Mercedes de la Fuente: “Ojalá tuviéramos un Martin Scorsese para patrocinar la restauración fílmica”

Por María Gil | Fotos: ©Alberto Ortega · 10 julio, 2019

Desde 2013 lleva al frente del Centro de Conservación y Restauración de Filmoteca Española (CCR), labor que esta directora realiza muy pegada al día a día. A Mercedes de la Fuente le abordan sus compañeros por los pasillos con consultas, los mismos que destacan su empeño “casi de misionero” por hacer visible el trabajo y el potencial del centro. La responsable de preservación fílmica lamenta la falta de foros donde poner sobre la mesa estas cuestiones, que sí debaten entre Filmotecas y archivos fílmicos, pero que difícilmente interpelan a los cineastas ni a los ciudadanos.

Cuándo se habla de Filmoteca Española, ¿el público piensa en el Centro de Restauración y Conservación?
Los archivos son los grandes desconocidos y, sin embargo, son el pilar fundamental sobre el que se sostiene el resto de la actividad de una filmoteca. Quizá sea porque nuestro trabajo está muy orientado de puertas para dentro. Puede que nuestros esfuerzos se concentren más en eso que en la difusión de lo que hacemos. Aunque en los últimos años hemos intentado llegar un poco más a la ciudadanía a través de diferentes secciones en la programación del cine Doré, las llamadas sesiones de archivo, la colaboración con Radio 3 en el programa Las perlas de la Filmoteca, que se emite en directo desde nuestro cine… Todas estas iniciativas surgieron para intentar atajar esta desconexión.

¿Y en el sector? ¿Hay una concienciación de la importancia de preservar nuestro cine?
Una vez ha pasado esa primera etapa de explotación comercial, hay gente del sector muy conocedora de nuestro papel y muy preocupados por la conservación de sus películas, que realizan el depósito de los mejores materiales que tienen. Pero no es un caso muy común. En general, se centran en realizar la película y exhibirla. Sin embargo, no hay mucha preocupación por lo que pasa después. ¿Por qué no planificar también en el proceso de producción y difusión de una película, la preservación de ésta, en colaboración con la Filmoteca? Es decir: qué voy a hacer para asegurar la vida de mi película, dónde va a estar, qué acceso le voy a dar…

A una película le queda mucha vida después de su comercialización.
Realmente se planifica un tanto por ciento muy pequeño, quizá en términos económicos el más determinante, pero en relación al tiempo que le queda, ridículo. Un estudio que se realizó a nivel europeo concluía que, de cada 100 euros que se invierten en cine, el 97% va para la parte de producción y solo un 3% se dedicaba a la preservación. Normalmente, la industria constata la importancia de nuestra labor cuando recurre a los materiales originales para su digitalización. Entonces se dan cuenta de la importancia que tiene la Filmoteca y su propio interés para alargar la vida de la película, porque finalmente aquí quedará lo que el equipo de recuperación haya podido salvar o lo que el productor o distribuidor haya querido depositar de forma voluntaria, ya que no existe ninguna obligación legal, al margen de las entregas obligatorias por ayudas recibidas.

En la industria del libro se entregan ejemplares a la Biblioteca Nacional para su depósito. ¿Por qué no ocurre lo mismo en el cine con la Filmoteca?
En la ley de depósito legal se introducía la idea del depósito legal de la obra cinematográfica, pero faltó el desarrollo para que se pudiera materializar. No se mencionaba la Filmoteca Española como lugar receptor de las obras, sino las bibliotecas que, a nivel autonómico, no podían hacer frente a ese compromiso de conservación. De ahí que la forma de asegurar el depósito en la Filmoteca haya sido una labor ‘misionera’, a base de hablar y convencer a los productores. Los que inicialmente no depositaron de forma voluntaria, finalmente han trasladado aquí sus materiales apremiados por el cambio de ciclo que ha supuesto el salto al cine digital.

En 2018 se realizó un informe desde Filmoteca Española advirtiendo de esto, para que se tuviera en cuenta en una posible revisión de la Ley de depósito legal.

Iniciativas privadas de cineastas, como The Film Foundation de Martin Scorsese, trabajan recuperando y restaurando títulos. ¿Están haciendo una labor que deberían hacer las filmotecas?
No creo que el compromiso con la preservación fílmica pertenezca exclusivamente a las filmotecas, se trata de una labor que nos corresponde a todos, en cuanto a memoria audiovisual de una sociedad, de un país. El legado cinematográfico es enorme y nuestros medios son limitados. Si no trabajamos todos a una, es difícil llegar a todo. Por eso la labor de la Film Foundation es un granito de arena en el inmenso océano en el que nos movemos las filmotecas, pero estoy de acuerdo en el papel que tiene respecto a la difusión y concienciación sobre la preservación fílmica. Ojalá tuviéramos nuestro Martin Scorsese que patrocinara la restauración fílmica en España.

