¿Qué significa ser actor? ¿Cuál fue la escena más complicada de los personajes a los que interpretan? ¿Qué les lleva a aceptar un papel? Estas son algunas de las preguntas que respondieron los aspirantes a levantar el Goya a Mejor Actor y Actriz Protagonista, Jose Coronado y Susi Sánchez; a Mejor Actriz de Reparto, Ana Wagener y Natalia de Molina; y a Mejor Actor de Reparto, Juan Margallo en una mesa redonda en la institución.
Veteranos en los Premios Goya, todos han optado a los galardones a excepción de Margallo, que estrena esta 33 edición, su condición de nominado –“como el primer amor, es ilusionante”– por su interpretación del entrenador de Campeones, de Javier Fesser. Para Coronado, que se alzó con el Goya en 2012 por No habrá paz para los malvados, es su cuarta nominación y reconoce que la ilusión es todavía mayor “porque cada vez nos lo ponemos más difícil”.
Wagener, De Molina y Sánchez, mostraron su sorpresa y alegría porque los académicos hayan valorado sus personajes: la líder política de El reino, la adolescente problemática de Quién te cantará, y la madre de La enfermedad del domingo, respectivamente, papeles “incómodos y que caen mal” y que les han exigido “abrazar su parte más oscura”.
“Una madre que abandona a una hija es algo que está estigmatizado socialmente. Ramón [Salazar] me pasó un libro iraní de ‘Madres arrepentidas’ para preparar el papel. Ellas querían realizarse como personas antes de ser madres y no habían podido. Y despenalizaba esta situación”, relató Sánchez.
“La Ceballos está dentro de un charco muy negro y ahí no hay amigos. La película habla del ser humano y las miserias. El espectador empatiza y al final está apoyando a un corrupto”, reflexionó la actriz de El reino. Por su parte, De Molina no quería caer en el típico cliché quiqui y la clave lo encontró “en la falta de amor. Marta está pidiendo atención y está diciendo ‘párame’, y su madre no se lo dice”.
En el lado opuesto está el personaje de Margallo. “Hago de bueno. No he tenido que bucear, he salido como soy”, reconoció el intérprete que ahora está escribiendo sus memorias y se queda del rodaje con “el trato maravilloso de Fesser a todo el equipo. Hay otros directores que son auténticos torturadores”. La dificultad para encarnar al protagonista de Tu hijo la encontró Coronado en que “era un tipo normal. Quería que Jaime fuéramos todos. Es la sociedad”. El ser padre le ayudó a meterse en esta historia que “habla de la incomunicación entre padres e hijos. No nos conocemos y creemos que tenemos familias felices”.
Mentir con honestidad
También hubo espacio en el encuentro para el encasillamiento que sufren los profesionales y cómo se enfrentan a personajes de una moral y ética que no coincide con la suya. “Aunque nos dedicamos a una profesión que implica mucha imaginación, es difícil que los directores vean que puedes hacer otra cosa. Es un orgullo que Carlos [Vermut] se haya arriesgado y me haya dado un papel en el que ni yo misma me veía”, aseguró De Molina; mientras que Wagener apuntó que está catalogada “como una mujer dura, con carácter. Me encantaría que alguien me viera en otro sitio”.
Para aceptar un papel se fijan en “que la historia importe, quién la dirige y tu personaje, que te sientas capaz de hacerlo y que te ponga cachondo”, en el caso de Coronado; mientras que “el primer contacto con el director es importantísimo” para Sánchez.
El método, la verdad que aportan actores no profesionales y el fingimiento fueron las palabras más repetidas a la hora de analizar qué significa ser actor para ellos. De la escuela de William Layton, Margallo aseguró que “es mentir bien. Es una mentira artística. El hacer ‘como sí yo fuera’, lo vives”, a lo que añadió Coronado que hay que mentir «con una honestidad y sencillez absoluta”.
“Es una actitud consciente de entrega. Por eso creo que no es un mentiroso, sino más bien lo contrario. Creo que los buenos trabajos tienen que ver con una ausencia absoluta de ego, cuando el actor se pone como canal de ese personaje para ofrecerlo. Puede haber mucho oficio, pero al final te tienes que desnudar y entregarte”, reflexionó Sánchez.
A una cita de Truman Capote recurrió la doble ganadora del Goya por Vivir es fácil con los ojos cerrados y Techo y comida: “los actores tienen que ser inseguros y con mucho ego” y Wagener fue a lo personal: “Es mi vocación, me alimenta el alma, me hace sufrir ser feliz. Es una forma de vida”.
Este evento es el tercero de los cuatro encuentros con los aspirantes a diferentes categorías de los Goya que la Fundación Academia de Cine ha programado para el mes de enero y que continuará con los nominados a la categoría de Mejor Actor y Actriz Revelación el próximo lunes 28.