En un verano condensa Carla Simón su experiencia autobiográfica, cuando de niña su madre murió de Sida y se fue a vivir con sus tíos al campo. “Siempre me preguntan si necesitaba hacer esto para curar algo, pero no. Me pasó de muy pequeña. Simplemente me apetecía hablar de cómo un niño se enfrenta a la muerte, pero me sirvió para reconectar con una historia, que había contado tantas veces que parecía que no era mía”, explicó la realizadora barcelonesa al público de la Academia, tras el pase de la película, que llegará a los cines el 30 de junio.
Este título en la que buscó «dibujar el viaje psicológico de la niña», partió de sus álbumes familiares, que estuvo mirando junto al director de fotografía, Santiago Racaj, para copiar la atmósfera y trasladar a la gran pantalla ese espíritu de vídeo doméstico –«En mis fotografías de cuando era pequeña está la esencia de Verano 1993«–.
Y si solo tardó una semana en escribir este guión en Londres, muchos meses más le llevó encontrar a las pequeñas que pudieran encarnar a Frida (Laia Artigas) y a Anna (Paula Robles), que protagonizan la cinta junto a Bruna Cusí y David Verdaguer. “Buscaba niñas que tuvieran una situación familiar parecida, que no tuvieran que crear al personaje, sino que pudieran ser ellas mismas. Laia tenía que ser de ciudad”, afirmó la realizadora.
La dirección de niños
El espíritu de la colmena, de Víctor Erice, y Cría cuervos, de Carlos Saura acompañaron a Simón en la preparación de esta cinta, en la fueron fundamentales los ensayos con las pequeñas para «crear unas memorias compartidas de ellas como personajes. Hacíamos cosas cotidianas para que se acostumbraran a esa intimidad».
Y si las niñas nunca llegaron a ver el guión –“la pequeña probablemente aún no sabe leer”– a los adultos les pidió “que no lo terminaran de memorizar, para que al ejecutarlo resultara más natural».
Ganadora de la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga, Mejor Opera Prima y Gran Premio del Jurado de Generation KPlus en la Berlinale, tres galardones en BAFICI y Premio Especial del Jurado en el Festival de Estambul, entre otros reconocimientos, Simón recordó esa primera proyección en el certamen berlinés: “Pensaba que era una historia muy local y en la Berlinale cuando se encendieron las luces estaba la gente llorando y pensé ¿qué hemos hecho?”.
Emociones que también inundaron a David Verdaguer la primera vez que leyó el guión. “Estaba en un AVE, mirándolo en el móvil de mala manera y aún así lloré mucho. Deseé que pudiéramos acercarnos en la película a lo que ponía en el texto”, explicó el intérprete que para preparar el personaje del padre adoptivo, Esteve, “conocí al padre adoptivo de Carla y al principio me obsesioné con sus gestos, la forma de fumar… pero al final comprendí que lo importante era captar su espíritu”.
La familia, el punto de partida
Su familia es la fuente de inspiración para Simón en sus proyectos pasados –cortos como Born Positive y Lipstick– presentes –Verano 1993–, pero también promete ser el centro en los futuros. “Tengo la suerte de tener una familia enorme y no se acaban las historias. Tengo un par de ideas y lo que me falta es el tiempo para escribirlas”, desveló.
Entre el público que llenó la sala de proyecciones de la Academia en este pase especial de Verano 1993, figuraron nombres de nuestro cine como Pedro y Agustín Almodóvar, Leticia Dolera, Jonás Trueba y el director de programación de Filmoteca Española, Carlos Reviriego, entre otros.