Alfonso Sánchez: “El límite de la comedia es el ingenio”

Por Chusa L. Monjas · 15 julio, 2020

Su Superagente Makey, con Leo Harlem, Jordi Sánchez y Sílvia Abril, llega este viernes a los cines

Es un “humilde trabajador de la comedia” que observa y que no juzga a sus personajes, por muy despreciables que sean, “porque son humanos. Y en la humanidad está la mejor comedia porque es el reflejo de la vida”. Fiel a su compromiso de contar cosas con una sonrisa, Alfonso Sánchez estrena este viernes 17 de julio Superagente Makey, una historia en la que ganan los buenos y “que habla de cómo lo que soñamos ser o lo que queremos alcanzar profesionalmente al final nos separa de lo que verdaderamente es importante”. Actor, director, guionista y productor, Sánchez, que junto a su compadre Alberto López pregonó que El mundo es nuestro y El mundo es suyo y se adentró en el mundo de los opositores en Para toda la muerte, se pone a solas detrás de la cámara en esta comedia protagonizada por los conocidos Leo Harlem, Jordi Sánchez y Sílvia Abril, con la que el sevillano homenajea a su generación, la que se crió con referentes cinematográficos de los ochenta.

“Los protagonistas de Superdetective en Hollywood y La jungla de cristal eran tipos normales en situaciones extraordinarias, y eso les convertía en héroes, evidentemente a la americana. Esas historias nos marcaron mucho a los españoles, que veníamos de donde veníamos y queríamos ser modernos. Todos queríamos llevar la camiseta imperio de Bruce Willis. Y ese es el espíritu que he inculcado a nuestro protagonista”, expone Sánchez, a quien el latiguillo ‘okey makey’ le hace gracia. “Adoptábamos cualquier modismo moderno que viniera de los yanquis, y aunque ahora suene anticuado se quedó en el imaginario de todos”.

El director tiene muy presente que esas producciones interpretadas por Sylvester Stallone, Willis, Mel Gibson, Arnold Schwarzenegger o Steven Seagal rompieron las taquillas. “Sería maravilloso que nuestra película sirviera para que el público volviera a las salas, para coger confianza, para vivir. Necesitamos experiencias vitales en grupo y el cine, como ir a un partido o ir a misa para algunos, es un ritual. Superagente... puede unir generaciones, la de los nostálgicos de los ochenta con la de sus hijos que, además de ver a un héroe entrañable en Makey, pueden descubrir el cine de acción en esa década”, expresa el cineasta, que reincide en las películas de colegas –buddy movies–. “Es un género que tiene mucho potencial. Los americanos lo hacen muy bien, te crean un icono. En Europa nos centramos mucho en las historias, mientras que el cine americano profundiza en los personajes. Hemos intentado dar mucha personalidad a los que interpretan Leo Harlem y Jordi Sánchez”.

Alfonso Sánchez, director de Superagente Makey

Nuestra personalidad

Con más medios y más ganas que nunca –»hay menos desesperación, no he tenido ese salto al vacío que tienes con las primeras películas»–, Sánchez afirma que la comedia “es fundamental como bálsamo y como medio para la reflexión, para la crítica y para la salud mental de nuestros ciudadanos desde el siglo XVI. Si no hubiéramos tenido las comedias de todos los maestros contemporáneos y de Quevedo, Lope de Vega, de Larra, de esa tradición de poder reírnos de nuestras miserias, estaríamos mucho peor, estaríamos como los portugueses cantando fados, dice Alberto (López)”.

Y va a más al afirmar que hay un modelo de comedia española “en la que lo social, lo cotidiano, lo que afecta al pueblo está muy presente, incluso cuando estás contando las cosas de palacio tiene que haber una trama de la gente de abajo, de la que mueve el sistema. Cuando respetamos esa idiosincrasia nuestra, es cuando mejor funciona”, apostilla el cineasta, que también ve a la comedia como el vehículo perfecto para reflexionar sobre la realidad, provocar y fomentar el espíritu crítico “que es el que nos hace crecer como sociedad y ser más humanos”.

«Fernán-Gómez decía que había que coger las ideas locales y llevarlas a lo universal»

Trabajo, trabajo, trabajo; “y si en algunos momentos te toca la varita, sale la risa, la carcajada, el brillo”. Es el ‘método’ de este director de comedias, un género “meticuloso” con el que persigue “agarrar de la mano al espectador desde el minuto uno y no soltarlo”, y al que muchas veces se ningunea “porque es menos solemne. Lo que parece que no cuesta, tiene menos valor”, dice.

