Ocho años le llevó a Andrea Jaurrieta (Ana de día); ‘una vida’ a Arantxa Echevarría (Carmen y Lola); en ‘hijos’ y en versiones de guión, lo contabilizaron los hermanos César y José Esteban Alenda –seis años– (Sin fin); y tan sólo cuatro a Celia Rico (Viaje al cuarto de una madre). En esos términos las tres directoras y los dos codirectores nominados al Goya a Mejor Dirección Novel relataron, en un coloquio celebrado en la Academia de Cine, el tiempo que les llevó levantar su primer largometraje.
“Estamos aquí los vencedores del tedio” declaró Echevarría mientras explicó «el camino tortuoso» que supuso poner en marcha su historia de amor entre dos adolescentes gitanas. Todos contaron como se desarrollaron y evolucionaron los guiones de sus óperas primas. Diferentes versiones surgieron a través de «los ensayos con los actores» en Ana de día; a base de «muchas separatas» se desarrolló Carmen y Lola que se sumaban a la primera y única versión; y a partir de un corto surgió y se perfiló Sin fin, un concepto abstracto que, según César Alenda, fue evolucionando de una manera enriquecedora. Para Celia fue una suma de capas, que después fue quitando hasta llegar de nuevo al origen en el rodaje.
Más mujeres en la distribución y exhibición
“Es un momento muy bonito porque hay un 50% más de miradas que nos estábamos perdiendo”, no se cansa de decir Echevarría ante el hecho de que tres de las cuatro películas estén realizadas por mujeres. Lo atribuyó al cambio surgido desde el ICAA con el apoyo a la paridad y los puntos que se otorgan a productores por apostar por realizadoras y guionistas. «Espero que se normalice para años sucesivos y este hecho deje de ser noticia. Espero que se siga apoyando desde el gobierno e instituciones», deseó. Más mujeres técnicas, directoras de fotografía, en música… a las que Rico sumaría “distribuidoras y exhibidoras que decidan qué películas deben llegar al publico. Se necesita mujeres en todos los procesos hasta cerrar el círculo”.
«Las escuelas están llenas de mujeres y llegas a las películas grandes y no hay mujeres ¿Por qué no se apuesta por nosotras?», se preguntó Jaurrieta, que no puede entender «por qué no les hemos interesado. No puede ser que esto en 2019 sea novedoso después de 100 años de cine”. A César Alenda le sorprende que el hecho de que haya tres mujeres en esta categoría haya sido titular porque en el cortometraje “no es tan drástico. Lo vivimos con mucha normalidad, por lo que yo hoy siento que venimos acompañados de películas, que son mujeres pues genial, mucho mejor porque aportan una mirada diferente. Me da mucha pena que muchas chicas jóvenes no se atrevan a hacer cine porque piensan que su mirada igual no es válida porque dominaba la testosterona. Hoy me siento súper bien acompañado”.
Del corto al largo
“Soy cortometrajista y moriré cortometrajista”, sentenció la responsable de Carmen y Lola, quien supo que quería hacer un largometraje cuando necesitó más tiempo para contar “lo que tenía en la cabeza. La historia de dos gitanas me puso los pelos de punta y sabía que sería un largo viaje emocional donde ya tenía todas las entrañas metidas», aseguró. Le habría encantado compartir la escritura del guión porque tiene claro que “dos mentes son mejor que una» y trabaja en solitario «por desgracia, porque no puedo pagar a nadie» por lo que a la guionista y realizadora, que se definió como «sufridora y pudorosa» en la fase de escritura, le contaba la película a su productora secuencia a secuencia, ya que “en la soledad haces un monstruo que a ti te encanta pero necesitas siempre a alguien para saber si lo comunicas bien”. Para la directora bilbaína el proceso creativo le resultó muy divertido por la documentación que conllevaba y lo que aprendió «pero también doloroso cuando no sabes si estás haciendo algo que merezca la pena».
Para Rico hacer una película es «un trabajo de resistencia», que no sabe cuánto va a durar, con lo que coloca el barómetro en si ‘la pregunta’ que se cuestiona, a la hora de empezar una película, es algo que quiere que le acompañe durante todo el proceso –la resuelva o no– porque de esa manera sabe que podrá trasladárselo al otro. Por su parte, César Alenda, para quien «nos unen más cosas que nos separan», cree que «si a uno le sale contar una historia de la que está convencido, entonces le interesará a mucha más gente. Si, por llegar al público, buscamos algo que parta de los demás será más impostado. Si sale de dentro, conecta con la gente”.
