El Goya de Isabel de Ocampo, un premio para sanitarios y pacientes que se enfrentan al Covid-19

17 abril, 2020

La directora salmantina presta su Goya en el hospital Ramón y Cajal para subir el ánimo a los que se están recuperando y simbolizar el reconocimiento que merecen los profesionales de la sanidad por su extraordinaria labor en esta crisis

La famosa frase de «el Goya es para…» estos días no se oye en un escenario, sino en los pasillos del hospital Ramón y Cajal. Tampoco reconoce lo mejor del cine español, sino a los héroes de la crisis del Covid-19, gracias a una iniciativa de la directora Isabel de Ocampo, que logró este galardón en 2009 por Miente, en la categoría de Mejor Cortometraje de Ficción.

El viaje de la estatuilla ha sido posible por la colaboración de su vecina Marta, una médico internista a la que conoció de balcón a balcón, al salir aplaudir a las ocho de la tarde. La sanitaria se reincorporaba a su puesto de trabajo tras superar el coronavirus y se ofreció a llevarle un mensaje a un amigo de Ocampo, ingresado en el hospital, para ayudarle en la recuperación. La respuesta de la cineasta fue desinfectar su Goya en un cubo de lejía y entregárselo envuelto en una toalla.

«Un Goya es un objeto fetichista. Se ha convertirlo en un icono, en un símbolo de los sueños cumplidos. Todo el mundo quiere hacerse una foto con él. Porque significa que has logrado algo grande. Sobrevivir al Covid-19 es algo muy grande. Y las personas que están cuidando de nosotros; personal sanitario, limpieza, enfermeras, barrenderas, cajeras de supermercado  y un largo etc. de buena gente se merecerían ganar un premio. Yo de momento les presto el mío», relata De Ocampo en su cuenta de Twitter, donde ha compartido imágenes de las reacciones de pacientes y enfermos cuando les entregan la estatuilla.

Tres semanas lleva el Goya por los pasillos del hospital Ramón y Cajal, donde ha sido testigo de la recuperación de muchos ingresados, entre ellos, José que estuvo 23 días en la UVI y salió a la planta con un síndrome de inmovilidad que le impedía mover los brazos y las piernas. Con tablas de ejercicios y mucha voluntad, el avance que ha logrado ha sido muy grande, hasta poder mover las manos, las piernas, levantarlas e incluso caminar.  «He aquí a José, que logra sostener un Goya en sus brazos después de haberlos tenido completamente inmovilizados», comparte De Ocampo.

Consciente de el efecto positivo que ha tenido su galardón, la directora propone que otros ganadores combatan el estrés y el desánimo de pacientes y sanitarios «con este objeto mágico que tiene la capacidad de subirle el ánimo muchísimo a quien lo recibe».

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