¿Hay algún caso similar en nuestro país?
Aquí no podemos hablar de ninguna fundación en particular, pero sí estamos trabajando –gracias a diferentes convenios de colaboración con otros estamentos de la cultura– en algunos títulos de manera conjunta. Por ejemplo, el caso del Teatro de la Zarzuela y la restauración de la película Doña Francisquita, de Hans Behrendt. No se me ocurre mejor ejemplo de sintonía en esta labor de difusión y promoción de restauración fílmica por parte de dos instituciones culturales, cada una persiguiendo su propio objetivo. Esta colaboración la realizamos con otras muchas instituciones públicas y privadas.

“La restauración implica más que la mera reproducción digital”

¿Ayudan en esta lucha por preservar la historia de nuestro cine las restauraciones que hacen los distribuidores de cara a las reediciones de títulos clásicos en DVD o Blu-Ray?
Tienen objetivos distintos. Además, la palabra restauración implica aspectos más allá de la mera reproducción digital. Es importante la distinción, porque las distribuidoras, en realidad, remasterizan o digitalizan. La restauración, desde el punto de vista de la Filmoteca, implica un proceso de fases complejas y lentas, que van desde la investigación de la historia de la obra cinematográfica hasta la restauración digital manual fotograma a fotograma. La Filmoteca busca la preservación de la obra de la manera más fiel posible a la original. Esto no significa que las restauraciones del mundo de la distribución no se puedan realizar de este modo. Si han llevado a cabo una buena digitalización a alta resolución, nos ayuda a la preservación, porque el día que desaparezca el material más original o negativo, siempre podremos ir al material digitalizado. Pero la aspiración máxima es conservar el negativo, ya que el día de mañana –cuando el escáner pueda llegar a 20K– se podrá extraer esa resolución del negativo, pero del material digitalizado a 4K no. En muchas de las reediciones de clásicos no se llega a la máxima calidad, se suele quedar en aquello que merezca la pena para la comercialización.

Lleva muchos años poniendo el foco en la precaria situación de la Filmoteca y en la falta de dotación económica y de profesionales. ¿Qué medios son imprescindibles para acometer la labor de la Filmoteca en el siglo XXI?
Un presupuesto adecuado a la altura de lo que representa esta institución y una plantilla suficiente que pueda, al menos, emular anteriores situaciones. También deberíamos disponer de recursos tanto económicos como personales para poder gestionar el universo digital que se nos viene encima, además de garantizar su preservación.

Foto: ©Alberto Ortega

Actualmente, cualquier ciudadano puede ser mecenas del Museo del Prado y conlleva desgravaciones fiscales. ¿Esto sería posible con la Filmoteca?
En el presupuesto de 2018 se incluyó la conservación y difusión de la historia del cine español como acontecimiento de especial interés de cara al programa de incentivos al mecenazgo, por lo tanto esto puede servir para conseguir patrocinios. Es una medida que nos puede ayudar en nuestros objetivos, pero me temo que no la hemos dado a conocer suficientemente.

Uno de los seis cometidos de la Filmoteca es “difundir el patrimonio cinematográfico”. Una función que se hace a través de la programación del Cine Doré, pero también algunos títulos libres de derechos están disponibles on line. ¿Debería existir una plataforma de Filmoteca donde se pudiera consultar la historia del cine español libre de derechos desde cualquier punto del planeta?
Los últimos años hemos intentado poner a disposición del público diferentes títulos de nuestras colecciones a través del canal Youtube del Ministerio de Cultura. Por ejemplo, tenemos accesibles en la web la Colección Sagarminaga, correspondiente a los orígenes del cine. Gracias a esta difusión, el archivo checo nos contactó porque había descubierto que teníamos su primera película, que daban por desaparecida. Esto demuestra la importancia de establecer lazos entre los archivos y poner a disposición del público las colecciones que guardamos.

También se colgaron algunos títulos de la Guerra Civil y prácticas de la Escuela Oficial de Cine. El NO-DO se puede consultar a través de la página que RTVE creó a partir de un convenio de colaboración con Filmoteca Española. Un total de 6753 documentos relativos a la colección NO-DO y películas como El perro andaluz y El misterio de la puerta del Sol, primera película sonora del cine español. Creo que damos un buen servicio, aunque no lo tengamos en una plataforma espectacular. Está claro que aún queda mucho trabajo por hacer.

Entre las amenazas que señala para nuestro patrimonio fílmico, sorprende que una sea la propia percepción del séptimo arte.
Es una constante desde el propio nacimiento del cine: ¿es una atracción de feria? ¿Es un archivo documental? ¿Es una obra de arte? ¿Una creación artística? ¿Producción comercial? ¿Qué es? Quizá esta indefinición haya jugado siempre en nuestra contra. El reconocimiento del cine como patrimonio cultural a preservar debería ser una verdad absoluta sin ambages ni interpretaciones. Desde nuestro punto de vista, es un patrimonio cultural audiovisual y cinematográfico que no nos podemos arriesgar a perder bajo ningún concepto.

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