestra profesión es una incógnita.

Soy maquilladora por vocación. Cuando eliges esta profesión, estás escogiendo un modo de vida, sin seguridad laboral o económica. Pero sería infeliz encerrada entre cuatro paredes, amo mi oficio porque significa libertad.

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