Volver al lugar del crimen

Por Víctor Matellano · 10 octubre, 2019

 El director de cine y teatro, guionista, y escritor cinematográfico Víctor Matellano expone el proceso de su documental Regresa el Cepa, donde repasa con imágenes de archivo, documentos oficiales de la época y testimonios de amigos y colaboradores de la cineasta Pilar Miró, toda la controversia generada por El crimen de Cuenca

Volver al lugar del crimen. O del “no crimen”, porque en ese crimen en Cuenca que alude el título de la película de Pilar Miró, no hay cuerpo del delito. Pero, digamos metafóricamente que lo hubo, en aquel caso Grimaldos que narra la película, contra dos inocentes, y en el secuestro militar de El crimen de Cuenca, contra su directora.

Pues volvemos al lugar del crimen. Al lugar donde dos pastores cumplieron condena por supuestamente matar a un tercero, el Cepa, que realmente estaba muy vivo, y al lugar donde Pilar Miró rodó la película producida por Alfredo Matas, que eran los mismos parajes, realidad y ficción. Y vuelvo acompañado con un grande no menos vivo en todos los sentidos, Guillermo Montesinos,  el Cepa en aquella película. Regresa el Cepa cuarenta años después, que no son nada en según qué cosas que, observamos, no han cambiado mucho en este país.

Entre agosto y septiembre de 1979, Pilar Miró dirigía en pueblos de Cuenca y Toledo, y en Madrid, la primera (y última, espero) película rodada en democracia que es secuestrada judicialmente, militarmente. Desde los tiempos en que hacíamos en teatro el Auto de los Reyes Magos que codirigía con mi admirado Jack Taylor, a Montesinos lo llamo ‘Cepa’, o ‘Pajarito’, por Todos a la cárcel. Rodando Parada en el infierno, le pregunto. “Oye, Cepa”. “Dime”. “¿Tu has vuelto a Belmonte donde la rodasteis…?”. “En estos cuarenta años, no”. “¿Y si volvemos, te encuentras con los vecinos, y subes aquella calle…?”. “Vale. Y gritaré que estoy vivo”. Y así comenzó la necesaria vuelta a una de las películas más importantes de la historia del cine español, con nuestro documental Regresa el Cepa, producido por Artistic Films y Centuria Films, gracias, sobre todo, a la ayuda de mi querida Sol Carnicero.

Caminar por aquel cementerio de Osa de la Vega, donde los dos pastores eran obligados a cavar entre las tumbas para buscar un cuerpo que sabían que no existía, el mismo donde Pilar rodó una de las secuencias más impactantes de la película, nos espeluznaba. “Mira por donde pisas, Willy, que no sabemos qué hay”. Ver a Diego Galán derramar una lágrima recordando la proyección de El crimen de Cuenca en Buenos Aires frente a unas Madres y Abuelas de Mayo horrorizadas con las escenas de tortura, fue emocionante. “Pero a mi hijo no le hicieron eso… ¿No?”. Y asistir al reencuentro de parte del equipo de la película en una de las localizaciones más recordadas, la que figuraba como siniestra mazmorra, escuchando mil historias, como las de las proyecciones clandestinas del filme ya prohibido que nos contaba Paquita Núñez, fue maravilloso. Un beso, Paquita. Un beso, Diego.

Rememorar El crimen de Cuenca es recordar el magnífico trabajo de unos grandes profesionales, de una película valiente y de gran calidad de nuestro cine, a reivindicar. De la valentía de aquellas mujeres, de la guionista Lola Salvador con su voluntad en el libreto de denunciar la tortura, de Pilar Miró echándose sobre los hombros el poder sufrir un consejo de guerra por dirigir una película que contaba hechos reales, probados por el Tribunal Supremo. “Señoría”, dijo Matas, “soy el productor. El responsable de la película soy yo”. Pero el juez militar consideró que Pilar era la responsable, ella, directora mujer, progresista, descendiente de militares de los que renegaba. ¿Era un escarmiento, tal vez? Un monumento a la libertad de expresión.

Gran trabajo de Juan A. Porto con su investigación e idea inicial, de Hans Burmann en la foto, de García Abril en la música, o de José Antonio Sánchez con los maquillajes, de todo el equipo. Y de Héctor Alterio, de Paco Casares, de Soler Leal, de Mary Carrillo, de Yayo Calvo, de todo el reparto. Escribía Raúl del Pozo: “en El crimen de Cuenca hay tres prodigiosos actores, al margen de Fernando Rey. José Manuel Cervino, Daniel Dicenta y Guillermo Montesinos, el Willy”. El Willy, el Cepa, que regresa para contar que debemos recordar los errores del pasado para no volverlos a cometer. Algo que nos hace falta recordar, hoy más que nunca.

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