Y hablando de la risa, sabe que no todo el mundo se ríe de lo mismo. “Fernando Fernán-Gómez decía que había que coger las ideas cotidianas, locales, y llevarlas a lo universal, que es lo que han hecho los americanos con sus películas, transmitirnos su cultura y que todos, como le pasa a Makey, queramos ser como ellos. En España, y sobre todo con la comedia, hemos tenido complejo, pero cuando nos lo quitamos y lo potenciamos funciona internacionalmente. Almodóvar es un creador sin complejos y ha hecho de La Mancha un lugar universal”.

Preguntado por el sentido del humor de los españoles, Sánchez echa de menos la “osadía” de antaño, de los maestros Berlanga y Azcona, “que tenían mucha mano izquierda y eso se ha perdido. Ahora se busca una comedia más frontal, y no me parece mal la provocación porque es inherente al arte, pero si provocas, tienes que estar abierto a que el público sea provocado. Haces un gag y alguien del público se ofende, pues es su libertad de expresión lo mismo que la tuya como artista ha sido hacer lo que tu querías. Antes tiraban tomates en los teatros, ahora ponen un tweet. Históricamente se ha burlado esa censura y se ha conseguido no dañar esa piel tan fina. El límite de la comedia es el ingenio”, asegura.

También echa en falta a esos cómicos “que hacían humor y tenían conocimiento de la interpretación, eran artistas más poliédricos, tenían más aristas. Alfredo Landa tenía formación teatral, empezó haciendo Shakespeare. Ahora hay mucho cómico televisivo, mucha stand-up comedy… Todos tenemos prejuicios porque, por ejemplo, Leo Harlem, un cómico televisivo, tiene interés por interpretar, respeta el oficio, mira… Yo le veía con ese halo de Landa, de tipo normal, de señor de León que te lo crees”.

Leo Harlem: “Para el humor hay que relajarse”

Empezó en el cine con cierta edad, pero ha aprovechado bien el tiempo. Leonardo González Feliz, Leo Harlem, arrancó con la quinta entrega de Torrente, de Santiago Segura, con quien repitió en las dos entregas de Padre no hay más que uno, y ha ido arrancando risas al espectador con Villaviciosa de al lado, El mejor verano de mi vida, Perdiendo el Este y Hasta que la boda nos separe. “Funciono mucho por el tema personal. Si Santiago, Dani (de la Orden) o Nacho (Velilla) me llaman, sé que no me van a meter un gol porque saben que lo puedo hacer. El cine, aunque tiene su parte dura, es una bendición. Además, es muy bonito que la película quede en un estuche porque en el escenario, aunque lo pises mil veces, no queda documento de que has estado allí”, cuenta el que es uno de los cómicos con más taquilla.

Con proyectos a un año vista y ganas de escribir un guion, el que es uno de los representantes del humor español más seguidos por el público sale ahora en la gran pantalla como Makey, un “superagente un poco patoso que se va reconduciendo. Entretener es la única pretensión de esta película en la que Jordi Sánchez, Sílvia Abril y yo lo hemos pasado muy bien. Cuando ruedas una comedia, hasta un error es un acierto. Hay veces que te equivocas en algo y queda más simpático de lo que estaba previsto. Se genera un ambiente muy positivo porque los contenidos son ligeros y, además, trabajar con Jordi como pareja también ayuda a ver resortes, truquillos”.

Ilusión, alegría y optimismo

Ser o no ser, El apartamento y Los caballeros las prefieren rubias son las comedias favoritas de este leonés de nacimiento y vallisoletano de adopción que degusta todo tipo de cine, y que, entre los filmes de acción de los ochenta, se decanta por La jungla de cristal 2. “John McClane siempre es un referente para cualquier persona que se enfrente a la adversidad y a los enemigos de la ley”, resalta el también monologuista, que siempre afronta sus proyectos con ilusión, alegría y optimismo”.

Harlem, alias que viene del bar de Valladolid en el que empezó como humorista, destaca el “alto” nivel de cómicos que hay en nuestro país “sobre todo en esa comedia que está al límite, que un pelín más y viene el drama. Es como la picaresca, como el Lazarillo, lees El buscón y tienes ratos de risa, pero ¡menuda vida! El humor, más que un género en sí mismo, es una forma de abordar temas, y creo que, según el contenido, hay una especie de tratamiento del humor a la española”.

Radio, televisión, cine, teatro…Ningún medio se resiste a Leo Harlem, que hace “lo que me dicen. La comedia tiene un timing especial y se tiene que captar muy bien. El montaje es fundamental, a las escenas hay que darles su tiempo, sus giros, sus ritmos. En el cine hay mucho trabajo de edición, de guion”, apostilla este actor que considera “que si uno está indignado difícilmente va a hacer buen humor porque parte de un punto de vista agresivo, y el que lo recibe, igual. Para el humor hay que relajarse. Hacer bromas de otros es más fácil, pero aquí cuando nos buscamos las cosquillas…”.

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