La constancia y el plan B
Todos han trabajado duro para poder dedicarse a su pasión: contar historias. Nadie les ha regalado nada, pero siempre han buscado trabajos alimenticios «para sobrevivir» y tiempo para «dedicarse a lo que les gusta». Es el caso de Jaurrieta, quien ha hecho de todo, dentro y fuera del cine, para poder dedicarse el resto del día a la película. “El cine es una pasión que te lleva a saber que quieres hacer esto, y no importa trabajar en lo que sea porque quieres sacar adelante tu proyecto y sabes que, o eres rico, o es lo que toca. Hay momentos de desesperación y nadie te va a entender, pero es la única manera para tener tiempo y esforzarte en tu película. Nadie te va a venir a buscar a casa para que filmes tu historia”, aseguró.
Echevarría, quien en sus principios tuvo que trabajar en lo que pudo para rodar sus cortos, lleva años pudiendo decir que vive de su profesión «porque amo el cine y no me puedo plantear mi vida de otra manera” y se dirigió al auditorio lleno de jóvenes para señalar la suerte de tener en la actualidad la democratización de los medios. “Si hoy en día haces con un móvil algo cojonudo y lo subes a Youtube y a la gente le gusta puedes demostrar si eres bueno o no eres bueno” y les instó a coger cualquier tipo de cámara y rodar. «No sé que hacéis ahí sentados escuchándonos en vez de estar rodando vuestras propias historias”, bromeó ante una sala entregada.
En ese mismo sentido se manifestó José Alenda, para el que no hay un camino establecido: “rodad como os salga del pie, pero rodad. Es un lenguaje y si no se usa no sirve de nada. Yo tengo claro que cuando quiero contar una historia voy a hacerlo porque es mi vida y no contemplo otra cosa. Lo que no puede ser es que no las contéis. Para contar historias hoy tenéis todas las posibilidades para hacerlo. Contar, lanzarse y olvidarse, establecer grupos de trabajo, escucharos a vosotros». La gente de la escuela también es vital para Arantxa porque “el cine es un trabajo de equipo y las sinergias en el cine son muy importantes”.
A Rico le habría gustado estudiar en una escuela de cine, pero no se lo podía pagar, por lo que basado en su experiencia aconseja «hacerse estratega de tu propia vida” para gestionar muy bien todas las emociones que provocan los impedimentos que surgen para escribir, rodar… etc.“Siempre habrá gente con dinero que podrá dedicarse a esto, en el mundo del arte siempre lo ha hecho la gente acomodada. He perdido mucho tiempo con pensamientos negativos al respecto y por eso creo que lo que hay que hacer es pararse y pensar que hacer cine es un hobby muy caro, un privilegio. Ser director de cine no es fácil y a lo mejor hay que tener dos planes para conseguirlo: el plan A es voy a hacer una película y el plan B qué otro camino puedo coger para no irme muy lejos y que me permita llegar a entrar en estos procesos. En mi caso, decidí que para poder hacer una película tenía que trabajar como coordinadora de producción lo que me permitió entender el proceso de una película de manera global y hacer contacto», explicó. «Si algo nos define es que somos más constantes que otros, no más talentosos”, la secundó César Alenda, que ve en esta constancia la razón de haber llegado hasta aquí.
Levantar una ópera prima
Las dificultades de que confíen en ti en tu primer proyecto o la importancia de ir acompañado de la productora adecuada en este viaje fueron otros temas que abordaron los debutantes. Ante las dificultades con los productores y las televisiones, Echevarría terminó por autoproducirse. “Entiendo que es muy difícil producir a un novel, aunque lleves muchos años, y más si llegas con una historia tan peregrina”, reflexionó la realizadora bilbaína, que ve fundamental el apoyo de una televisión, además de las ayudas. Para los Alenda, que presentaron Sin fin a dos o tres productoras de las que nunca obtuvieron respuesta, el camino depende del producto que presentes. «Hay cierta aversión al riesgo. Me siento como un valor de riesgo con un productor tradicional, por lo que buscamos a uno cercano, que era andaluz, y buscamos de una manera estratégica con quien asociarnos porque nos conocíamos aunque también acabamos produciéndonos nosotros», desgranaron los cineastas.
Más fortuna tuvo la directora de Ana de día, que no tuvo problema en encontrar productor. «En 2013 me presentaron a Jose Nolla y al día siguiente me llamó porque quería producir la película. El problema fue encontrar la financiación. Es una constante en todas las operas primas», afirmó. Por su parte, la directora y guionista de Viaje al cuarto de una madre señaló la importancia de «hacer un trabajo de investigación para ver si vas con la persona adecuada, porque no es que haya un buen o mal productor sino un proyecto que se adecua más a un tipo de producción. Saber por donde pueden querer llevar tu proyecto también es fundamental».
Está por ver quien se alzará con el Goya a Mejor Dirección Novel el próximo 2 de febrero pero lo que es seguro es que, sea quien sea, que no se olvidarán del equipo «por la confianza, la fidelidad y el trabajo», y la familia «por estar siempre ahí». Mientras tanto, unas ya tienen en la cabeza ideas que recogen en notas, y otros “películas en la cabeza” para sus próximos proyectos.