Traducir lo que está escrito en imágenes, poner voz y rostro a las palabras de un guión. Algo que se parece a “construir un puzzle sin tener todas las piezas” es el oficio de las y los directores de casting, en palabras de Debbie McWilliams, reconocida profesional que se ha encargado, entre otras muchas cosas, de decidir quiénes son los últimos James Bond. Un oficio que no está reconocido con un galardón propio en los principales premios cinematográficos, hasta ahora. “Los BAFTA por fin van a crear el premio a la Mejor Dirección de Casting, después de que nuestra asociación profesional lo hiciera hace tres años. Y aun así, tuvimos que ir a la Academia a explicar nuestro oficio”, contó McWilliams.
Sara Bilbatua, Camilla-Valentine Isola, Eva Leira y Yolanda Serrano formaron parte de esta mesa redonda: un panel completamente femenino, que arrancó despejando la incógnita de por qué en esta sección de la profesión cinematográfica abundan las mujeres. Para Serrano, “las mujeres hemos entrado en los equipos técnicos más tarde y, como este oficio creció a la sombra de los directores, tuvimos la oportunidad de posicionarnos, porque no era una posición bien considerada”. Algo que comparte Isola, que comentó socarrona: “para los mandamases del rodaje, como este era un trabajo de verdad, no importaba que lo hicieran las mujeres”.
Leira apuntó que “nosotras tenemos mucha sensibilidad, somos más psicólogas. Tenemos capacidad para ver a los personajes más allá de las palabras”, mientras que para Bilbatua, “entramos en el nacimiento y muchas veces en la muerte, a las mujeres nos han impuesto cuidar a los que nacen y mueren. Eso da intuición, emoción”.
El suyo es un oficio que, con las nuevas tecnologías, ha cambiado mucho. “Ahora con las plataformas el consumo y la demanda se ha multiplicado. Antes todo consistía en televisión o cine, muy diferenciados. Ahora no se sabe dónde empieza una cosa y acaba la otra, hay muchos más proyectos y con mayor presupuesto. Hay más dinero, pero también más competencia”, apuntó Isola. En su día a día, “internet nos ha ayudado en la inmediatez”, desgranó Leira, “ahora mismo buscas un actor en Perú y le encuentras al día siguiente, todos conocemos el trabajo de todos”. Pero también, para McWilliams, “se ha perdido cercanía. Antes los directores estaban en la habitación, ahora todo se hace por vídeo”. Bilbatua al principio se sentía “fatal por pedir pruebas a los actores, estaba muy mal visto. Éramos artesanos y ahora somos una factoría, hay que canalizarlo.”.
Las self tapes, clave
Y dentro de ese nuevo ecosistema, las self tape (vídeos grabados por los propios intérpretes o por sus agentes, sin mediación de los directores de casting), se han convertido en el recurso estandarizado para realizar las pruebas.
Para Bilbatua, este sistema “puede ser útil, porque de otra manera no llegas a tiempo de ver a todo el mundo. Hay que estar muy organizado para poder trabajar con todo el input que ofrece internet. Nuestro trabajo se ha convertido en buena medida en organizar ese descontrol”. Según Yolanda Serrano, “el self tape es una faena para los actores, porque trabajar solo en tu casa es lo contrario del trabajo actoral. Es muy complicado transmitir sin mirar a otra persona”. ¿Las claves para que la prueba en vídeo sea exitosa? Para Isola, “el sentido común y la técnica”. McWilliams aseguró haber recibido, en cierta ocasión, una self tape de una prestigiosa actriz, aspirante a un papel de época “sujetando un vaso de Starbucks en la mano. Ese detalle te sacaba de la ilusión de la época, y arruinó sus posibilidades”.
Diversidad y visibilidad
Los personajes que vemos en películas y series son parte fundamental de la imagen que tenemos del mundo. Conscientes de su importancia, las directoras de casting se refirieron al “avance” en cuanto a representación y visibilidad de identidades. Sin olvidar que “la mayoría de guionistas son hombres blancos heterosexuales de mediada edad”, como apuntó Isola, la diversidad es cada vez mayor.
McWilliams apuntó que “los directores muchas veces toman las decisiones de los papeles grandes y dejan a casting los pequeños, que para mí son igual de importantes”, y es ahí donde pueden sugerir que un papel escrito para un hombre lo interprete una mujer; y un papel que no especifiza raza lo interprete una persona racializada. Para Serrano, “la ficción está siendo tardía en la representación respecto a la sociedad, pero en las series –que en esto van por delante del cine– ya no hay que explicar que haya un médico que no sea blanco. Vamos tarde, pero avanzamos”.