El escarmiento del artista | Encuentro con Mariano Cohn y Gastón Duprat

Fotografías de ©Paola Echeverri · 24 febrero, 2022

Los directores argentinos presentan en la Academia de Cine Competencia oficial, una sátira sobre la creación del cine, que protagonizan Antonio Banderas, Penélope Cruz y Óscar Martínez

Se consideran unos “ousiders” del mundo del cine, pero el tándem que forman Mariano Cohn y Gastón Duprat ha experimentado de sobra el séptimo arte para mirarlo con humor y mordacidad en Competencia oficial, historia que comienza cuando, un empresario multimillonario decide hacer una película que deje huella, en busca de trascendencia y prestigio social. Para ello, contrata un equipo estelar formado por la cineasta Lola Cuevas (Penélope Cruz) y dos reconocidos actores con tanto talento como ego: el actor de Hollywood Félix Rivero (Antonio Banderas) y el actor radical de teatro Iván Torres (Óscar Martínez). Tras un preestreno este miércoles en la Academia, los directores argentinos compartieron con el público anécdotas sobre el rodaje y las influencias de esta cinta, que llega a los cines españoles este viernes.

“Surgió del deseo mutuo de trabajar con estos actores. Cuando empezamos a hablar con ellos no había película. Ellos querían divertirse actuando y así llegamos a la idea de mostrar el proceso que no vemos como espectadores: las estrategias y los modos que tienen de construir los personajes y la emoción”, explicó Gastón Duprat, que recordó las aportaciones de Antonio Banderas, Penélope Cruz y Óscar Martínez. “Ellos tienen muchísima experiencia y roces con diversos directores y actores”, señaló el realizador, que cree que se logró el objetivo inicial “que se divirtieran filmando”.

Ambos aseguraron que sus modos de dirección nada tienen que ver con el personaje de Cruz. “Somos muchísimo más aburridos que Lola Cuevas dirigiendo, no tenemos su método, pero sí conocemos a muchos directores que cuando se encuentran un enfrentamiento entre actores lo utilizan para obtener resultados”, reconocieron.

Esta directora “muy autoritaria, mala, odiosa, inteligente, aniñada, frágil”, en palabras de Duprat, la crearon como “un ‘Frankenstein’ de anécdotas que nos contaron, de directoras/es y artistas conceptuales. Queríamos que fuera una directora artista para que se tomara las libertades que se toma aquí”, reflexionaron los realizadores, que critican “la superioridad moral falsa que tienen algunos artistas. Como que son más sensibles, necesarios, que sufren más…”, enumeraron, “un director de cine en realidad no tiene tiempo de hacer estas cosas”.

Y entre esos métodos de los que hace gala Lola Cuevas se incluyen piedras gigantes, papel de plástico de embalaje, instalaciones de micrófonos, e incluso una trituradora, que hace añicos premios tan prestigiosos como La Copa Volpi, las estatuillas de los Goya o la Concha de Plata del Festival de San Sebastián, escenas para la que la dupla de cineastas se inspiraron en performances de artistas argentinos y también en lo que triunfa en internet. “En YouTube hay vídeos de plano cenital de trituradoras destruyendo cosas, de siete horas. Los dos somos fans”, revelaron, antes de reconocer que “es una máquina muy peligrosa y que pesa un montón y nos dio muchos problemas de producción y tuvimos que recurrir a trucos de realización para no poner en peligro a los actores”.

Para Antonio Banderas y Óscar Martínez crearon dos personajes estereotipados: el actor de Hollywood de fama internacional y el actor de teatro maestro de actores, que en un principio quisieron invertir y que se pusieran en la piel del que más se alejaba de su carrera.  “Pero les dimos a elegir y cada uno prefirió estacionar el auto donde conoces cómo va todo”, recordaron.

La contracara del glamour

En este encuentro también abordaron la puesta en escena de la cinta, que se caracteriza por la austeridad de los planos, la importancia de la arquitectura que rodea a los protagonistas o la escasez de la música. “A veces el cine contemporáneo parece un estudio de realización en TV y van cambiando de plano todo el tiempo sin razón aparente. Nosotros hacemos planos largos. No hay interrupciones a la hora de la actuación. Cuando hacemos un corte tiene un porqué”, destacaron Cohn y Duprat, que creen que “este ‘defecto’ cuando persiste se convierte en un estilo” y que ya son asociados a “una estética muy fría, casi nórdica, nada costumbrista”. Respecto a la música, señalaron que “generalmente se usa para ayudar a las emociones y estos actores no lo necesitaban. Cuando la poníamos en montaje, se banalizaban las escenas. Solo la usamos en momentos sin diálogos”, expusieron.

Bregados en el videoarte, mucho antes de su salto al cine y la televisión, Mariano Cohn y Gastón Duprat, son conscientes de que su origen influye en su forma de concebir las producciones. “No tenemos ningún cariño al 35 mm porque nunca hemos rodado antes del digital”, corroboraron los realizadores, que solo ven ventajas en trabajar a cuatro manos, aunque también han abordado películas en solitario. “Al ser dos hay que discutirlo todo y la película tiene mucho más análisis y resiste mucho mejor”.  En ese método de trabajo también lanzan el guante al espectador, proponiendo escenas más cercanas a la performance y que debe completar el público:  “No es una película que te sientes a ver en una actitud pasiva. Te pide cosas», destacaron.

Del mismo modo que empiezan haciendo humor del proceso de creación de un filme, en Competencia oficial también se ocupan de aquello que pasa cuando se ha terminado: la promoción y los certámenes. “La escena del photocall es producto de haberlo padecido. Es la contracara del glamour, los actores desfilan como si fueran ganado y nos gustaba retratar eso. Es como un escarmiento, pagar un costo por ese éxito que siempre es demasiado”, apuntó Cohn, que tiene claro que en todo el tema de los festivales y la prensa hay otra película.

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